El corazón de Nueva Delhi se transformará el domingo en un colorido mosaico de alfombrillas pertenecientes a los miles de amantes de la postura del camello o de la cobra durante el primer Día Internacional del Yoga, promovido por el primer ministro indio Narendra Modi.
Al amanecer, unos 35.000 funcionarios, soldados o ciudadanos anónimos abarrotarán una gran arteria de la capital, para llevar a cabo una sesión de yoga de 35 minutos al aire libre, que podría entrar en el Libro Guinness de los Récords.
Los adeptos a esta disciplina física y mental también se reunirán en otros países para esta práctica tradicional india, especialmente en Reino Unido.
El jefe del ejecutivo indio, un vegetariano estricto y practicante de yoga a diario, ha convertido esta jornada internacional en un punto fuerte del programa político de su gobierno nacionalista hindú, trece meses después de su llegada al poder. “El yoga tiene el poder de unir a la humanidad”, tuiteó el año pasado, cuando lanzó su iniciativa durante una Asamblea General de Naciones Unidas.
Desde el visto bueno de la ONU, los preparativos se aceleran en India, donde se ha instado a escuelas, casernas y prisiones a poner en marcha sesiones de yoga.
Los paneles publicitarios florecen en la capital india para animar a los habitantes a bajar a los parques o a unirse a la megasesión en Rajpath, el gran bulevar del centro de la ciudad.
Modi habla del yoga como el “ancla” de su vida, que le ha ayudado a trabajar largas horas sin casi dormir. No obstante, el primer ministro pronunciará únicamente un discurso el próximo domingo y no se estirará en la alfombrilla.
Su objetivo es reforzar el lugar del yoga como un elemento central de la cultura india, un aspecto que se perdió en los países occidentales donde está considerado como una práctica deportiva.
Para ello, el jefe de gobierno creó un ministerio del Yoga, del Ayurveda y de otras prácticas tradicionales indias, así como cursos gratuitos de yoga para los tres millones de funcionarios gubernamentales y para sus familias. “El yoga es la herramienta de ‘soft power’ de India y a través de este ‘soft power’ todo el mundo puede convertirse en una aldea global (…) y la violencia desaparecer ante esta especie de paz”, dijo la ministra de Relaciones Exteriores, Sushma Swaraj, a los periodistas.
Pero los preparativos de este día generaron polémica en las minorías religiosas en India, que acusan al gobierno de imponer su programa prohindú en un país secularizado.
Grupos musulmanes criticaron, por ejemplo, que el canto ‘Om’ pronunciado durante la práctica del yoga, así como algunas posturas, tienen connotaciones hinduistas y se oponen al islam. “La práctica del yoga prevé efecutar la ‘suria namaskar’, que significa rezar al sol. El gobierno debe comprender que los musulmanes sólo pueden rezar a alá”, dijo Asaduddin Owaisi, un diputado musulmán, a la agencia Press Trust of India.
El diputado Yogi Adityanath, que encarna el ala radical del partido de Modi, estima que quienes se oponen al yoga, deberían ahogarse en el mar o marcharse de India. El gobierno se distanció de estas declaraciones.
Según los especialistas, la aparición del yoga tuvo lugar hace 5.000 años, en base a referencias en los ‘Vedas’ hindúes, textos antiguos.
Según Ishwar Basavaraddi, director de un instituto de yoga en Nueva Delhi, esta disciplina es la herramienta de la cultura india “más apta para ser exportada”.
“El yoga se basa en las ciencias y en la filosofía, no en una religión”, dice a la AFP Basavaraddi, que lo define como un “ejercicio holístico que llama a la gestión del espíritu y de la energía”.
Halil Ahmed, un soldado que descubre el yoga durante una sesión organizada por el Estado, confirma a la AFP esta definición. “El yoga proporciona paz al cuerpo y al espíritu”. (AFP)
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