El informe de Oxfam, llamado Una economía al servicio del 1%, pone de relieve que, desde 2010, la riqueza de la mitad más pobre de la población se ha reducido en un billón de dólares, lo que supone una caída del 41%.
Esto ha ocurrido a pesar de que la población mundial ha crecido en cerca de 400 millones de personas durante el mismo período. Mientras, la riqueza de las 62 personas más ricas del planeta ha aumentado en más de 500.000 millones de dólares, hasta alcanzar la cifra de 1,76 billones de dólares. El informe también muestra cómo la desigualdad afecta de manera desproporcionada a las mujeres; de las 62 personas más ricas del mundo, 53 son hombres y tan solo 9 son mujeres.
Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, y que acude de nuevo a la reunión de Davos tras haberla copresidido el año pasado, afirma: “Simplemente no podemos aceptar que la mitad más pobre de la población mundial posea la misma riqueza que un puñado de personas ricas que cabrían sin problemas en un autobús”.
La preocupación de los líderes mundiales sobre la creciente desigualdad todavía no se ha materializado en medidas concretas para contrarrestarla. El mundo es mucho más desigual, y la tendencia ascendente de la desigualdad se está acelerando. No podemos seguir permitiendo que cientos de millones de personas padezcan hambre mientras que las élites económicas absorben los recursos que podrían ayudar a estas personas a salir de esa situación. Reto a los Gobiernos, empresas y élites presentes en la reunión de Davos a que hagan lo que deben para acabar con la era de los paraísos fiscales, que está exacerbando la desigualdad económica e impidiendo que cientos de millones de personas puedan salir por su propio pie de la pobreza. Las empresas multinacionales y las élites económicas juegan con unas normas distintas al resto, y rehúsan pagar los impuestos necesarios para que la sociedad funcione adecuadamente. El hecho de que 188 de las 201 mayores empresas estén presentes en al menos un paraíso fiscal es un indicador de que es hora de actuar: Winnie Byanyima
En 2015, los Gobiernos del G20 decidieron tomar medidas, a partir del acuerdo del proyecto BEPS, para reducir la evasión y elusión fiscal de las multinacionales. No obstante, estas medidas apenas ayudarán a los países más pobres e ignoran en gran medida el problema de los paraísos fiscales.
Se estima que, en todo el mundo, hay un total de 7,6 billones de dólares de patrimonio financiero individual ocultos en paraísos fiscales. Si se tributaran los beneficios que esta riqueza genera, los Gobiernos recaudarían 190.000 millones de dólares más al año.
Se calcula que hasta el 30% del patrimonio financiero de África se encuentra en paraísos fiscales, lo que supone una pérdida fiscal estimada de 14.000 millones de dólares al año para los países africanos. Esta cantidad sería suficiente para garantizar la atención sanitaria a madres y niños, lo cual podría salvar la vida de cuatro millones de niños al año, y permitiría contratar a profesores suficientes para escolarizar a todos los niños y niñas africanos.
Nueve de cada diez socios estratégicos del Foro Económico Mundial están presentes en al menos un paraíso fiscal, y se estima que los países en desarrollo pierden cada año al menos 100.000 millones de dólares como consecuencia de la evasión y elusión fiscal por parte de las grandes empresas. La inversión empresarial en paraísos fiscales se ha multiplicado casi por cuatro entre 2000 y 2014.
Para que los líderes mundiales alcancen el objetivo que asumieron en septiembre de erradicar la pobreza extrema para 2030, es fundamental que los Gobiernos puedan recaudar los impuestos que las grandes empresas y las personas ricas deben pagar.
Si bien entre 1990 y 2010 se redujo a la mitad el número de personas que viven en situación de extrema pobreza, los ingresos medios anuales del 10% más pobre de la población mundial han aumentado en menos de tres dólares en el último cuarto de siglo; es decir, sus ingresos diarios han aumentado menos de un centavo al año. Si la desigualdad dentro de los países no hubiese aumentado entre 1990 y 2010, otros 200 millones de personas habrían salido de la pobreza.
Una de las principales tendencias que subyacen a esta creciente desigualdad que pone de relieve el informe de Oxfam es la reducción de la participación de los trabajadores en la renta nacional en prácticamente todos los países más avanzados y en la mayoría de los países en desarrollo, y el hecho de que la brecha salarial entre las personas con mayor y menor remuneración es cada vez mayor. A su vez, la mayoría de los trabajadores peor remunerados del mundo son mujeres.
Por el contrario, las personas que ya eran ricas han visto cómo su capital ha ido creciendo de forma constante (a través del pago de intereses, dividendos, etc.) a un ritmo significativamente más rápido que el crecimiento de la economía. Esta ventaja se ha visto todavía más acentuada debido al uso de paraísos fiscales, los cuales son uno de los mayores ejemplos expuestos en el informe de cómo se han manipulado las reglas que rigen la economía global para reforzar la capacidad de los más ricos y poderosos de concentrar más riqueza.
Oxfam hace un llamamiento para actuar contra los paraísos fiscales como parte de una triple estrategia para abordar la desigualdad. Las medidas para recuperar los miles de millones ocultos en paraísos fiscales deben verse acompañadas de un compromiso de los Gobiernos para invertir en atención sanitaria, educación y otros servicios públicos esenciales que determinan la suerte de las personas más pobres del mundo.
Los Gobiernos también deben tomar medidas para garantizar que el trabajo funcione tanto para quienes menos ganan como para las personas con mayor remuneración, incluyendo elevar los salarios mínimos hasta que se conviertan en salarios dignos y acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres.
“Los ricos no pueden seguir defendiendo la idea de que su riqueza beneficia a todo el mundo. Al contrario, su extrema riqueza es un síntoma de una economía global enferma. La mayoría de la población mundial, y sobre todo las personas más pobres, han pagado el precio de la reciente explosión de riqueza de las personas más ricas”, añade Byanyima.
Oxfam asistirá a la reunión en Davos no solo como parte de su campaña contra la desigualdad, sino para presionar también a los líderes mundiales y las grandes empresas para que aborden el cambio climático y tomen medidas para resolver las crisis humanitarias, incluida la que está ocurriendo en Siria. Oxfam
SOURCE: Oxfam
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