El futuro acuerdo de París para luchar contra el calentamiento global fijará un marco general para la comunidad internacional. Estos son los puntos claves de esa negociación.
Los objetivos a largo plazo:
Limitar el alza de la temperatura mundial a 2ºC es un objetivo compartido por todos, pero algunos países como los Estados insulares defienden una meta más ambiciosa de 1,5ºC, según los documentos de trabajo de los participantes de la cumbre del clima de diciembre.
Para conseguir la meta de los 2ºC será necesaria una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero la formulación de este objetivo puede ser muy precisa -fijando, por ejemplo, una fecha límite para el pico de emisiones- o mucho más vaga, con términos como “transformación global de bajo nivel de carbono” o “la neutralidad de carbono”, que consiste en lograr que el balance entre el carbono liberado en la atmósfera y la cantidad equivalente retenida o compensada sea igual a cero.
Los países estudian la posibilidad de hacer balance de las acciones emprendidas para frenar el cambio climático, pero la fecha suscita debate. Algunos quieren hacerlo antes de 2020, fecha de entrada en vigor del futuro acuerdo.
Para permanecer por debajo de una subida de 2ºC, los científicos y los economistas recomiendan más esfuerzos antes de 2020. Actuar más tarde saldrá más caro, avisan.
Revisar los compromisos al alza:
Cerca de 150 países anunciaron sus objetivos nacionales para reducir o limitar las emisiones de gas de efecto invernadero antes de 2025 o 2030. Si respetan sus compromisos, el alza prevista de la temperatura mundial pasaría de más de 4ºC a unos 3ºC.
Para reducir la diferencia entre esos 3ºC y el objetivo de 2ºC, muchos países abogan por que se publiquen nuevos compromisos, más ambiciosos, cada cinco años.
Fondos:
En 2009, los países desarrollados se comprometieron a reunir cada vez más fondos para financiar proyectos climáticos (reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero o acciones de adaptación al calentamiento global) hasta alcanzar los 100.000 millones de dólares en 2020.
¿Pero qué fondos hay que contabilizar? ¿Fondos públicos y privados? ¿Préstamos y donaciones? No se ha decidido nada al respecto.
Hace poco, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) evaluó en 62.000 millones de dólares la transferencia de fondos del Norte hacia el Sur en 2014, incluyendo los préstamos. Unos 43.000 millones procedían de instituciones públicas; 16.000 millones, de actores privados; y 1.600 millones, de créditos para la exportación.
Para los próximos años, habrá más financiación, como la que aportarán los bancos multilaterales de desarrollo. El Fondo Verde para el Clima, dotado con 10.000 millones de dólares hasta 2018, financiará sus primeros proyectos en 2016.
Los países en vías de desarrollo exigen que los fondos para proyectos climáticos no sustituyan la ayuda para el desarrollo, sino que se añadan a esta. También reclaman que se reequilibre la financiación entre la adaptación al cambio climático y la reducción de los gases de efecto invernadero, que se lleva la mayor parte de los fondos.
Cooperación:
Además de los fondos, los países en vías de desarrollo reclaman una ayuda técnica para adaptarse al calentamiento global y poder, por ejemplo, mejorar los sistemas de alerta ante las catástrofes naturales. AFP
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