Por: Axel van Trotsenburg.
Vicepresidente Desarrollo Financiero.
Hace poco fui testigo de la creación de una gran obra de arte. En un mural en el que se muestra la historia de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Banco Mundial para las personas más pobres, se recrean los numerosos cambios transformadores que ha atravesado el mundo desde la fundación de la AIF en 1960.
La “revolución verde” evitó una hambruna generalizada en Asia meridional en la década de 1970. El Protocolo de Montreal contribuyó a proteger la capa de ozono del planeta. Haití reconstruyó sus hogares y escuelas tras un terremoto devastador.
Con el mejor ánimo de cooperación internacional, la AIF y sus asociados estuvieron ahí para ayudar a los países más pobres en cada momento.
La cooperación y las alianzas han dado paso a un período de crecimiento y reducción de la pobreza sin precedentes. El porcentaje de la población que vive en pobreza extrema en todo el mundo cayó a menos del 10 % en 2015. Hoy en día, aproximadamente 700 millones de personas viven en pobreza extrema, lo que constituye una reducción de más de 1000 millones desde el año 2000.
A nivel de los países, el espíritu de multilateralidad que sustenta a la AIF ha dado resultados considerables en temas tan variados como el cambio climático y la fragilidad, la respuesta a las crisis y el acceso a infraestructura básica.
En las zonas rurales de Bangladesh, por ejemplo, casi 5 millones de personas ahora cuentan con electricidad generada a partir de la energía solar y cada mes se conectan al sistema unos 20 000 hogares. En Viet Nam, la agricultura con un planteamiento inteligente en relación con el clima contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 30 % y un 35 %. En los campos de refugiados de Etiopía y Kenya, más de 1,5 millones de personas se beneficiaron con la ampliación de los servicios de salud, nutrición y saneamiento durante un período de dos años, que los ayudó a recuperar la estabilidad y la dignidad.
Para garantizar logros en materia de desarrollo como estos y acelerar otros objetivos, necesitamos el apoyo firme y constante de nuestros asociados, especialmente ahora que finalizaremos las negociaciones relativas a la reposición de los recursos de la AIF en Yogyakarta, Indonesia, la semana próxima.
La AIF ya es una de las herramientas más importantes e innovadoras que posee la comunidad internacional para afrontar estos desafíos. Por eso, el decimoctavo período de reposición de los recursos de la AIF (AIF-18), que abarca inversiones en los países prestatarios desde julio de 2017 a junio de 2020 podría ser incluso más transformador.
Mediante el paquete de políticas y financiamiento se insta a duplicar los recursos para los países que se enfrentan a situaciones de fragilidad, conflicto y violencia, y a hacer frente a las causas básicas de estos riesgos antes de que se vuelvan más peligrosos. Se propone destinar financiamiento adicional para los refugiados y las comunidades de acogida.
El fondo apunta a movilizar capital privado y a ampliar el desarrollo del sector privado, especialmente en las situaciones de fragilidad, al tiempo que se forjan compromisos normativos más sólidos en distintos ámbitos: cambio climático, género, gobernanza, fortalecimiento de las instituciones, empleo y transformación económica. En la AIF-18 también se hace hincapié en una respuesta más firme a las crisis, la preparación para casos de pandemias, los pequeños Estados y la integración regional.
Para financiar este paquete transformador, la AIF intentará aprovechar su capital combinando las contribuciones de los donantes con recursos internos y fondos obtenidos a través de los mercados de deuda; esto le permitirá proporcionar a sus clientes miles de millones de dólares adicionales. Recientemente, la AIF recibió calificaciones crediticias AAA y Aaa de S&P y Moody’s, un primer paso importante para poder acceder a los mercados de capital. Las calificaciones reflejan la solidez del capital y los mecanismos de administración de la AIF, su estructura de gestión interna, el fuerte respaldo de los donantes y la capacidad para obtener resultados.
La semana próxima, la comunidad mundial finalizará las negociaciones en Indonesia sobre las políticas y el financiamiento para la AIF-18. Esta es nuestra oportunidad para afrontar directamente los desafíos del siglo xxi, de confirmar que estamos haciendo todo lo posible para ayudar a los Gobiernos a funcionar correctamente, garantizar que las mujeres tengan acceso a la banca electrónica, construir viviendas que resistan las inclemencias climáticas y establecer sistemas de alerta temprana en zonas propensas a los ciclones.
Esta es nuestra oportunidad para ayudar a interrumpir el ciclo de conflictos y pobreza mediante la creación de sectores privados sólidos y la generación de empleo, y el aprovechamiento de la energía solar para que los niños puedan estudiar de noche.
Esta es nuestra oportunidad para delinear un futuro mucho mejor para las personas pobres y vulnerables, y para guiarlas hacia el camino de la autosuficiencia. Juntos podemos hacerlo.
Nota publicada en Voces, Perspectivas del desarrollo del Banco Mundial, reproducida en PCNPost con autorización
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