Una propuesta: excluir áreas del país con ganadería de alto impacto y baja productividad

Los departamentos de Córdoba, Sucre y Antioquia, con áreas en pastoreo, tienen una alta productividad y en la misma medida ambiental, debido a que la actividad ganadera se desarrolla en humedales, zonas declaradas como de importancia para la conservación.

Las regiones Andina, Caribe y Pacífico concentran la mayor cantidad de áreas que se pueden excluir de la ganadería, porque la actividad se desarrolla en zonas de alta pendiente o en lugares húmedos y humedales, combinando en un espacio reducido y bajo impacto ambiental.


Estos resultados se encuentran en el informe sobre las áreas aptas para la actividad ganadera en Colombia. Andrés Etter y Andrés Zuluaga, de la Universidad Javeriana, el cual hace parte del reciente Reporte de Estado y Tendencias de la Biodiversidad Continental de Colombia (Bio2017 ) publicado por el Instituto Humboldt.

La ganadería no es buena ni mala per se ; por lo tanto, su análisis debe de ser del contexto donde esta se desarrolla, y evalúa sus beneficios socioeconómicos y los costos ambientales asociados a ella.

En los últimos años se han librado fuertes debates acerca de cómo identificar áreas que se excluyen de la actividad ganadora y que requieren intensificación productiva o necesidad de un manejo específico para garantizar la conservación de sus ecosistemas naturales.

Y es que parte de la responsabilidad de la ganadería en el deterioro ambiental y de la destrucción de los ecosistemas es evidente que a su expansión ha sucedido en áreas silvestres como los bosques tropicales de tierras bajas, andinos y secos, complejos de humedales, páramos y sabanas con transformaciones drásticas, muchas de ellas irreversibles.


ganadería Humboldt

Imagen: Reporte de Estado y Tendencias de la Biodiversidad Continental de Colombia. Instituto Humboldt.


A pesar de sus impactos ambientales y baja productividad, el sector ganadero en Colombia sigue teniendo un rol importante en la economía nacional porque genera alrededor del 19% del empleo agropecuario rural y cerca del 6% del empleo total nacional.


En la actualidad, el problema de la ganadería en Colombia se concentra en una baja productividad y alto impacto ambiental, lo que implica una planificación y gestión de la biodiversidad en zonas de pastoreo, teniendo en cuenta limitaciones ambientales y áreas de conservación y de restauración regional y nacional (humedales y páramos).

Precisamente, desde esta perspectiva se analizaron zonas de pastoreo actual en Colombia con presencia de anfibios y mamíferos endémicos; con áreas más fértiles (que compiten con la agricultura); con áreas de altas pendientes (un factor clave pues entre mayor inclinación el nivel de degradación aumenta); humedales y páramos; y con áreas protegidas (parques nacionales, parque regionales, reservas de la sociedad civil).


La ganadería a pequeña escala predomina en el país, evidenciada por el hecho de que el 45 % de las fincas tienen menos de 10 animales y el 81 % controla solo el 25 % del hato nacional con menos de 50 animales por finca.


Una vez identificadas las áreas y sus restricciones biofísicas, se revisaron los niveles de productividad de las zonas actuales en pastoreo para definir cuáles excluir, restringir o promover de la actividad ganadera.

La intención es que en Colombia, los sistemas ganaderos con altos niveles de impacto sobre el territorio y baja productividad se excluyan definitivamente de la actividad; aquellos con mayores efectos y resultados, o bien bajos niveles de huella ambiental y de eficiencia productiva sean evaluados para implementar en ellos sistemas silvopastoriles u otras estrategias que permitan elevar su rendimiento, mientras reducen afectaciones.


El sector ganadero colombiano representa aproximadamente 1,4 % del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y 19 % del PIB agrícola.


Según el informe las áreas que deberían excluirse, de acuerdo con las limitaciones biofísicas y la baja productividad, se concentran principalmente en las regiones de los Andes, Caribe y Pacífico, mientras que aquellas susceptibles de restricción están, en especial, en el Caribe y los Andes.

Por ejemplo en la región Andina, caracterizada por altas pendientes, ecosistemas de páramo y áreas de nacimiento de gran parte de los ríos que surten la demanda hídrica del país, el tipo de ganadería que se realiza hace evidente su impacto negativo en términos de degradación del suelo y contaminación de los cuerpos de agua.

En la Caribe, los conflictos por ganadería están asociados a la trasformación de humedales (gran parte de ellos ubicados en dicha zona) y de suelos fértiles (en especial en las sabanas de Córdoba y Sucre) considerados como de gran potencial agrícola.

Por tales motivos, la alta productividad e impacto ambiental en esa región del país amerita una revisión y exclusión inminente de la actividad en áreas de humedales, y una promoción solo en aquellas zonas donde no genere afectaciones

Un escenario ideal para el país es aquel en el cual las áreas de la geografía nacional que presentan conflictos por uso ganadero y que deben excluirse del pastoreo sean usadas para la conservación de ecosistemas naturales; y en aquellas susceptibles de restricción se implementen sistemas agropecuarios sostenibles que combinen árboles con pasturas y animales, y cultivos  con múltiples propósitos.
En el contexto de las áreas que deberían excluirse, debería priorizarse la conservación de ecosistemas naturales en grandes extensiones de tierra y, en donde sea factible, la delimitación de zonas agrícolas densas que permitan una mayor intensificación de la producción de alimentos.


El total de áreas en pastoreo en el país asciende a 35.709.158 hectáreas (ha); de estas, la Orinoquia colombiana ocupa el primer lugar con 11.411.948 ha; le siguen, la Andina con 10.915.099 ha; el Caribe con 6.969.226 ha; la Amazonia con 3.187.019 ha; el Magdalena con 2.154.982 ha; el Pacífico con 848.750 ha; y el Catatumbo con 222.134 ha.


Como conclusión, el informe considera que el logro de un tránsito hacia la sostenibilidad ambiental y productiva de la ganadería demanda una política integrada de paisaje agropecuario, una conversación entre sectores ambiental y ganadero, y prácticas sustentables.

Sugiere, también, que los análisis acerca de impactos ambientales de la ganadería en la geografía colombiana no desconozcan la dimensión social, es decir la presencia de pequeños productores y familias de escasos recursos económicos en esas zonas, cuyo sustento proviene de esta actividad, situación que no los exime de identificar en su propiedad áreas aptas, a excluir o a restringir, e implementar modelos sostenibles con enfoque silvopastoril y de conservación de los ecosistemas naturales.

Finalmente, plantea que la ganadería del país necesita encaminarse hacia una alta productividad en la que se usa de manera efectiva y sustentable los recursos naturales, de tal forma que los futuros proyectos ganaderos solo se puede comprar en las zonas propicias, y que los existentes mejoren su rendimiento los impactos sobre el territorio.


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