Por: Eduardo Lleras Losada.
“Mal salió el asunto para todos. Mal para Vicky Dávila, mal para el viceministro, mal para Palomino, mal para el periodismo y mal para el país”, escucho hasta el cansancio en los medios.
Por mi parte siento todo lo contrario, que para todos salió bien el asunto.
Bien para Vicky Dávila, que logró con la publicación del video la renuncia de un General al cual venía denunciando por diversas irregularidades contra ella y la institución que representaba.
Bien para el Viceministro que se libera de la tortura que le imprime el yugo de un secreto humano y le permite vivir en libertad.
Bien para Palomino que se retira del más alto cargo de la Policía, y que le permite hacer uso de su pensión y de la tranquilidad del retiro.
Bien para el periodismo pues se abre el debate de los límites de la profesión y se trazan los lineamientos futuros de su alcance.
Bien para el país ya que se pone el dedo en la llaga sobre temas inaplazables que nos permitirán construir un proyecto de país distinto.
Bien para la sociedad pues alborota la morronguería insoportable y nos pone a opinar desde distintas orillas, con profundidad y sin ella, sobre temas que nos deben ocupar.
Con algo de razón me dirán que el modo podría haber sido distinto y que el dolor inmediato de todos los actores no se justifica. Todo esto es cierto, como es cierto que la evolución, la transformación y el aprendizaje son incómodos y hasta dolorosos. Y es precisamente sobre el dolor de todos estos hechos que estamos llamados a aprender.
Tenemos que aprender que los canales institucionales para abordar irregularidades no funcionan, que nuestros funcionarios se atornillan, se protegen, se tapan y cubren con la cobija de la impunidad. Tenemos que aprender sobre la función del periodismo y su responsabilidad. Nos llaman a aprender sobre la inclusión, la aceptación y la tolerancia de una sociedad dividida entre lo político y nuestra condición humana.
Los hechos nos llevan a reflexionar, a ver las distintas aristas que gobiernan nuestros comportamientos y opiniones y nos obligan a pensar, a ir mas allá de lo meramente obvio. Y por último entre muchos más aprendizajes tenemos que aprender que si bien el fin no justifica los medios, es hora de que redefinamos la frase y los medios para liberar a la sociedad de la parálisis intelectual y moral en la que se encuentra.
El dolor de los tres desempleados pasará, Vicky recibirá jugosas ofertas por su valentía y profesionalismo. El viceministro caminará y vivirá en libertad, cambiará su ejercicio profesional y ayudará a muchos que viven en la sombra a afrontar su vida con la dignidad de la aceptación. El General Palomino se volverá consultor internacional e invertirá su liquidación en rentables negocios, será un abuelo ejemplar y con frecuencia saldrá de pesca.
¿Y nosotros? ¿Será que aprovechamos el papayazo que nos ponen y de una vez por todas nos hacemos cargo de lo que tenemos que hacernos cargo?
Por ahora solo gracias a los tres.
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