En el caso del café, las mujeres contribuyen la mayor parte de la mano de obra en las primeras etapas de producción, lo que incluye el cuidado de la planta, la cosecha y su procesamiento. Trabajos como la recolecta de granos y su clasificación tienen un impacto directo en la calidad del café y el precio que se puede cobrar en venta.
Las mujeres se destacan en estas tareas y su aporte, por lo tanto, influye directamente en los ingresos de los comercializadores de café. Su papel, sin embargo, rara vez se contempla en las cadenas de suministro agrícola – ganan menos que los hombres.
Ante el desafío de un clima cambiante, el papel de las agricultoras sigue ganando importancia. Un clima más cálido y el cambio de los patrones de precipitación ponen en riesgo los cultivos agrícolas. Áreas claves para la producción de alimentos, como la cuenca del Amazonas en Brasil y las llanuras costeras en el norte de Suramérica, serán las más afectadas por las sequías del futuro.
Fenómenos como La Niña (temporada de sequías), por ejemplo, crean ambientes ideales para enfermedades como la roya del café, que se multiplica con el exceso de lluvias y las temperaturas altas. Debido a las sequías en Brasil – el mayor productor de café robusta – la producción de esta variedad se estima que caerá en un 13% en la cosecha 2015/16 en comparación con el año anterior.
Sumado a esto, las mujeres hoy enfrentan estos tres desafíos en la agricultura:
1. Tienen menos acceso a recursos
Para hacerle frente al cambio climático, hacen falta fertilizantes y otros insumos de producción. Los hogares encabezados por mujeres, sin embargo, tienen menos acceso a estos recursos.
2. No están involucradas en la venta en el mercado
Las mujeres en la agricultura hoy están mayoritariamente en las primeras etapas de producción, no en la venta en el mercado, también tienen menos control sobre los ingresos que se generan con sus productos.
3. No tienen representatividad
Otro factor que las impacta es que a menudo no están organizadas en cooperativas. Como resultado, tienen menos acceso a capacitaciones y entrenamientos y compran sus fertilizantes a precios menos favorables. Su capacidad para adaptarse a las cambiantes condiciones climáticas se dificulta aún más porque no pueden automatizar sus procesos agrícolas por falta de acceso a crédito.
Para las compañías agroindustriales, estos desafíos resultan en una caída de productividad y de calidad, lo cual pone en peligro su abastecimiento de materia prima. Para fortalecer sus cadenas de suministro frente al cambio climático, las empresas del rubro pueden apoyar a las agricultoras haciéndose las siguientes preguntas fundamentales, que también inciden en la igualdad de género:
¿Quién necesita acceso a formación, herramientas y técnicas para tratar los cultivos enfermos afectados por el cambio climático? ¿Quién está tomando las decisiones a nivel de la cooperativa? ¿Las agricultoras están representadas?
Al identificar restricciones específicas de género las compañías agroindustriales se pueden asegurar de que los recursos que inviertan creen el máximo impacto en sus cadenas de valor.
Jimena Serrano es consultora en temas de igualdad de género para el Equipo de Servicios de Asesoría de la Corporación Interamericana de Inversiones (CII) del Grupo BID.
Michaela Seelig es especialista en cambio climático y sostenibilidad en la Corporación Interamericana de Inversiones (CII).
Nota publicada en el blog “Negocios sostenibles” de la Corporación Interamericana de Inversiones-CII (Miembro del Grupo BID), reproducido en PCNPost con autorización.
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