Cumbre americana y libertad académica

Por: Carlos Francisco Guevara Mann.

La celebración de la séptima Cumbre de las Américas en Panamá provee una buena ocasión para recordar cuáles son los propósitos de la OEA –organismo que auspicia la reunión– y evaluar qué tanto se cumplen en nuestro país y los demás Estados miembros.

A diferencia de la ONU, cuya carta no menciona la palabra “democracia” por ninguna parte, la OEA tiene como propósito explícito “Promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto al principio de no intervención”, según su instrumento constitutivo de 1948 (Art. II). El compromiso con el sistema democrático se reitera de manera contundente en la Carta Democrática Interamericana de 2001.

En años recientes, el principal aporte de la OEA ha sido su protección y promoción de los derechos humanos dentro del marco del sistema democrático, tal cual lo estipula la Convención Americana de Derechos Humanos de 1969. Este logro se ha realizado principalmente a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y sus dependencias, que algunos gobiernos de inclinación autoritaria han intentado defenestrar.

La CIDH ha ayudado a conseguir un mejoramiento en las condiciones de vida en América, donde la situación de derechos humanos es, sin duda, superior a la que imperaba años atrás. Aunque algunos gobiernos violan los derechos humanos, no lo hacen de manera tan masiva y sistemática como los regímenes militares antes predominantes.

Aún falta, sin embargo, muchísimo por avanzar en lo que democracia respecta. En Panamá, sede de la Cumbre, aunque el régimen militar fue derrocado hace 25 años y aunque desde entonces hemos dado al continente –y al mundo– un ejemplo importante de alternancia en el poder (lo que no es poca cosa), persisten en el sector público importantes reductos autocráticos que atentan contra los derechos individuales y sociales.

Uno de ellos es la Universidad de Panamá, hace muchos años en manos de un sector adscrito al partido político fundado por la dictadura militar, que ya ni siquiera aparenta estar interesado en promover la investigación, el humanismo, la cultura o la educación superior. Pocos días antes de que se reúnan en Panamá los dignatarios de los países del continente, a discurrir, entre otros temas, acerca de la democracia y la libertad de expresión, el principal centro de estudios del país sede ha vuelto a conculcar el derecho de uno de sus catedráticos a expresarse libremente, derecho garantizado en tanto en la Constitución política panameña (artículos 37 y 105, sobre libertad de cátedra) como en el Art. 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

La Universidad de Panamá (como otras en el hemisferio) viola la libertad académica de sus integrantes, entendida, según la Recomendación relativa a la Condición del Personal Docente de la Enseñanza Superior de la UNESCO (1997), como “la libertad de enseñar y debatir sin verse limitado por doctrinas instituidas, la libertad de llevar a cabo investigaciones y difundir y publicar los resultados de las mismas, la libertad de expresar libremente su opinión sobre la institución o el sistema en que trabaja, la libertad ante la censura institucional y la libertad de participar en órganos profesionales u organizaciones académicas representativas”.

Las delegaciones oficiales que asisten a la cumbre no deben pasar por alto situaciones como la que se da en la Universidad de Panamá y otros centros de estudios superiores en América. También deben prestar atención quienes participan en eventos paralelos, como el Foro de la Sociedad Civil y Actores Sociales, el Foro de Jóvenes de las Américas, el Foro Empresarial de las Américas y, especialmente, Foro de Rectores de las Américas.

¿Cómo pueden permanecer en silencio los rectores universitarios que acuden a la cita hemisférica frente a negación de derechos elementales en la Universidad de Panamá y otras universidades del continente?

La Cumbre de los Pueblos, Sindical y de los Movimientos Sociales de Nuestra América es otra actividad, no vinculada a la OEA, que tendrá lugar a partir de mañana, precisamente en la Universidad de Panamá. Sería muy atinado que quienes concurran a ella declaren, sin miramientos, su compromiso con la libertad de expresión –el vehículo que permite a los pueblos plantear sus reclamos y propuestas– y conminar a la Universidad de Panamá, donde tendrán lugar sus deliberaciones, a respetar la libertad académica.


© Blogs Uninorte, 2015


(Columna publicada en La Prensa, Panamá, 8 de Abril de 2015) – Ilustración: Vic Ramos


 

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