Por: Andrés Quintero Olmos.
El Museo Caribe en Barranquilla es un inmenso logro para la emancipación de la cultura caribeña, un hito que la divulga y preserva en el marco de su diversidad. Sin embargo, en la transformación cultural que requiere la capital del Atlántico y su región, el Museo Caribe se queda corto.
El sector cultural no es una prioridad en Colombia, y menos en el Caribe, cuando debería serlo paralelamente al crecimiento educacional y de la Paz, en las cuales tanto ha querido invertir este Gobierno.
En general, nuestro país tiene una plataforma y oferta de museología muy pobre si se compara con países latinoamericanos como Perú, México o Argentina. Ahora que existe un boom de las galerías que exponen artistas contemporáneos de todas partes del mundo, materializando éxitos como el de ArtBo, ¿por qué no existe lo mismo en cuanto a los museos? Necesitamos abrirnos al mundo del arte y empezar a crear diálogos entre nuestra cultura y la reproducción artística extranjera.
Justo la semana pasada El Palacio de Bellas Artes en México D.F inauguró una exposición sobre el diálogo artístico entre Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci. Un gran triunfo que eleva, cada vez más, al D.F como centro cultural de Latinoamérica.
Barranquilla necesita dotarse de una sede, desde la institucionalidad, o no, del Museo Caribe, que le dé la oportunidad a sus coterráneos no solamente de conocer y apreciar su propia idiosincrasia, sino también de poder valorar culturas de otras latitudes. Más allá de los bailes, colores, vestimentas, leyendas, cantos y notas musicales del Carnaval de Barranquilla, la ciudad debe convertirse en el centro cultural de nuestra provincia y, por tanto, debe procurar traer exposiciones de arte universal que permitan que los caribeños no tengan que ir a Louvre o al Prado para saber de arte.
Es impensable que para ver un Giacometti o Max Ernst en Colombia tengamos que recostarnos sobre la generosidad privada del pintor Botero y de su excelente museo en Bogotá. ¿Dónde está el sector público en la promoción de la cultura? Botero reemplaza el Estado y hace la labor de exhibir obras de gran trascendencia, destacando la universalidad del arte y su importancia a la hora de poder apreciar las obras nacionales. Y esa es la clave: para poder valorar una cultura hay que primero estudiar y/o conocer a otras. ¿Cómo estimar una obra de Delacroix sin saber que ahí influyó grandemente Rubens? ¿Cómo apreciar al maestro Obregón sin conocer de la escuela cubista y expresionista que influyeron en su estilo?
La ciudad, como gran puerto sobre el mar Caribe que es, necesita pasar de los grandes proyectos de infraestructura a los grandes proyectos culturales. Lo uno no puede seguir sin lo otro, y sólo la combinación de ambos puede llamarse desarrollo.
Ciudades intermediarias en el mundo ya están dando el gran salto en atraer grandes exposiciones como Monterrey, Málaga, Lens, etc. para promover el acceso democrático a la cultura. Barranquilla, ¡muévete hacia el arte!
Imagen tomada de www.culturacaribe.org
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