Por: César Lorduy.
En 1967 nacen ISA y Corelca, siendo esta última accionista de la primera en un 20%, en unión de la Empresa de Energía de Bogotá, la de Medellín, la CVC e Icel, y con ello el compromiso para Corelca de comprar el 20% de toda la energía generada por ISA, la cual no se podía enviar a la Costa Caribe todo el tiempo, debido a la poca capacidad de las líneas de transmisión y al hecho que, de manera frecuente, las torres de dichas líneas eran voladas por la guerrilla, sufriendo nuestra región constantes apagones.
En 1976 llega el gas natural a las térmicas. En ese momento, con el objeto de fomentar la demanda de ese combustible y desmotivar el uso del fuel oil, el Gobierno Nacional crea un subsidio al consumo del gas del que disfrutaron totalmente Termobarranquilla I y II, Termocartagena I y II, y parcialmente Termoguajira I y II, que hoy funcionan solo a carbón, luego de superar de manera adecuada problemas ambientales relacionados con la disposición de las cenizas, tal como operan Termopaipa y Termosajero.
Después del apagón en 1992 surgieron inversiones costeñas, pagadas por costeños, que constituyeron la solución al fantasma de los apagones en Colombia, las cuales se materializan en Termoflores y Tebsa, que utilizan como combustible el gas natural de una forma más eficiente, pero que no logran disfrutar totalmente del subsidio, ya que el mismo se limita hasta 160 mpcd (millones de pies cúbico diarios), y que desaparece en beneficio de las térmicas totalmente en 1996, para trasladarse a los usuarios más pobres.
So pretexto de contribuir a la solución del apagón, surgen en el interior del país Termocentro, Termosierra, Termovalle, Termocali y Termomerieléctricas que no pueden utilizar gas natural en el lugar en donde están ubicadas, por lo que tuvieron que hacer inversiones para demostrar que podían utilizar fuel oil o diésel, pero que la gran mayoría del tiempo no generan.
Todas las térmicas construidas antes del año 2008 tienen derecho a recibir un pago por parte del Estado, llamado ‘cargo por confiablidad’, el cual reconoce el costo de toda la inversión más un 12% mínimo de rentabilidad, pago que también reciben después del año citado todas las térmicas que participan en la subasta de energía y sean adjudicatarias, y en caso de que generen también reciben el precio de bolsa por cada kw/h generado.
El requisito para obtener ese pago es que las térmicas deben acreditar un contrato de suministro de combustible, por lo que el costo del mismo es indiferente habida cuenta de que siempre se les reconoce su valor, y en caso de que no lo utilicen, como de hecho no utilizan el gas las térmicas ubicadas en el interior del país, lo terminan vendiendo generalmente a un mayor costo en el mercado secundario del gas.
Es hora de actuar en contra de la artificial demanda de gas que se genera por las térmicas, en especial las del interior del país, y la consecuente presión sobre el precio del mismo, si todo ello va dirigido a obtener a como dé lugar un contrato de compra de combustible, requisito sin el cual no pueden recibir el pago por ‘cargo de confiabilidad’, generen o no generen, y que la Creg abra una subasta para que el país cuente con un robusto sistema de generación térmica a base de carbón, tal como sucede en Brasil.
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