Por: Luz Fernández.
Tal y como señala la administradora del PNUD, Helen Clark, desde que en 1990 se publicó el primer Informe sobre Desarrollo Humano, cada año se han venido publicando nuevos informes en los que se ha abordado algún aspecto del bienestar “más allá del ingreso”.
Sin embargo, con el informe recientemente publicado para América Latina y Caribe (ALC), se da un paso más allá ampliando la forma de pensar las múltiples dimensiones del bienestar. Según este enfoque “nada que disminuya los derechos de las personas y las comunidades, ni nada que amenace la sostenibilidad ambiental del planeta, puede considerarse progreso”.
Esta definición se construye sobre el enfoque de capacidades de Amartya Sen y sobre los históricos acuerdos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la que se incluyen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
América Latina y el Caribe constituyen una región en la que no existe un único modelo de desarrollo. No obstante, existe un rasgo común entre todos los países de la región y es que en todos se han experimentado transformaciones sociales, económicas y ambientales significativas en los últimos años que con el nuevo escenario económico de la región pueden verse reducidas.
Para indagar sobre los condicionantes de la salida de la pobreza y de la recaída en dicha situación, en este último Informe Regional, se ha llevado a cabo una investigación cualitativa que entre otros aspectos buscaba identificar qué opinan los habitantes de ALC al respecto.
Después de realizar más de 150 grupos focales entre todos los países de la región, se vio que mayoritariamente los latinoamericanos y los caribeños asocian la “recaída en la pobreza” con tres determinantes principales: i) la pérdida de trabajo, ii) los desastres naturales y el cambio climático y iii) la desigualdad social.
No es de extrañar que en el imaginario de los habitantes de ALC el cambio climático sea un determinante de la recaída en la pobreza. Aunque según datos del WRI la región sólo representa el 9 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, los efectos del cambio climático, tales como cambios del nivel del mar o de los patrones de precipitaciones, han comenzado a tener una incidencia adversa en el bienestar de las personas, principalmente de aquellas que disponen de menores ingresos.
Tal y como se analiza en el Informe Regional, para los países de ALC, la consecución de los ODS no implica abordar los retos más fáciles, sino superar los obstáculos estructurales que impiden el desarrollo sostenible a largo plazo.
En este contexto, el Informe es especialmente oportuno al poner en marcha un nuevo debate sobre el modelo de desarrollo en un momento en el que los países están revisando los compromisos de mitigación y de adaptación al cambio climático que presentaron en la Cumbre de Paris a través de sus Contribuciones Previstas Nacionalmente Determinadas (INDC por sus siglas en inglés).
El Informe Regional nos invita a pensar en enfoques multidimensionales y en cómo aumentar las capacidades de cada hogar y cada comunidad para no perder lo ganado en los últimos años, y esto es algo que definitivamente se debería tener en cuenta a la hora de negociar los compromisos climáticos para el periodo 2020-2030.
Luz es PhD en Ingeniería Ambiental por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) con una tesis enfocada en las interacciones entre los instrumentos de mitigación de cambio climático y la reducción de la pobreza en Brasil.
Nota originalmente publicada en el blog “Hablemos de cambio climático y sostenibilidad” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.
SOURCE: Los Blogs del BID
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