En El Salvador, por encima de la conocida desigualdad social y la violencia que se ha cobrado este años la vida de 5.047 personas, aflora la pasión por cocinar con creatividad de la mano de dos jóvenes que se sobreponen a sus propias limitaciones para dar rienda suelta a su talento.
Noé Cruz y Walter Nájera son dos jóvenes salvadoreños que hacen la diferencia, quienes a pesar de las limitaciones económicas, de la ausencia de un ser querido o de la situación de violencia que enfrenta el país, han encontrado en la cocina un lugar en donde ser originales.
“Cociné para mi familia en una ocasión y a todos les gustó; luego mi hermano me dijo que tenía talento, que me preparara y aunque la situación económica nos afectaba, conseguí, con la ayuda de mi hermano, una media beca para estudiar”, comentó Cruz con voz lenta, pausada y muy tímida.
Originario del municipio de Suchitoto (norte), una de las zonas turísticas del país, Cruz de 19 años, tiene claro lo que quiere para el futuro, graduarse de chef, administrar un negocio propio o enseñar.
Este joven, junto a Nájera de 34 años, son alumnos de la Academia Cristiana Centroamericana de Gastronomía de donde obtendrán, dentro de poco, un diploma que los acreditará como “chef cocinero y pastelero profesional”.
La situación de Nájera no es diferente a la de Cruz; la economía del país obligó, hace 15 años, a que su madre emigrará a los Estados Unidos, dejándolo a él y a su hermano al cuidado de su abuela.
“Yo aprendí a cocinar porque mi mamá emigró a los Estados Unidos, y al ver la necesidad yo lo hice (…) me gustó y después veía vídeos en internet; luego cocine para mi familia y les pareció bien. A partir de eso tomé la decisión de prepararme”, dijo. Esta iniciativa llevó a Nájera a la Academia de Gastronomía, la misma en donde se cruzaría con Cruz, con quien 8 meses después ganarían un premio internacional de cocina.
El Salvador fue sede el 28 de septiembre pasado del Festival Gastronómico Internacional organizado por la Cámara de Comercio salvadoreña, en donde participaron unos 250 exponentes de la cocina gourmet, entre ellos Cruz y Nájera. “Al rifarnos las categorías en la que se iba a participar, nos toco la de plato sabor dulce, categoría pescado, en donde ganamos el primer lugar”, narró Cruz.
El protagonista de la victoria fue un salmón en salsa de maracuyá, fruta típica de áreas tropicales como El Salvador. “No me creo haber ganado un primer lugar, nos medimos a la par de cocineros profesionales que tienen una gran experiencia, fue algo inesperado, pero emocionante, que me llena de satisfacción y me motiva a seguir adelante”, apuntó Nájera.
La misma sensación tuvo Cruz, quien cada vez que lo menciona lo piensa, porque se acuerda de todas las circunstancias que pasaron para elaborar el platillo con su receta propia.
Tras ganar un premio de 300 dólares y un reconocimiento, los jóvenes están enfocados en culminar sus estudios y en un futuro montar un negocio o especializarse en la realización de algún tipo de comida.
“Me siento feliz y mi familia está feliz porque valió la pena el esfuerzo (…) anímicamente me siento al 100 por ciento a la hora de cocinar y ahora, más que nunca, tengo que ponerle más empeño y ponerle amor a la cocina”, concluye Nájera.
Mientras tanto, la conclusión de Cruz es sencilla pero inspiradora: “cocinar es algo emocionante, tener esa pasión por querer innovar y ponerle el toque personal a lo que se hace”, por encima de las circunstancias extremas del entorno. EFE
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