Por: Carlos Velásquez Muñoz.
Colombia es un país centralista y lo peor es que dicha realidad cada vez se perpetúa más.
Con ocho millones y medio de habitantes, Bogotá reúne cerca del 30% de la población total; concentra el 70 % de la inversión extranjera directa y tiene el mayor PIB nominal y per cápita del país: 30%. Pero no solo eso, Bogotá es también el principal centro de impulsión político-administrativo del país, lo cual logra eclipsar la visión regional de los servidores públicos y empresarios que se desplazan hasta allí; de ordinario los servidores públicos al servicio del Estado, se olvidan, con rapidez, de la situación de los lugares de donde proceden.
Como si lo anterior fuera poco, le corresponde a quienes administran los restantes 1120 municipios que conforman el territorio nacional, viajar todas las semanas a Bogotá a completar el “centavo para el peso”. Mientras el boyante presupuesto nacional se maneja desde la capital con criterios centralistas, los municipios a lo largo y ancho del país pasan penurias por la escasez de recursos y las difíciles situaciones de todo orden.
De lo anterior no escapan ni los grandes municipios:
En el día de hoy el Periódico El Tiempo publicó un interesante informe en el cual detalla el costo de los planes de desarrollo de las cinco ciudades que siguen en orden de importancia a Bogotá: Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga y Cartagena. En total los cinco planes costarán, de acuerdo a lo señalado en sus planes de inversión: $52 billones de pesos.
Llama la atención que el de Barranquilla es el más costoso de todos ($17,7) billones de pesos, seguido por el de Medellín con $17 billones, incluyendo nueva línea del metro, y $11,9 billones el de Cali. Llama la atención también, el enorme abismo que existe entre el valor del plan de barranquilla en relación con la segunda ciudad de la Región, ya que el de Cartagena solo costará $4,2 billones de pesos ($13,5 billones menos que el de Barranquilla).
Pero lo que más llama la atención es que todos los planes, sin excepción, dicen no contar con los recursos necesarios, disponibles o palabreados para hacerle frente a sus respectivas metas. Los mandatarios anotan que irán a pedir recursos al papá Estado, el cual, como hemos dicho, los tiene amarrados, esperando que vayan a hacerle antesala y lagarteo.
La nueva línea de metro para Medellín vale $2.8 billones de pesos, de los cuales solo tiene $600 mil millones, el resto lo colocará el Estado. El drenaje sostenible de Cartagena vale $1 billón de pesos, de los cuales solo tiene $150 mil millones, el resto lo colocará el Estado. La revolución educativa del Alcalde Ermitage en Cali se realizará, según éste, con un préstamo de US$100 millones que el Gobierno Nacional conseguirá con el Banco Interamericano de Desarrollo-BID, más $260 mil millones del presupuesto nacional. En Barranquilla, casi todo es plata del gobierno central.
En fin, la romería de solicitudes continúa. ¿Y los pequeños municipios qué?, ¿qué pasa con aquellos que no tienen interlocución, ni capacidad política?, ¿qué pasa con todos aquellos sin padrinazgo claro? Por supuesto, están condenados a la pobreza, el abandono y la inequidad.
Esas son las consecuencias de un país tristemente centralista.
© Blogs Uninorte, 2016
SOURCE: Blogs Uninorte
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