Por: Céline Serrat.
¿Es la Unión Europea, tercera emisora de gases de efecto invernadero (10%), tan buena alumna en la lucha contra el cambio climático? Un vistazo a sus compromisos, avances y desafíos cuando se realizan en Bonn (Alemania) unas negociaciones sobre la implementación del Acuerdo de París.
Ambición
Pionera en los años 1990 con la creación de un mercado de carbono e inversiones en energías renovables, Europa ha sido superada por otros en términos de inversiones verdes y su mercado de carbono, que cubre el 40% de sus emisiones (química, siderurgia y cemento sobre todo) debe ser reformado en profundidad porque no cumple con su función de alentar a las empresas para que reduzcan sus emisiones.
“La UE comenzó antes e hizo más esfuerzos para reducir sus emisiones”, destaca David Levaï, investigador en el Instituto de Desarrollo Sostenible (IDDRI) de París. Desde 1990, las emisiones de Estados Unidos aumentaron un 7%.
Sin embargo, según Climate Action Tracker (CAT), que evalúa los compromisos de los países, los objetivos de la UE “están lejos de lo que es posible y necesario” para mantener el alza del termómetro mundial por debajo de la meta de 2 ºC, fijada por el Acuerdo de París en diciembre de 2015. Es cierto que todos los grandes emisores (China, Estados Unidos, India, Rusia, Japón) tienen que ser más ambiciosos.
Algunos actores de los países desarrollados ya lo hacen, observa Bill Hare de Climate Analytics: “California, que tomada por separado es la sexta economía mundial, aspira a un 100% de electricidad renovable en 2045” y “Suiza apunta a un 50% de reducción de sus emisiones de aquí a 2030”.
“Para llegar a una descarbonización de las economías en la segunda mitad del siglo XXI, Europa debería, en su calidad de potencia industrial, estar entre los primeros en lograrlo”, explica David Levaï. “Por eso hay que transformar estructuralmente la forma en que la economía crece, genera empleo y consume. Esa reflexión todavía no se ha iniciado verdaderamente y constituye el verdadero desafío”, agrega.
Avances
Se espera poder alcanzar los tres objetivos fijados para 2020: disminución de gases de efecto invernadero (-20%), energías renovables (20%) y eficacia energética (+20%) tomando a 1990 como año de referencia. La reducción de los gases de efecto invernadero ya se alcanzó, salvo en cuatro países (Austria, Bélgica, Luxemburgo e Irlanda) y la Agencia Europea de Medio Ambiente prevé que la disminución alcance incluso 24% en 2020.
“El objetivo de reducción de las emisiones era modesto y por eso será superado aún cuando algunos países no cumplan sus propias metas”, señala Célia Gautier de la oenegé Climate Action Network.
Según Eurostat, la proporción de energías renovables era de 16,7% en 2014. Once países ya alcanzaron su meta (entre ellos Bulgaria, República Checa, los países nórdicos y Rumanía). En cambio, Holanda, Francia, Irlanda, Reino Unido, Dinamarca, España, Portugal y Luxemburgo están atrasados en relación a sus objetivos. Suecia es la campeona de las energías renovables (53,9%), seguida de Finlandia (40%).
2030
Para la COP21, los 28 países de la UE se fijaron una hoja de ruta conducente a la meta de 2030: alcanzar por lo menos un 27% de energías renovables, 30% de incremento de eficacia energética (menos energía para asegurar el mismo servicio) y por lo menos 40% de reducción de las emisiones en relación a 1990. “Esos objetivos fijan una meta realmente mínima”, estima David Levaï. Eso correspondería a una reducción promedio de emisiones de alrededor del 0,9% por año entre 2014 y 2030, lo cual es menos ambicioso que lo realizado estos últimos años.
Según Climate Action Tracker, Europa debería bajar en promedio sus emisiones en un 2% anual para llegar a reducir entre 45 y 50% sus emisiones en 2030, una meta más coherente con el Acuerdo de París.
El reparto de esfuerzos entre los 28 está en discusión. La Comisión propuso una reducción de emisiones de entre 35 y 40% para Alemania, Francia, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo, Holanda, Austria, Finlandia y Suecia.
En cambio, el esfuerzo exigido a las economías menos ricas es menor: Bulgaria debe alcanzar un nivel similar al de 2005. Croacia, Letonia, Lituania, Hungría, Polonia (quinto emisor en Europa) y Rumanía, entre 2% y 9%.
Desafíos
“La manera más rápida y sencilla de reducir las emisiones es actuar a nivel de la producción energética mediante el reemplazo de las energías fósiles (carbón, gas, petróleo) por renovables, combinado con una eficacia energética superior”, explica Bill Hare.
“Es el sector donde es más fácil de descarbonizar, gracias a tecnologías cuyo coste está bajando”, estima Olivier Sartor, del IDDRI.
“No se trata sólo de energía solar sino también de energía eólica off shore”, señala Laurence Tubiana, directora general de la European Climate Foundation, quien considera que “los gobiernos europeos no han captado aún totalmente la amplitud de esta transformación”.
El instituto Climate Analytics estima que para respetar el Acuerdo de París, las 300 centrales térmicas de carbón implantadas en Europa, la mitad de cuyas emisiones están en Alemania y Polonia, deberán cerrar de aquí a 2030.
Según Olivier Sartor, también hay avances significativos al alcance de la mano en los transportes -el segundo sector con más volumen de emisiones- gracias a normas impuestas a los camiones y a inversiones en infraestructura para permitir el desarrollo a gran escala de vehículos eléctricos.
Holanda fue el país más voluntarista en ese sentido: prevé prohibir la venta de combustibles derivados del petróleo para 2025. Fuera de la UE, Noruega y California adoptaron normas muy estrictas.
Por último, sólo un funcionamiento eficaz del marcado de carbono permitirá lograr avances en industrias muy “sucias”, como el acero o el cemento. AFP
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