La idea vino de su hijo de dos años, que prefería recoger corchos de botellas en lugar de exóticas conchas en las playas de arena blanca de Costa Rica. Ralph Groenheijde crea ahora obras de arte a partir de la basura recolectada en las playas de Holanda.
Este holandés hiperactivo ha acabado convirtiendo la idea en proyecto: transformar esa indeseable cosecha, producto de la limpieza de una playa, en una disparatada obra de arte.
Cuando un amigo le propuso un espacio comercial desocupado en el paseo marítimo de Scheveningen, en los alrededores de La Haya, Groenheijde agrupó los desechos convertidos en tesoros en su “TrashUre Museum”, neologismo inglés de su invención (de ‘trash’, basura, y ‘treasure’, tesoro).
Bajo un techo del que pende una miríada de palas y rastrillos de plástico, abandonados en la arena por los niños, se exponen, por ejemplo, un elegante sombrero de copa decorado con un ‘patchwork’ de envoltorios de caramelos, o una serie de chanclas de color arcoiris.
Más allá, un maniquí lleva un vestido cosido a partir de redes de pesca azules, y de una gigantesca caja surgen centenares de colillas de cigarrillo.
Cazadores de tesoros
La primera ‘caza’ de basuras, organizada en Holanda hace tres años vía las redes sociales, le permitió a Ralph Groenheijde modelar un navío de piratas, para gran alegría de los niños que juegan en la playa.
“Entonces empecé a llamar a los cubos de basura baúles de tesoros, y ahora somos cazadores de tesoros”, sonríe este terapeuta de 44 años.
Hoy, Groenheijde guía a los adultos y a los niños en excursiones a la playa de Scheveningen, y los alienta a limpiar el lugar, a hacer ejercicio y hacer trabajar la imaginación.
Sus ‘alumnos’, al principio algo distraídos, acaban participando activamente en el juego cuando son divididos en equipos: ¿Quién traerá más basura? Motivados por esta buena acción en favor del planeta, acaban llenando grandes bolsas de basura.
“No esperaba recoger tantos desperdicios en quince o veinte minutos. Estoy muy sorprendido”, afirma Jawad el Wustati, uno de los veinte participantes en la ‘caza del tesoro’.
Un mar de plástico
Este verano, el artista holandés, con su pelo finamente rizado, ha lanzado otro desafío a los visitantes: rastrillar meticulosamente la arena de la playa, y ello durante 90 días.
Resultado: desde julio hasta fines de septiembre, los ciudadanos recogieron no menos de 40 toneladas de basura y desechos, entre ellos 42 pañales sucios, 64 compresas y 18 tampones.
Y todo ello pese a los esfuerzos de las autoridades locales del balneario, pues el ayuntamiento gasta 1,9 millones de euros por año para limpiar las playas, donde cada verano acuden miles de turistas.
En el “TrashUre Museum” de Ralph Groenheijde, la obra central es un ‘mapamundi’ en el que las tierras están punteadas con 30.000 colillas de cigarrillos, y rodeadas de un mar de corchos de botellas, símbolos de los residuos plásticos que flotan en los océanos.
“Desgraciadamente, hay mucha gente que no utiliza los cubos de basura”, se lamenta Sophie Hermans, cazadora de desechos por un día. “No hay que hacerlo únicamente en La Haya, hay que aplicarlo en todo el mundo. ¡Es una idea tan simple!” exclama. AFP
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