La guerra de las narrativas

Por: Francisco Manrique

Hoy veo a muchos colegas empresarios muy desanimados, tomando decisiones de parar las inversiones, de buscar opciones por fuera del país, de dejar sus empresas en neutro o con el freno de mano puesto. Es la reacción que está generando el nuevo gobierno con la avalancha de cambios y una intencionalidad muy poco clara. ¿Pero cual es el verdadero problema que tiene el sector privado colombiano para enfrentar esta nueva realidad y que nos tiene en un estado catatónico que nos impida actuar ?

Yo tengo una hipótesis que quiero validar con mis lectores: no estábamos preparados para lo que ha sucedido, ni entendemos la verdadera naturaleza del problema. Y si lo aceptamos, vamos a poder hacer algo importante para el país y  no dejarle el espacio solo a Petro, aportando si a la transformación de  la realidad de un país que evidentemente necesita muchos cambios.  Sobre este punto tenemos que estar de acuerdo.

Recuerdo una pancarta en Chile que decís: “Cambios si pero no así”. Tenemos la oportunidad de ejercer un liderazgo transformador diferente que no esté contaminado por extremos ideológicos que no aportan y si profundizan las heridas y la polarización.

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Para aportar a la identificación del problema, voy a desarrollar una propuesta.

Los seres humanos nos hemos contado historias desde el principio de la creación. Y somos finalmente el resultado del cómo nos las creemos. Lo hacíamos  al rededor de una hoguera, no hace muchos años en la mesa del comedor, ahora usamos las redes sociales, ¿y mañana?

Las historias sirven para darle sentido e interpretar  al   mundo que nos rodea .. ¿pero que son las historias?  Son hechos envueltos en emociones. Las emociones afectan al cerebro límbico y  las decisiones que tomamos, y este es un tema fundamental de entender, porque pueden servir para manipular de manera muy efectiva a la gente o para construir una visión positiva y colectiva de futuro.

La  narrativa es la manera de contar una historia, es un relato que utiliza hechos ciertos o no con una lógica de tiempo y conexión, que buscan generar una emocionalidad en la audiencia que lo escucha.

Lo importante, es que la  narrativa es un medio muy poderoso porque captura la imaginación, inspira, crea espacios conversacionales, y hay que recordar que conversar mueve a la acción. En estos espacios se crean nuevas categorías y si se utilizan mal,  para mover a la gente sin tanta reflexión y si mucha emoción.

No es una casualidad, que hoy  se menciona cada ves más el término  del “storytelling”: el uso de la narrativa como un  medio cada vez más utilizado para vender una idea, con el propósito de mover a la audiencia,  a tomar una posición o una decisión. Lo usan los emprendedores para hacer su “pich” o los políticos para movilizar a sus votantes. Quienes lo utilizan, lo hacen con una intencionalidad  que no necesariamente la ve el receptor. Por esta razón, puede ser un instrumento muy poderoso para la manipulación.

En la actualidad, estamos presenciando como Petro  recurre a su capacidad oratoria, para ir sembrando  cada vez más las bases de la  narrativa para  Colombia. Y está en su derecho porque así fue como llegó al poder y posiblemente sea el medio para  mantenerse en él. El problema es que, ante la ausencia de una oposición fuerte, no hay en el panorama  otra narrativa, que haga una interpretación diferente y muestre otro camino que inspire e invite a una mayor reflexión colectiva.

Es necesario tomar conciencia, por parte de quienes no  compartimos la narrativa de Petro, de  las implicaciones que puede tener este vacío para despertarnos antes  de que sea muy tarde. Es algo trillado, pero fue el caso de Venezuela en los primeros cuatro años de Chávez.

En en mi caso,  a pesar de que coincido con Petro en la necesidad de que se produzcan cambios en nuestro país que son inaplazables, no comparto su narrativa porque  desconoce los avances que hemos tenido como país, sobre los cuales hay que seguir mejorando y construyendo. Y lo que más me preocupa: descifrar sus verdaderas intensiones, cuando tiene una posición tan negativa del papel de la iniciativa privada, en la nueva historia que quiere venderle a los colombiano .

Según el relato de Petro, que ha venido desarrollando desde sus campañas por la Presidencia, ha vendido la idea a  muchas personas , que nuestro país no ha progresado y está peor que Venezuela.   Francisco Santos, quien fuera Vicepresidente de Uribe, y por tanto esta hoy en la oposición al nuevo gobierno, lo llevó a declarar recientemente en Washinton que  : “hoy   la batalla de las narrativa la tenemos perdida”. Me distancian muchas cosas de Santos, pero en este punto estaría  de acuerdo con su afirmación.

Entonces: ¿Porque es importante entender que implicaciones que tiene su afirmación? Si las entendemos y actuamos pronto en concordancia,  se ha perdido la primera batalla pero no la guerra.  La razón: porque de manera muy inteligente, Petro ha entendido mejor que sus opositores, el papel tan importante que juega el uso de las narrativas para lograr su propósito y visión de país.

El tema no es nuevo ni debe ser una sorpresa. Las narrativas han sido el vehículo que usan dirigentes políticos populistas desde los extremos del espectro ideológico, como López Obrador, Chávez, Bolsonaro, Trump,  Petro, Modhi y Erogan,  para enmarcar su agenda de cambio y conseguir el apoyo de mucha gente.

En un entorno tan complejo, caracterizado por la desesperanza, la desconfianza y la gran incertidumbre, la gente en búsqueda de orientación y de creer en algo o en alguien, es fácilmente manipulable y presa de narrativas milagrosas y mesías iluminados.  Esto sucede ante la ausencia de una narrativa diferente que les brinde otra interpretación de la realidad. Una narrativa que les brinde esperanza y los inspire  a asumir un papel más protagónico de su destino.

El mejor ejemplo de lo anterior, lo vimos con el show que montó Petro en la ONU, para imponer una nueva narrativa internacional, pero donde la verdadera audiencia era nacional. Los temas que tocó son válidos y necesarios. La narrativa de culpar a “los del  Norte” por todos los problemas, encuadra muy bien en el libreto de tener un enemigo para las galerías pero nada mas.

Con el uso rimbombante del lenguaje y los recursos poéticos, buscó reforzar más su imagen ante sus seguidores,  que creer que su discurso iba a cambiar la dinámica de la guerra contra las drogas o impulsar su teoría del decrecimiento económico y el la defensa  del Amazonas.

Pero en Colombia, sí logró capturar la atención de los titulares, distrayendo a la audiencia sobre temas tan graves como la inacción de su gobierno ante la invasión de tierras, mientras sí va consolidando de manera menos visible, su verdadera agenda aprovechando que no hay oposición ni una  narrativa diferente.

En el contexto anterior, es que se vuelve un imperativo  que desde el sector privado nos enfoquemos en construir una narrativa diferente, porque sino lo hacemos, la guerra que si vamos a perder es la de las mentes.

La preguntas entonces debe ser: ¿Y como debe de ser esa nueva narrativa?

En un próximo Post quisiera aportar con algunas ideas de cómo se podría abordar el reto que debe enviar un mensaje muy potente a la sociedad colombiana: queremos ser parte de la solución y no parte del problema. El Sector Privado asume la responsabilidad que le corresponde, no solo en tener un aparato productivo pujante, sino ayudando a que recuperemos la esperanza y la confianza los colombianos, el desarrollo se colectivamente.


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