Atelopus Farci, la rana bautizada como la guerrilla FARC en Colombia

Fue bautizada como Atelopus Farci por su facilidad para camuflarse en zonas ocupadas por la guerrilla FARC, pero esta rana descubierta hace unos 30 años en Colombia se extinguió cuando los rebeldes perdieron control de esos territorios.

John Douglas Lynch es profesor de la Universidad Nacional de Colombia, y el descubridor de esta ranita, cuyo nombre evoca a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas), alzadas contra el Estado desde 1964.

“Vestida de camuflaje, escondida en el bosque… se me ocurrieron las FARC. En la descripción (académica) fui cuidadoso de no hablar de ningún aspecto político revolucionario, pero estaba impresionado de que esta guerrilla estaba protegiendo los bosques andinos”, cuenta un español con fuerte acento inglés.


Antelopes Farci, Universidad Nacional, Bogotá, Colombia. Febrero 24, 2016. AFP PHOTO/Felipe Caicedo

Antelopes Farci, Universidad Nacional, Bogotá, Colombia. Febrero 24, 2016. AFP PHOTO/Felipe Caicedo


La Atelopus Farci, una de las 730 especies diferentes de ranas contabilizadas actualmente en Colombia, era de color olivo: los machos tenían tubérculos en la espalda y las hembras eran más lisas.  Se alimentaba de insectos y vivía en bosques andinos por encima de los 2.000 metros, en los alrededores del municipio de Albán, en Tolima (centro), cuenta este experto estadounidense, que en 1985 recolectó unos 200 ejemplares en una sola noche.

Pero no fue el aspecto de la Atelopus Farci, sino su nombre, lo que causó revuelo.

Fue una decisión de él, yo nunca le he preguntado por qué lo hizo, pero personalmente me parece que en este país fue una estupidez. Eso lo pudo haber hecho objetivo militar de otros grupos. Incluso, del mismo gobierno: Gustavo González, alumno de la maestría de ciencias biológicas de la Universidad Nacional.

Secuestro como freno a la ciencia:

La presencia de la guerrilla en los bosques de Albán mantuvo la frontera agrícola lejos de la Atelopus Farci, que disfrutó de un ecosistema virgen hasta finales de los 1990. Pero esa misma violencia que la conservó limitó también el trabajo científico de Lynch.

El investigador llegó a pagar una especie de “vacuna” (peaje) para ser acompañado por un guía guerrillero en algunas de sus expediciones, pero abandonó las visitas a terreno luego de ser secuestrado por unos días en 1999 por las FARC y en 2000 por el Ejército de Liberación Nacional (ELN, guevarista), segunda guerrilla de Colombia.

En relación a la actividad de los científicos, “el principal impacto que ha tenido el conflicto es limitar el acceso al territorio, limitar la posibilidad  de hacer investigación formal, duradera, verificable en una buena parte del país”, explica a la AFP Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, referencia en el estudio de la biodiversidad en Colombia.

Como la Atelopus Farci, varias especies fueron afectadas por la guerra interna. Lina Tono investigó el tema para su tesis de maestría, titulada “Animalario de la guerra y la paz en Colombia”.

En el caso del mono araña café (Ateles hybridus), cuenta Tono a la AFP, la baja de intensidad del conflicto aumentó los cultivos de palma, disminuyendo el bosque nativo donde viven estos primates.

Guerra y conservación:

Cuando el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) aumentó la presencia de fuerzas militares en todo el país, la guerrilla se replegó en algunas zonas y Lynch regresó a Albán. Pero por más que buscó a la Atelopus Farci, la ranita no aparecía.

Notó que las aguas por donde antes solía encontrarla olían mal, y detectó la falta de renacuajos de la misma especie. Tras investigar, encontró algunas granjas de cerdos que aprovechando el mayor acceso a territorio se habían instalado metros más arriba y estaban contaminando las fuentes hídricas con residuos.

Las especies andinas del tipo de la Atelopus Farci son muy restringidas geográficamente y si se destruye el bosque en el que habitan, desaparecen. El científico, que ha descubierto 250 especies de ranas, supone que eso fue lo que pasó. Lynch cree que el fin de la guerra en Colombia, que el gobierno y las FARC esperan sellar este año, puede afectar la preservación de la fauna.

Sin embargo, para Baptiste, aunque las FARC y otras guerrillas han implantado reglamentos de manejo de bosques y pesca en zonas de su dominio, la conservación de ciertas especies debido a la violencia ha sido más bien un fenómeno coyuntural.

Ambos coinciden en que si finalmente se firma la paz, se abrirán nuevos horizontes para la ciencia colombiana. AFP


 

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