Por: David Malpass
Presidente del Grupo Banco Mundial
En todos los medios, vemos imágenes de plásticos flotando en los océanos, dañando la vida silvestre y contaminando las playas. En la actualidad,
Además de la carga de residuos, ha disminuido el reciclaje, dado que, por el momento, se han suspendido muchos programas debido a cuestiones sanitarias relacionadas con la pandemia. A raíz del nivel históricamente bajo de los precios del petróleo, el costo del plástico virgen disminuyó, por lo que su uso ha aumentado en detrimento de la resina reciclada que, si bien es más inocua para el medio ambiente, es más costosa.
A menudo, los países en desarrollo carecen de sistemas eficaces de gestión de residuos y plantas específicas de recolección y tratamiento de plástico, lo que plantea enormes dificultades para alcanzar el objetivo de reducir la cantidad de este elemento que ingresa a nuestros océanos.
Para detener la afluencia de plásticos a los ríos y los océanos es fundamental mejorar considerablemente la gestión de los residuos plásticos, que están agravando los problemas causados por la pesca excesiva, las aguas residuales no tratadas y la escorrentía agrícola, y la deficiente planificación del desarrollo costero.
Combatir la contaminación por plástico
En la actualidad, el GBM ha asignado USD 1000 millones (1300 millones de dólares de Singapur) a proyectos en curso sobre gestión de residuos sólidos y otras actividades para prevenir la contaminación por plástico, y tiene en cartera otros proyectos por valor de USD 2000 millones.
Estas iniciativas incluyen apoyo a los Gobiernos a través de inversiones en la gestión de los residuos sólidos y otros sectores, como la resiliencia costera y el turismo; la mejora de las condiciones laborales de los recolectores de residuos; la colaboración con empresas para reformular el diseño de los productos y los envases, y servicios de asesoría sobre políticas orientadas a crear incentivos para lograr que los mercados de reciclaje sean más sostenibles e inclusivos.
Por ejemplo, Indonesia prevé reducir los residuos plásticos marinos en un 70 % para 2025, y ha elaborado un nuevo programa de gestión de residuos, por valor de USD 2300 millones.
Esto incluye una contribución de USD 100 millones del Banco Mundial, con inversiones específicas en la gestión de la basura marina. Este proyecto proporcionará apoyo a más de 12 ciudades a medida que mejoren la recolección y el tratamiento de residuos sólidos, con el objetivo de reducir a la mitad la fuga de residuos plásticos de esas ciudades.
El Banco está trabajando con China para promover políticas orientadas a disminuir la contaminación por plástico derivada de los residuos sólidos municipales y las prácticas de los sectores manufacturero y agrícola.
“Tenemos la oportunidad y la responsabilidad de encarar la reconstrucción de modo que sea sostenible, más verde, más azul y más próspera. Dado que se trata de un servicio público esencial, en los planes de recuperación se debe asignar prioridad a la gestión de los residuos sólidos”.
En Vietnam, Tailandia y otros países de Asia y en otras regiones, como América Latina y África, la Corporación Financiera Internacional (IFC) y el Banco Mundial están catalizando la transición a una economía circular. Con ese fin, están evaluando las cadenas de valor del plástico y respaldan inversiones del sector privado en materiales nuevos, envases sostenibles y mercados de reciclaje.
Recientemente, por ejemplo, IFC proporcionó a Indorama Ventures, una empresa internacional que fabrica resina plástica, el primer préstamo azul orientado exclusivamente a abordar la contaminación por plástico en el mar. El paquete de financiamiento de USD 300 millones ayudará a Indorama a alcanzar su objetivo de reciclar, para 2025, 50 000 millones de botellas de politereftalato de etileno (PET) al año en diversos países del mundo, entre ellos Tailandia, Indonesia, Filipinas, India y Brasil.
En Asia meridional, un nuevo proyecto regional por valor de USD 50 millones permitirá frenar la contaminación por plástico en la región y acrecentar la innovación ecológica para reinventar el plástico descartable y la producción.
Además, IFC está ayudando a los bancos a elaborar instrumentos financieros novedosos dirigidos a proyectos que tengan por objeto proteger los océanos y los millones de medios de subsistencia de las poblaciones vulnerables que dependen de ellos.
Asimismo, IFC está respaldando a Gobiernos subnacionales y actores del sector privado que integran la cadena de valor del plástico, incluidos los fabricantes de resina, las marcas internacionales y las empresas de reciclaje que pueden colaborar en la lucha contra los residuos plásticos.
Esta labor cuenta con el respaldo de programas del Banco Mundial, como PROBLUE, que brinda ayuda a unas 40 iniciativas sobre contaminación por plástico en todas las regiones. En Nigeria, por ejemplo, PROBLUE respalda evaluaciones de las cadenas de valor regionales del plástico y salva las brechas de conocimientos. En Mozambique, el Banco Mundial está trabajando con el Gobierno y el sector privado en la búsqueda de soluciones ecológicas novedosas y la creación de empleos que beneficien al medio ambiente.
Reacción a la pandemia
, con el objeto de respaldar las medidas que adopten los países para abordar las crisis sanitarias y económicas y avanzar hacia la recuperación.
Tenemos la oportunidad y la responsabilidad de encarar la reconstrucción de modo que sea sostenible, más verde, más azul y más próspera. Dado que se trata de un servicio público esencial, en los planes de recuperación se debe asignar prioridad a la gestión de los residuos sólidos.
En dichos planes se pueden incorporar nuevos incentivos normativos para reducir el uso excesivo de plástico, mejorar la gestión de los residuos de ese material y adoptar políticas para clasificar correctamente los plásticos y convertirlos en recursos valiosos al tiempo que se evitan los costos ambientales y económicos. En la actualidad, los precios bajos del petróleo generan una oportunidad importante para establecer condiciones de igualdad para el plástico reciclado mediante la reducción de los subsidios a los combustibles que inclinan la balanza en favor del plástico virgen y absorben los escasos recursos fiscales.
, en un marco de innovación y colaboración de todos los sectores en cada etapa de la cadena de valor.
Así como el capital verde puede ser un motor de empleos y desarrollo, el capital azul puede contribuir a impulsar la reconstrucción, reducir la pobreza y alcanzar la seguridad alimentaria. Vale la pena invertir con ese propósito.
Esta columna de opinión se publicó originalmente en The Straits Times
Nota publicada en Voces, Perspectivas del desarrollo del Banco Mundial, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: Banco Mundial
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