Por: Eliana Prada y Martin Inthamoussu
Los datos son importantes para las industrias culturales porque permiten a los tomadores de decisiones comprender mejor el impacto económico y social de sus actividades. Los datos ayudan a identificar oportunidades y amenazas para el sector creativo y sirven como insumo para la toma de decisiones estratégicas.
Las industrias culturales y creativas son un motor clave del desarrollo económico y social de nuestra región. Representan alrededor del 3.1% de la economía mundial y contribuyen con más de 524 millones de dólares en exportaciones, mientras que la exportación de servicios creativos alcanzó 1,1 billones de dólares. Las industrias creativas representan, además, el 6,2% del empleo global. La UNCTAD estima que, en 2020, los bienes y servicios creativos representaron el 3% y el 21% del total de las exportaciones de mercancías y servicios, respectivamente.
Con las enseñanzas transitadas por la pandemia, y aún en plena curva de aprendizaje, el ecosistema creativo se ha vuelto cada vez más competitivo. Las industrias creativas se encuentran con mayor necesidad de acceder a los beneficios de las nuevas tecnologías para ser más innovadoras, eficientes y receptivas a sus audiencias y consumidores. Además de proporcionar nuevas oportunidades de colaboración entre organizaciones de todo el sector, incluidos organismos públicos como las autoridades locales, el análisis de datos también permite a las organizaciones individuales comprender mejor los comportamientos del sector creativo desde distintos puntos de vista.
A pesar de que en los últimos años se ha hablado mucho sobre la importancia de los datos en las industrias culturales y creativas, todavía existen algunos sectores que no han sabido sacarles el máximo provecho y están perdiéndose oportunidades inimaginables a la luz de las tecnologías disponibles. El pasado viernes 24 de febrero, organizamos desde la Unidad de Creatividad y Cultura del BID un diálogo junto a Magdalena Moreno de IFACCA y Sunil Iyengar de National Endowment for the Arts para analizar qué papel juegan los datos en la economía creativa y cómo están cambiando la forma en que estas industrias funcionan en la región generando empleo e inclusión social.
Los datos y la cultura
El uso de hechos, métricas y datos para guiar las decisiones estratégicas que se alinean con las metas, objetivos e iniciativas es clave para la toma de decisiones basada en datos. Cuando las organizaciones culturales se dan cuenta del valor total de sus datos, se toman mejores decisiones. Sin embargo, esto no se logra simplemente eligiendo la tecnología analítica adecuada para identificar la próxima oportunidad estratégica. Hay que saber también cómo procesar esos datos y transformarlos en acción que eventualmente logre incidir en la formulación de políticas públicas para promover el ecosistema creativo de nuestra región.
Los datos son cada vez más importantes para la economía creativa en su totalidad, pero en particular para los sectores creativos como el audiovisual y la industria fonográfica. Los datos existentes ofrecen a estas industrias información específica sobre sus públicos, géneros y tendencias populares, dónde las audiencias son vistas como prosumidores[1] y no meros compradores de entradas.
Esta información también nos sirve para identificar cuáles son los contenidos que no conocen, porque aún no han tenido acceso a ellos, y así poder diseñar estrategias relevantes de introducción y desarrollo de audiencias, así como políticas publicas efectivas y eficientes.
Magdalena Moreno considera que es crítico que las organizaciones tengan acceso a datos para conocer a sus destinatarios para poder argumentar con criterio y evidencia.
La “big data” también se puede utilizar para predecir las tendencias en el mercado para que la oferta pueda responder rápidamente si ven que se abre una nueva oportunidad o una tendencia existente que cambia de dirección. Por ejemplo, la big data podría alertarlo si hay un aumento repentino en la demanda de libros sobre su tema; entonces sabría que pronto puede haber una mayor demanda de sus servicios porque más personas leerán sobre el mismo. Esto no significa en absoluto que el mercado cultural empiece a crear solo a niveles que indica la demanda. Por el contrario, los datos nos ayudan a identificar las oportunidades de crecimiento para nuestra propia voz artística. El arte y la creación siempre están en el centro, los datos ayudan a tomar decisiones que sean sustentadas en lo que la realidad nos indica.
Del mismo modo, también ayuda en las decisiones de marketing y comunicación para las industrias culturales, orientándolas hacia su público objetivo, la plataforma ideal para el acceso y los métodos de promoción más efectivos. Es un gran desafío proveer de recomendaciones si no se dispone de datos accesibles o los que están son inconsistentes. Morena plantea que en su trabajo para UNESCO se encontró con la situación de ausencia de datos que no permitía que su labora fuera del todo consistente. También, en sus descubrimientos, plantea que hay sectores mas desarrollados en torno a este tema, como el audiovisual, en comparación con otros como el de las artes visuales.
Sunil Iyengar plantea ejemplos concretos de datos que los han ayudado a desarrollar algunas políticas especiales dentro del National Endowment for the Arts. Esta organización mantiene la cuenta satélite que le da datos como el aporte de las industrias creativas y culturales al PBI del país, la cantidad de trabajadores en el sector o cuanto cobran por su trabajo. No solo les ha servido para observar y hacer diagnóstico, sino para tomar decisiones estratégicas. Estos datos les han ayudado a observar como las artes y la cultura aportan el 4% de la economía del país, número superior a la agricultura, el transporte o la minería del Estados Unidos. También detectaron que hay un superávit de exportaciones de bienes y servicios culturales.
Conclusión
Cuando el dinero es público, aportado por los contribuyentes, y las decisiones no se basan en datos, simplemente se transforma en un uso irresponsable y subjetivo de recursos por parte del gobernante de turno. Los datos hablan por las audiencias y las audiencias son los contribuyentes. No se puede diseñar programas solo por una percepción, hay que argumentarlos y crear valor con esos recursos es una responsabilidad que se puede traducir en impacto económico y social, respaldando nuevas ideas con pruebas sólidas.
Aunque se incentiva cada vez más a que las ICC revisen sus modelos de negocio tradicionales a través de la incorporación del uso de datos, las barreras conceptuales y organizativas cuestionan los beneficios del análisis de datos y ralentizan su adopción, lo cual dificulta medir el impacto real de las políticas públicas.
Afortunadamente, no solo hay herramientas disponibles que pueden ayudar a superar estos obstáculos, tanto en términos de obtención de datos como de uso efectivo sino que cada vez más todos los actores del ecosistema creativo somos más concientes de la necesidad y el impacto de los datos para fortalecer estas industrias. ¡El futuro es prometedor para el análisis cultural!
Si te interesa este tema, te invitamos a ver la charla “La importancia de los datos en los sectores culturales y creativos” aquí: link.
Bibliografía:
Nuccio, M & Bertacchini, E, Data-driven arts and cultural organizations: opportunity or chimera?, European Planning Studies, 2021
Waller, D, 10 Steps to Creating a Data-Driven Culture, HBR, 2020
Nota publicada en Los Blogs del BID reproducido en PCNPost con autorización
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