El gigante chino del petróleo Sinopec perfora pozos sin sacar una sola gota de petróleo crudo. Cerca de Pekín, extrae el calor del subsuelo gracias a una tecnología islandesa, una fuente de energía limpia pero cara.
En su apartamento nuevo, el jubilado Li Fuzeng mira a sus nietas saltar descalzas sobre un suelo cálido. Pese al frío del exterior, hay 28 grados en el suelo, y en un rincón un mandarino luce repleto de cítricos. “Esta calefacción en el suelo funciona de forma fantástica. ¡Y es energía limpia!” se entusiasma el sexagenario.
Este calor no proviene de una central de carbón (como el 65% del consumo energético chino), sino que es directamente bombeado a hasta 1.500 metros de profundidad, en medio de un complejo residencial.
“Se inyecta agua en el ‘pozo’, y vuelve a salir a unos 70 grados” para alimentar la calefacción de las viviendas, explica Chen Menghui, director de la rama provincial de geotermia de Sinopec. El agua es luego reinyectada bajo tierra para un nuevo ciclo.
En el distrito de Xiong, donde vive Li a 110 kilómetros de Pekín, Sinopec opera 68 pozos de este tipo, suministrando calefacción a más del 95% de las viviendas (cerca de 400.000 habitantes).
Pero este distrito “modelo” es una excepción: aunque las reservas chinas de calor subterráneo son inmensas (1/6 parte del potencial geotérmico mundial), en especial en las montañas de Tíbet y de Sichuan, apenas satisfacen menos del 0,5% del consumo energético del gigante asiático.
Aliado islandés
Sinopec, en busca de tecnologías apropiadas, ha hallado como aliado al islandés Arctic Green Energy. Islandia es el Eldorado de las fuerzas telúricas.
En régimen de coempresa, los dos grupos invirtieron en Xiong 400 millones de yuanes (EUR 55 millones, USD 58 millones) en ocho años.
Pero hubo que hacer adaptaciones: “Islandia alberga temperaturas superiores a 250º C, con lo que se puede hacer funcionar centrales eléctricas” explica Wang Yanxin, geólogo de Sinopec. “Aquí, al margen de Sichuan y Tíbet, no se superan los 150º C. Nos concentramos en los sistemas de calefacción”, explica.
Sinopec, mastodonte de las energías fósiles afectado por las reestructuraciones de los grupos estatales y por la caída de los precios del crudo, invierte ahora masivamente en las energías renovables.
Gracias a sus instalaciones geotérmicas el grupo dice calentar 40 millones de m2 en China (Xiong concentra el 10%), lo que permite evitar la emisión de 3 millones de toneladas de CO2 por año.
Las ambiciones de Sinopec van al unísono del 13 plan quinquenal del régimen comunista, que aspira a un 15% de energías renovables en su combinado energético en 2020, para disminuir así la dependencia del país ante el carbón y reducir una contaminación endémica
Pequeños beneficios
Sin embargo, Lin Boqiang, profesor de la universidad de Xiamen, se muestra muy circunspecto: “Comparado con el de la energía solar o eólica, el precio de coste de la geotermia es increíblemente alto. Es un problema persistente. Solamente veo un futuro prometedor en (la energía) solar”.
En Sinopec, Duan Qiaohong, un responsable del Partido Comunista en el seno de la coempresa sino-islandesa, lo admite a medias: el sector tiene “pequeños beneficios” y depende de las subvenciones locales.
Pero inmediatamente matiza: “Otros grupos públicos nos imitan, la competencia va a alentar la innovación” hacia tecnologías menos caras. Y añade: “La geotermia responde a los imperativos medioambientales del momento”. AFP
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