El cumpleaños de Emma Morano es dentro de un mes y, aunque no ha invitado a nadie, sabe que muchos vendrán. No es para menos: con 116 años esta italiana es la única persona nacida en el siglo XIX.
Su secreto: huevos, galletas, un carácter fuerte y sobre todo genética. “Tengo 116 años y el 27 de noviembre cumpliré 117”, explica en su habitación en Verbania, una pequeña ciudad del norte de Italia, a orillas del lago Mayor.
Entre un armario cubierto de cajas de cartón y una serie de imágenes religiosas destaca su diploma de decana de la humanidad expedido por Guinness (libro de los récords), y una fotografía de ella y su médico Carlo Bava con unos huevos en la mano.
Y es que la dieta de Emma dista mucho de la que recomiendan los especialistas. “Como dos huevos al día, eso es todo. Y también galletas. Pero no como mucho porque no tengo dientes”, explica.
Cuando tenía 20 años, justo después de la Primera Guerra Mundial, padeció anemia. Un médico le aconsejó entonces que comiera tres huevos diarios (dos crudos y uno cocido), una dieta que sigue al pie de la letra. Desde entonces habrá comido más de 100.000 huevos.
El doctor Bava, que la trata desde hace 27 años, lo confirma. “Emma siempre comió muy pocas verduras, muy poca fruta. Cuando la conocí, comía tres huevos por día, dos crudos por la mañana y uno en tortilla en el almuerzo, y pollo para la cena”, explica.
Ahora vive a base de galletas “y no quiere comer carne; no le gusta, especialmente desde que alguien le dijo que producía cáncer”, y tampoco está segura de que vaya a probar su tarta de cumpleaños: “la última vez, comí un poco pero después no me sentí bien”.
‘Genética y carácter’
Aunque está lejos del récord de 122 años batido por la francesa Jeanne Calment, Emma es consciente de que sus 117 años serán todo un acontecimiento. “La gente viene. No invito a nadie pero vienen. De América, de Suiza, de Austria, de Turín, de Milán…”, destaca.
“¡Vienen a verme de todas partes!”, exclama.
Emma Morano es una persona más bien solitaria. En 1938, se separó de su marido, un hombre violento. Fue poco después de la muerte de su hijo único de tan sólo siete meses. Trabajó hasta los 75 años en una fábrica de bolsos.
Es una mujer muy independiente y hasta que cumplió 115 años fue autónoma, aunque hacía 20 años que no salía de su pequeño apartamento. Lleva desde el año pasado postrada en cama y necesita una auxiliar de enfermería a tiempo completo. Está ágil de mente, pero padece graves problemas de oído y de vista y se expresa con dificultad. Por eso se pasa gran parte del día durmiendo.
Según el doctor Bava, se lo debe sobre todo a la genética (su madre murió con 91 años y dos de sus hermanas fueron centenarias). Su vida ordenada y un carácter fuerte también han tenido algo que ver.
“Es una persona muy decidida. Nunca ha querido ir al hospital, nunca ha recibido un tratamiento específico. Algunas bronquitis, una transfusión, algunos puntos de sutura, pero siempre en casa”, explica el médico, que la visita una vez por semana.
“Ahora se encuentra bien, muy bien. Pero es evidente que siempre vive en un equilibrio muy, muy precario”, añadió. Su médico se siente un poco como “el guardián de la torre de Pisa, desde hace siglos inclinada”. AFP
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