La actual crisis entre Colombia y Venezuela tiene sus raíces en un histórico desequilibrio económico difícil de corregir, alimentado por políticas monetarias divergentes que han desencadenado un fuerte contrabando y economía informal en la frontera.
En la estación de servicio de Pinar del Río, en la ciudad colombiana de Cúcuta, están abrumados. Desde que se cerró el paso limítrofe con Venezuela hace dos semanas, las filas de vehículos esperando para repostar han llegado hasta dos kilómetros.
Es una situación nueva: normalmente, solo policías y funcionarios acuden a ellas. Existe un precio subsidiado respecto al nacional para hacer frente a la realidad fronteriza, pero aún así, los cucuteños se abastecen en ventas informales de gasolina, donde llenar un tanque cuesta menos de un dólar.
El contrabando va más allá de la gasolina, e incluye alimentos y abarrotes subsidiados también en Venezuela. “Desafortunadamente nos acostumbramos a vivir del contrabando, a acomodarnos al precio del combustible de allá, y es cuando suceden estas cosas que recurrimos a las bombas (estaciones de servicio) de nuestro país”, dijo Fernando Flores, en la fila para repostar.
En la carretera de la frontera hacia Cúcuta abundan casuchas de madera con bidones descoloridos y mangueras artesanales para surtir a todo vehículo.
Quienes las regentan son conocidos como “pimpineros” y están organizados incluso en gremios. Antes de que la frontera fuera clausurada, cruzaban diariamente al vecino país para comprar la gasolina más barata del mundo y revenderla en Colombia. “Aquí no dependemos del gobierno de Colombia, dependemos del gobierno de Venezuela. Si no fuera por Venezuela, yo no hubiera tenido trabajo”, dijoel “pimpinero” Juan Carlos Torres.
Según Rolan Rodríguez, politólogo de la colombiana Universidad del Rosario, la zona fronteriza con Venezuela es una de las de mayor desempleo del país.
“El estado colombiano se ha hecho la vista gorda ante una serie de fenómenos que permiten incentivar el contrabando. Prefieren no perseguirlo ni castigarlo en la medida que no represente un desbarajuste económico”, señaló.
“Paramilitares” en la frontera:
El cierre de frontera decretado por el presidente venezolano Nicolás Maduro, que incluyó el estado de excepción en varios municipios limítrofes y la deportación de más de un millar de colombianos, busca terminar con la actividad de paramilitares y mafias que controlan el contrabando, según el mandatario.
Desde entonces, Caracas ha destacado un aumento del abastecimiento y reducción de la criminalidad en la zona fronteriza.
El gobierno colombiano, que acepta el diagnóstico sobre el contrabando, no comparte la estrategia de Maduro, a la que acusa de electoralista a dos meses de las legislativas venezolanas. “Por supuesto que queremos perseguir con todo lo que está en nuestro alcance a estas bandas criminales que controlan el contrabando. Pero eso no se hace cerrando la frontera”, respondió el miércoles el presidente Juan Manuel Santos.
Tras la desmovilización en Colombia de grupos paramilitares en la década del 2000, muchos encontraron en la asimetría económica con Venezuela una fuente de contrabando “más rentable incluso que el narcotráfico”, señaló Rodríguez.
Entre los centenares de colombianos que cruzaban estos días el río Táchira para volver a Colombia con sus pertenencias a cuestas, por miedo a ser deportados, un vehículo con las luces pintadas de negro y amortiguadores más altos de lo normal atravesaba las aguas por una trocha utilizada habitualmente por contrabandistas.
Hay contrabando doméstico, de madres que compran harina y leche en Venezuela, y “maleteros” que cruzan productos y gasolina en pequeñas cantidades. También grandes camiones que pasan cargados de alimentos y gasolina, con el beneplácito de funcionarios, amedrentados o sobornados por mafias, explicaron vecinos y analistas.
Esta realidad, ya antigua, convive ahora con un alto deterioro de la economía venezolana, que sufre de una importante caída en el ingreso de divisas por la baja en el precio del petróleo, además de alta inflación y escasez.
“Para Venezuela es más fácil decir: esto es problema del paramilitarismo colombiano, que decir: son 16 años de malas políticas económicas y de seguridad”, aseguró Rodríguez.
Economías asimétricas:
La asimetría entre las economías colombiana y venezolana, la primera con precios de mercado, y la otra con férreos controles y tres tipos distintos de cambio, hace muy rentable comprar en Venezuela para revender en Colombia. “Cuando una cosa vale X en un país y en el otro vale 2.000% más es muy difícil resolver el tema del contrabando. Ni con todo el Ejército del mundo se para eso”, dijo una fuente del gobierno colombiano.
El cierre de frontera, aseguran analistas, podría perdurar hasta final de año. “Esto va para largo”, indicó un funcionario de Cancillería.
El problema real, coinciden expertos, es para los habitantes de la frontera, que viven divididos yendo al colegio a un lado, a almorzar al otro, y con familia a las dos orillas del río Táchira. (AFP)
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora