Por: Andrea Ortega.
¿Qué tiene en común un reloj con una inversión? Cuando Peter Henlein inventó el primer reloj portátil, sólo pensó en la medición del tiempo, sin imaginar que este dispositivo podría llegar a medir sus pasos o la temperatura.
De la misma forma, el éxito de una inversión se evaluaba según sus retornos privados, sin medir las ganancias medioambientales o sociales. Hoy, el escenario es diferente y así como esperamos tener un reloj capaz de medir variables más allá del tiempo, buscamos inversiones que generen retornos más allá del dinero.
La Reunión Anual de la Asamblea de Gobernadores BID-CII 2017 está en progreso y abre del debate de cómo incentivar el crecimiento de América Latina y el Caribe, tanto en el sector público como privado. En este contexto, resulta inevitable hablar de los beneficios que generan las inversiones en proyectos que tengan un alto impacto en el desarrollo.
Este tipo de inversiones ha ido creciendo de forma sostenida. Sólo en 2015 alcanzaron los US$35,5 mil millones, de acuerdo a una encuesta desarrollada por la Red Global de Inversiones de Impacto (GIIN, por sus siglas en inglés). De estos, cerca de un 60% se hizo en mercados emergentes, como América Latina y el Caribe.
¿Cómo medimos el impacto en el desarrollo?
Al igual que con un reloj inteligente, que te puede impresionar con nuevas ventajas, las inversiones de alto impacto en el desarrollo sorprenden por sus beneficios sociales. El desafío es medir este impacto, y para eso el desarrollo de herramientas es fundamental.
Para analizar áreas específicas hoy existen instrumentos como: la herramienta de gestión de género WEPs, que evalúa de forma gratuita el desempeño de una compañía en igualdad de género, y Global Forest Watch Pro, que permite a los bancos monitorear índices de deforestación y alarmas de incendio en áreas forestales administradas por sus clientes.
Aunque a veces es necesario utilizar más de una herramienta para poder medir con claridad los retornos sociales. En el caso de la Corporación Interamericana de Inversiones (CII), la implementación de diversos instrumentos internos ha permitido proyectar el impacto que tendrán las operaciones aprobadas durante 2016. Así, podemos destacar tres beneficios que este tipo de inversiones generan en la región:
1. Son más sostenibles
Apoyar proyectos que permitan aumentar el uso de energías renovables es clave para cuidar los recursos naturales y, en el largo plazo, disminuir los costos energéticos de América Latina y el Caribe. Así, cerca del 90% de la capacidad de generación de energía que se construirá con los proyectos financiados por la CII en 2016 corresponde a energía renovable. Además, se espera que estos proyectos reduzcan en 4.5 millones de toneladas las emisiones de carbono durante su vida operativa.
2. Generan más oportunidades
En América Latina y el Caribe, el 80% de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYME) no tiene acceso al financiamiento, pese a que proveen cerca del 90% del empleo en la región. A través de los proyectos aprobados en 2016, la CII espera financiar a más de 70 mil MIPYME, y generar cerca de 10 mil empleos de construcción en el sector de infraestructura de la región.
3. Permite mejorar los índices de desarrollo
En América Latina y el Caribe todavía hay demandas por necesidades básicas y se lucha por disminuir los índices de pobreza. Y aunque todavía queda mucho trabajo por hacer, las proyecciones de los proyectos aprobados el año pasado son optimistas. Así, a través de sus inversiones, la CII espera otorgar soluciones de vivienda a más de 63 mil hogares y beneficiar a más de 17 mil estudiantes a través de proyectos educacionales.
Por esta razón, el desafío está en seguir buscando inversiones que funcionen como los relojes modernos, capaces de agregar valor y de optimizar los recursos, para lograr el mayor impacto posible en el desarrollo y cambiar la forma de hacer negocios en la región.
Al final, “un negocio no es más que una idea para mejorar la vida de otras personas”, como lo ha mencionado Richard Branson, inversionista y fundador del Grupo Virgin.
Andrea Ortega es la editora de Negocios Sostenibles y parte del equipo de Relaciones Externas del BID, donde asesora en temas relacionados al sector privado.
Nota publicada en el blog “Negocios sostenibles” de la Corporación Interamericana de Inversiones-CII (Miembro del Grupo BID), reproducido en PCNPost con autorización.
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