El futuro del atún patudo centra las preocupaciones del mundo de la pesca

¿Qué hacer para luchar contra la sobrepesca del atún patudo? El tema centrará a partir del lunes los debates de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (CICTA), que en 2007 adoptó medidas drásticas para salvar al atún rojo.

A principios de octubre, el comité científico de la CICTA hizo una constatación pesimista: el atún patudo (u obeso), apreciado tanto en conserva como en sashimi, sufre por la sobrepesca. Si se mantienen los niveles de pesca actuales, la probabilidad de que las reservas se reconstituyan de aquí a 2033 es casi nula, del 1%.

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Ejemplar de atún rojo en un acuario de Osaka. Wikimedia Commons. Foto de OpenCage, 2007. CC BY-SA 2.5

“La especie está en números rojos”, explica Daniel Gaertner, especialista en atunes tropicales, y que participa en la evaluación de reservas de pescados para la CICTA.

El atún patudo (Thunnus obesus) se encuentra en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, y vive en aguas más profundas que otras especies de atunes tropicales, incluida la más famosa de ellas, la albacora.

En 2015, la CICTA ya tomó una serie de medidas: una cuota total anual de pesca de 65.000 toneladas para siete principales países pesqueros, y una moratoria en zonas precisas y en ciertas épocas del año.

Pero los demás países no están sometidos a cuotas, lo que hizo aumentar las capturas a 80.000 toneladas en 2017, y la moratoria fue ineficaz.

Resultado, el atún patudo no logra reconstituir sus reservas.

Reducir capturas

¿Cómo lograrlo? “Hay que reducir las capturas, y de forma drástica” aboga Paulus Tak, de la ONG estadounidense Pew.

Pew y el WWF quieren una limitación de pesca a 50.000 toneladas, lo que ofrecería a la especie un 70% de posibilidades de restablecerse de aquí a 2028.

La Unión Europea (UE), que participará en la 21ª reunión de la CICTA en Dubrovnik (Croacia) del 12 al 19 de noviembre, ha hecho una propuesta en este sentido.

La UE, la región que más pesca atún patudo, detrás de Japón, defiende que se someta a las partes que pescan más de 500 toneladas por año a cuotas hasta 2023, aunque no precisó las cifras de éstas.

Para Adam Baske de IPNLF, una asociación que apoya la pesca de atún con caña, un descenso de las cuotas debe estar acompañado del hecho de “compartir el acceso a los recursos con los pequeños operadores y los países en vías de desarrollo”.

Algunas comunidades en las Azores, en Madeira, en Brasil o en Senegal son muy dependientes del atún obeso, explica.

Al borde de la catástrofe

Medio centenar de países miembros, oenegés y representantes de la pesca se interesan asimismo por el futuro del pez aguja azul del Atlántico, o por la situación del atún rojo del Atlántico oriental y del Mediterráneo, que rozó la catástrofe.

En 2007, la perspectiva de ver una de las tres especies de atún rojo (Thunnus thynnus) añadida a la lista de la ONU de especies amenazadas obligó a la CICTA a instaurar una cuota de pesca así como estrictas medidas de control durante 15 años en el Atlántico oriental y en el Mediterráneo.

Desde entonces las reservas se han reconstituido, aunque la subida de las cuotas en 2014 y 2017 genera temores entre los defensores del medio ambiente.

Otra fuente de inquietud es la pesca ilegal. Europol desmanteló en octubre una red entre España, Francia, Malta e Italia, y contabilizó un volumen anual de 2.500 toneladas de atún rojo de procedencia ilegal, pese a que su pesca está estrictamente regulada y controlada.

“No hay que dejar de hacer controles” “, insiste el investigador Tristan Rouyer.


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