Sus visitas generan un 14% del PIB municipal, pero los 27 millones de turistas de Barcelona son un quebradero de cabeza para la nueva alcaldesa, Ada Colau, que quiere impedir que este puerto mediterráneo se convierta en un parque temático.
“Tourists go home (turistas iros a casa)” es un lema habitual en fachadas de las zonas más céntricas de Barcelona donde se suele concentrar esta abultada afluencia de turistas difícil de absorber para una ciudad de 1,6 millones de habitantes que antes de los Juegos Olímpicos de 1992 apenas recibía visitantes.
Ahora es la tercera ciudad más visitada de Europa, solo por detrás de Londres y París, según un estudio elaborado en 2013 por Mastercard.
La llegada del verano y el calor lo ponen en evidencia: atascos de grupos turísticos en las callejuelas del barrio medieval, largas colas para visitar los edificios del arquitecto modernista Antoni Gaudí y playas abarrotadas donde apenas queda un palmo de arena libre.
“Barcelona está en una encrucijada. Si no se hace nada, en 30 o 40 años podría convertirse en Venecia, una ciudad completamente especializada en el turismo”, advierte a la AFP el geógrafo de la Universidad Autónoma de Barcelona Francesc Muñoz.
“Turismofobia”:
Esta hiperespecialización turística ya es un hecho en algunas zonas de la ciudad como la arbolada avenida de las Ramblas. Antiguo punto de encuentro de los barceloneses, las Ramblas son ahora un incesante ir y venir de turistas copado de souvenirs, tiendas de cadenas de moda y restaurantes de comida rápida.
“Estamos perdiendo la esencia. Donde antes había flores, ahora solo hay souvenirs”, lamenta Carolina Pallés, de la floristería más antigua de las Ramblas, fundada por su bisabuela en 1888. Enfrente de su parada, una pancarta cuelga de un balcón: “Barceloneses, volved a la Rambla”.
“Los clientes tradicionales han dejado de venir porque no tienen espacio para andar ni mover el carro de la compra”, se queja Xavier Alonso, un pescadero del cercano mercado de la Boquería cuya facturación cayó un 50% en cinco años.
El verano anterior hubo incluso manifestaciones en la Barceloneta en contra del turismo que prolifera en ese barrio marítimo con la principal playa de la ciudad. “El boom turístico ha sido un proceso muy rápido, de 25 años, y la ciudad no lo absorbió bien. Esto ha generado esta turismofobia”, explica el experto en turismo Francesc López Palomeque, añadiendo que la respuesta del ayuntamiento a este fenómeno fue insuficiente.
Un icono en peligro:
Ahora Ada Colau, una activista antidesahucios apoyada por el movimiento de los “indignados”, se lanza a elaborar un plan para hacer compatible la vida cotidiana de sus habitantes con esta valiosa actividad que genera 120.000 puestos de trabajo.
Su primera medida, anunciada el jueves, fue congelar la concesión de licencias de alojamiento turístico durante un año.
Entre la treintena de proyectos afectados hay un hotel de cinco estrellas de la cadena estadounidense Hyatt que debía inaugurarse en 2017 en la torre Agbar, uno de los símbolos del ‘skyline’ barcelonés. El fondo Emin Capital había invertido ya 150 millones de euros para este hotel que debía generar alrededor de 1.000 puestos de trabajo.
“Barcelona es un modelo mundial en cuanto a turismo. Todos los inversores quieren venir aquí pero si creamos inseguridad jurídica, cambiarán de lugar”, advierte el presidente de este fondo, Jordi Badia.
Actualmente la ciudad tiene 600 hoteles con 74.000 habitaciones y alrededor de 9.600 apartamentos turísticos registrados. Sin embargo, se sospecha que la cifra de apartamentos turísticos irregulares que se promocionan a través de plataformas como Airbnb es muy superior.
Según un estudio de la patronal de hoteleros española Exceltur, en Barcelona las plazas ofertadas a través de este tipo de plataformas superan las 137.000. Muchos ven en estos alojamientos la causa principal de la saturación turística.
“Hay una campaña para darnos mala imagen porque les quitamos mercado”, argumenta Enrique Alcántara, presidente de la patronal de apartamentos Apartur asegurando que los propietarios de estos apartamentos ayudan a “dispersar a los visitantes de la ciudad y redistribuir los beneficios del turismo.
Las negociaciones para llegar a un pacto que haga el turismo sostenible y descongestione las zonas más saturadas de la ciudad se prevén largas, pero existe consenso en la necesidad de alcanzarlo.
“Actualmente Barcelona es un icono turístico mundial. Pero si los problemas persisten pueden ensuciar esta imagen y acabar afectando al turismo de la ciudad”, advierte López Palomeque. (AFP)
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora