La profesora explica que los estudiantes han asimilado el grupo de WhatsApp como un espacio similar al del aula de clases y que debido a eso han entendido que deben hacer cambios en la manera como se comunican, dejando de lado, por ejemplo, el uso de emoticones para la comunicación y preocupándose por ser claros y mantener un buen uso de la gramática al momento de expresarse.
WhatsApp como herramienta pedagógica
Las nuevas tecnologías para la educación es un reto que cada vez más se plantean los docentes y educadores de todo el mundo. En la Universidad del Norte, los profesores Pedro Montero, del programa de Derecho, y Yanitza Guerrero y Heydy Robles, del departamento de Lenguas Extranjeras, han desarrollado una investigación durante cerca de tres años que ha entregado resultados positivos en la utilización de la plataforma de mensajería WhatsApp para dictar clases, y que debido a esos resultados planean replicar próximamente.
La investigación, que nació buscando esclarecer cómo afecta el uso de WhatsApp a enseñanza de una asignatura, terminó por mostrar que a través de un programa definido y con reglas claras los estudiantes pueden no solo utilizar la plataforma de mensajería como herramienta pedagógica sino que esta incluso puede mejorar su comprensión de los temas tratados, su relación con el docente y sus calificaciones académicas.
Según Montero, lo que se diseñó fue un taller para la clase de Derecho Probatorio, en el cual los estudiantes son divididos en tres grupos de WhatsApp que cumplen un rol distinto cada uno, el de jueces, el de demandantes y el de demandados, y realizan distintas actividades a través de la plataforma con la tutoría y presencia del docente en todo momento.
Así, puntualiza el profesor, se puede hacer un seguimiento y una monitoría constante del taller a través de la plataforma. La actividad, que está diseñada para desarrollarse desde un mes de empezada la clase hasta la finalización del semestre, debe estar complementada con los conceptos que el profesor dicta presencialmente en el aula de clase.
“Lo que hicimos fue plantear una tarea, monitorear lo que los estudiantes entre sí iban trabajando, iban diseñando y a su vez se iban resolviendo todas las inquietudes a medida que avanzaba el taller. Esto comprendía no solamente consultas sino también cualquier otro tipo de circunstancias que aparecían en el desarrollo de esas tareas”, puntualiza el docente.
Para él es importante destacar que este proyecto ha permitido desarrollar un manual con lineamientos pedagógicos con el cual se establecen reglas claras para la realización de estas actividades y que son primordiales para su correcta relación.
Según dice, debe dejarse claro a los estudiantes desde el principio que el grupo solo responde a temas académicos y no deben difundirse a través de él mensajes relacionados con política, religión o temas que no conciernen a la clase, que además hay ciertas horas en las cuales se debe utilizar el grupo y otras en las que no y que también la comunicación debe realizarse utilizando un lenguaje académico apropiado.
Es en este último punto, las profesoras del departamento de Lenguas Extranjeras y expertas en lingüística y comunicación han intervenido. Para Robles, la experiencia ha sido satisfactoria debido a que los resultados, arrojados en la manera en cómo los estudiantes se expresan en un espacio que no acostumbra a ser académico, ha mejorado.
La profesora explica que los estudiantes han asimilado el grupo de WhatsApp como un espacio similar al del aula de clases y que debido a eso han entendido que deben hacer cambios en la manera como se comunican, dejando de lado, por ejemplo, el uso de emoticones para la comunicación y preocupándose por ser claros y mantener un buen uso de la gramática al momento de expresarse.
Para ella, esta investigación ha demostrado que a través de esta plataforma de mensajería sí es posible mantener un “clima de comunicación académico”, siempre y cuando se deje claro desde un principio cuáles son las reglas o lineamientos a tener en cuenta en la actividad.
También se ha podido establecer, según dice, que hay ciertas cosas que a través de la plataforma no son posibles. “Las explicaciones extensas, por ejemplo. Esas deben dejarse para la clase”, asegura.
Para ella, es vital entender que la virtualidad y la realidad deben estar conectadas y que hay temas que exigen la presencialidad del docente para que exista una comunicación clara de los conceptos. Sin embargo, puntualiza en que no todas las clases pueden aplicar esta herramienta del mismo modo y que dependerá whate su programa y del objetivo que quiera alcanzar con la tecnología.
“Hay ciertas clases que no son susceptibles a toda la tecnología, pero el docente debe estar en la capacidad de medir y discernir cuál es el tipo de tecnología que va a utilizar en su clase y cómo”, asegura. Comunicaciones Universidad del Norte
Posts relacionados:
El uso de las TIC para la educación en situaciones de emergencia
Contribuir a que más niñas ingresen en cursos de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas
Las nuevas tecnologías transforman el acceso a la salud en África
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora