Me impresiona mucho la distancia sideral que hay muchas veces entre el discurso oficial que tiene el Gobierno Nacional, y sus comportamientos, que envían en la practica una señal contradictoria y un pésimo ejemplo a la sociedad.
Comencemos por el manejo de los impuestos, cuya enésima reforma acaba de ser aprobada sin rubor por el Congreso. Durante la campaña política por la Presidencia de Colombia a mediados del año, Santos y su Ministro de Hacienda, convenientemente ocultaron el roto fiscal que tenían, tema que no apareció en el radar de las campañas, las cuales fueron capturadas por los insultos y los hackers.
Ahora el Gobierno se atreve a pedir al contribuyente que actúe de manera transparente, y que le crea el cuento, cuando habla de lo temporal de unos tributos, como el 4/1000, o el impuesto al Patrimonio. Como en el cuento de Pinocho, al Ministro de Hacienda le debería crecer la nariz por decir mentiras. Lo que es cada vez más evidente, es la notoria incapacidad de hacer una verdadera reforma, que impida tener que pasar por el vergonzoso proceso anual de cambiar lo reformado, modificando las reglas de juego, generando desconfianza y una inestabilidad muy grande.
No comparto para nada las críticas de Maria Jimena Duzán hechas en un artículo en Semana el pasado 30 de Noviembre, en cuanto a la reacción del sector empresarial ante la nueva reforma tributaria que se estaba cocinando en el Congreso. Le adjudica esta columnista la reacción de los empresarios a su egoísmo e insensibilidad ante los retos de la paz. Estoy de acuerdo que estos existen y que es un gran problema que enfrenta Santos en los próximos meses, pero el tema tributario tiene otra explicación.
Mientras la carga tributaria recaiga en un grupo muy pequeño de empresas, y los costos por este concepto, sean mucho menores en otros países con quien competimos, como se ha evidenciado durante la discusión de la reforma de este año, Colombia deja de ser un sitio atractivo para los negocios. Es la manera más fácil de matar la gallina de los huevos de oro.
Las tasas de tributación que se están pagando, por parte de quienes cumplen con las reglas, hoy supera niveles del 50% !!!. Compárese esta cifra con la tasa del 26% de Chile, y se puede entender la legítima preocupación de los empresarios formales. Mientras tanto, los niveles de evasión superan ampliamente el valor recaudado en las últimas reformas tributarias. Como consecuencia, lo planteado por Sarmiento Angulo, a lo que se refiere el artículo de Semana, no es una amenaza, es una realidad. En el sector petrolero ya son varias las empresas que se están retirando para irse a Mexico, donde el clima es más favorable. ¿Es así como pensamos competir?.
Tienen razón los empresarios de reclamar unas reglas de juego serias, que no estén cambiando al vaivén de las afugias fiscales y la falta de previsión del Gobierno de turno. También, a que no se oculten los problemas fiscales, como se hizo durante la pasada campaña presidencial, y a cuestionar que no se haya ahorrado para las épocas de las vacas flacas.
En Chile, se acumuló un fondo muy importante de reservas durante la época de la bonanza de los precios del cobre, que le permitió al Gobierno de Bachelet, atender los destrozos ocasionados por el terremoto del 2010. En Colombia, desaprovechamos diez años de precios muy altos en el petróleo y el carbón, y no constituimos ningún ahorro. Hoy, nos “encontramos con sorpresa”, con una situación fiscal mucho mas vulnerable que fue ocultada por el Gobierno, agravada mucho mas por la caída de los precios de estos dos productos.
Sin haber preparado un colchón para un escenario como el actual, hay que salir a la carrera a improvisar una nueva reforma de impuestos, a menos de un año de la última, para conseguir desesperadamente recursos para cubrir el faltante de 12 billones de pesos en el presupuesto de la Nación. Falta aun ver lo que se viene palo arriba por cuenta de los compromisos que se derivan del proceso de paz. En resumen: el Gobierno de Santos ha demostrado una falta de transparencia y previsión, alarmantes.
Pero el déficit, que se busca cubrir con esta nueva reforma, puede ser aún mucho mayor. Hoy, Colombia tiene una altísima dependencia para las finanzas públicas de los ingresos por impuestos y utilidades derivadas del petróleo y el carbón. Según el informe del PNUD ( Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), dadas las tendencias mundiales, es posible prever un escenario donde los precios de estos dos productos se queden en cifras de US 60 por barril y US 40 / ton respectivamente. Esto genera un escenarios de turbulencia y consecuencias impredecibles para la economía colombiana.
De manera que hay que amarrarse los cinturones y prepararse en el 2015 para una nueva reforma, que supuestamente esta vez si será estructural, en un entorno muy complejo.
Me atrevo a sugerirle al Ministro de Hacienda Cardenas, que aproveche estas fiestas navideñas, para comprar una nariz de Pinocho, porque una vez mas la va a necesitar, y se ajusta mejor con su perfil. Y mejor, si lo complementa con la lectura del cuento “El pastorcito mentiroso”, y repita varias veces, como la bruja en el cuento de Blanca Nieves: ” espejito , espejito dime la verdad”. Tal vez así entienda el porque los empresarios de este país estamos tan molestos con usted.
A la falta de transparencia y previsión, el Gobierno ha demostrado una tendencia muy preocupante: el manejo cortoplasista en decisiones estratégicas, como fue evidente en la malograda reforma a la Justicia, y más recientemente, en esta reforma tributaria diseñada a la carrera para tapar un hueco que se mantuvo oculto por muchos meses.
Hoy, hay que enfrentar la realidad de una decisiones equivocadas que vienen desde la época de Uribe y han sido mantenidas por Santos. De manera irresponsable, el Gobierno se convirtió en un adicto de los ingresos del petróleo. No se tomaron medidas, para promover agresivamente la diversidad exportadora de valor agregado, a pesar de las señales contundentes de la revolución del fraking -( esquisto)- en los Estados Unidos, y como ya se dijo, tampoco se ahorró.
En este país de innovadores, nuevamente la tecnología desarrollada, logró cambiar el paradigma de una industria, romper su dependencia importadora, y volverlos autosuficientes, además que les ha dado la posibilidad de ser un gran exportador, y nuevamente un jugador de mucho peso en el mercado internacional del petróleo y el gas
Arabia Saudita, que tiene los costos más bajos de producción de petróleo en el mundo, tomó la decisión de mantener los precios deprimidos, como una medida estratégica para hacerle la vida imposible a los productores americanos de “fraking” , buscando hacer mucho menos viable la explotación a este nivel de precios. También está aprovechando el alto endeudamiento de las nuevas empresas que se apalancaron, para aumentar dramáticamente la producción. Pero además, es una manera de jugar contra Irán en un una movida geopolítica a varias bandas.
A pesar de movidas como las Saudís, evidente desde hace más de tres años, que la dinámica tecnologica estaba cambiando el paradigma del mapa energético mundial y el monopolio de la OPEP. Como resultado, se crearon las condiciones que hoy tienen el barril de petróleo por debajo de los US 60. Economías petroleras dependientes, como la venezolana y la rusa, hoy están contra las cuerdas.
En el caso colombiano, esta falta de previsión en el manejo las finanzas públicas, hace que las condiciones macroeconómicas para los próximos años, sean muy diferentes y más difíciles, mientras el escenario de los precios de petróleo no cambie. La pregunta entonces es: ¿qué tan fácil es que esto suceda?. Veamos que dicen los expertos sobre las tendencias mundiales en materia energética.
En la revista The Economist de esta semana, en su análisis de la economía mundial, se advierte con preocupación que se están dando señales muy similares a las que se vivieron a finales de los 90, lo que condujo a la crisis del 2001.
El PNUD, en su informe recientemente publicado sobre el impacto de la caída de los precios del petróleo sobre la economía colombiana, dice textualmente los siguiente:
“El primer factor que incidiría en una caída en los precios del crudo es el desarrollo durante la próxima década de la promisoria industria de extracción de combustibles fósiles no convencionales…. Las perspectivas de crecimiento de esta industria en la próxima década se fundamentan en el desarrollo de novedosas tecnologías de perforación horizontal y fracturamiento hidráulico, que permiten localizar y extraer estos recursos de manera continua”.
“El segundo factor a considerar es el mayor potencial de producción de petróleo para los próximos años, gracias a las mejoras tecnológicas en el proceso de extracción. Algunas estimaciones sugieren que la producción mundial de crudo para 2020 superará a la actual en 49 mmbd, lo que implica un incremento del 53% en la capacidad de producción mundial… De continuar con el ritmo de crecimiento en la producción reportado en los últimos cinco años, EE.UU. se convertiría en el principal productor mundial de petróleo en 2017 y en exportador neto de crudo en 2030”
“En cuanto a su impacto fiscal en Colombia, el sector minero energético representa el 21.8% de los ingresos del Gobierno Nacional Central de acuerdo con el marco fiscal para el 2014, equivalente al 3.7% del PIB.
El petróleo representa el 55,2% de las exportaciones nacionales, por lo que una caída en la cotización de este producto traería consigo una menor entrada de divisas al país. Por otro lado, la inversión extranjera directa (IED), asociada al sector minero energético que en los últimos ocho años ha representado el 35% del total, se vería reducida ante la menor viabilidad económica de los proyectos de producción y exploración petrolera en el país.
Por lo anterior, una fuerte caída en los precios del crudo cambiaría tanto la composición como el tamaño del déficit de la cuenta corriente, generaría un fuerte ajuste fiscal que traería consigo una disminución de la inversión pública; haría escasa la divisa, encareciendo los créditos denominados en moneda extranjera; ejercería presiones sobre la estabilidad del sistema financiero, y resultaría – finalmente -en un retroceso de los indicadores sociales del país.”
“Una caída en el precio del petróleo provocaría en la economía colombiana una recesión comparable con la experimentada a finales de la década de los noventa. Si la caída en los precios del petróleo ocurriera en 2015, el crecimiento del PIB pasaría de un 4,3% estimado en 2014 a uno de 1,4% anual para 2015”
“En conclusión, este documento es un llamado de alerta para que, reconociendo la vulnerabilidad externa de Colombia, se adopten medidas preventivas en el frente de la acumulación de reservas internacionales y de promoción de generación de una oferta exportable diversificada… Si bien existe algún espacio de maniobra, el impacto de este escenario sobre el crecimiento, el empleo y los niveles de pobreza, aun con una respuesta óptima, sería profundo.”
Lo que no se puede ignorar, es que hay una tendencia acelerada en la búsqueda de nuevas fuentes de energía. Los bajos precios actuales del petróleo no la van cambiar. Además de que la dependencia de fuentes no confiables de petróleo es un problema, los impactos ambientales producidos por la contaminación del CO2, seguirán aumentando. Por estas razones, los carros eléctricos, como el Telsa, están generando cada vez más interés de parte de los fabricantes tradicionales de automóviles. Todo lo anterior tendrá un impacto creciente en la industria petrolera mundial, que se deberá reflejar necesariamente en unos precios bajos en el largo plazo.
Ante un escenario de precios bajos y una menor demanda mundial, así como el desarrollo acerado de nuevas fuentes de energía más eficientes, económicas y limpias, me pregunto donde estaban las evaluaciones del mapa del riesgos de la economía colombiana, tan altamente dependiente de los ingresos del petróleo, por parte de los expertos que tiene el Gobierno. Parece que los cogió dormidos mientras las tendencias anotadas se desarrollaban a la luz del día y bajo sus narices.¿Y ahora que vamos a hacer?. Espejito, espejito dime la verdad.
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