Ser Pilo está Pagando

Por: Lorenzo Zanello.

Ser Pilo Paga; y a la fecha está pagando con creces a todos los que hacen parte o se benefician del programa que silenciosamente le está cambiando la cara al país.


El próximo 17 de Octubre será un día especial; el amanecer impondrá el sol sobre el firmamento, como lo hace día tras día; pero antes que el atardecer de paso a la Luna habrán 11.000 nuevos astros cuya luz nunca dejará de alumbrar el cielo colombiano.

Esta constelación de 11.000 mil estrellas son los nuevos “pilos”, aquellos jóvenes que gracias a la apuesta del gobierno nacional en la educación superior de alta calidad, empezarán desde octubre a vivir el anhelado sueño de aprender.

Luego de la primera cohorte, que ya terminó su primer semestre, los resultados hablan por si solos, y tan solo permiten concluir que Ser Pilo Paga.

“Paga” para los jóvenes y sus familias

Hace un semestre miles de padres vieron a sus hijos partir con gran ilusión hacia la universidad, llevando en su morral los sueños de toda una familia. Luego del primer semestre, muchos por fuera de su hogar, los resultados les permiten estar más cerca de sus sueños.

La baja deserción y alto promedio académico avalan la dedicación de quienes se han apropiado, con cuaderno y lápiz, de su realidad y futuro.

La experiencia ha sido magnifica. Los jóvenes han rendido satisfactoriamente en lo académico y han experimentado integralmente la vida universitaria.

El futuro de estos jóvenes y sus familias ha dejado de ser producto “de las circunstancias donde abrieron sus ojos por primera vez” para hoy estar condicionado exclusivamente por “lo que aprendan y el uso que decidan hacer de ello”.

“Paga” para las universidades

Tener los mejores jóvenes del país dispuestos a estudiar no era suficiente, había que alistar a las mejores universidades para recibirlos y formarlos. Este reto fue asumido, sin excusas y con desbordado entusiasmo, por los principales centros de educación superior del país, a quienes les tocó repensarse en función de una composición de sus “primíparos” sin precedente en muchas de ellas.

Antes que iniciaran clases los primeros beneficiarios del programa, muchos (y me incluyo) estaban a la expectativa de las dinámicas sociales que experimentarían y su impacto en el desempeño académico; pero el eficaz acompañamiento que brindaron las oficinas de bienestar universitario, los docentes, y demás funcionarios evidenciaron que las universidades son espacios de inclusión.

A las directivas de estas universidades debemos agradecerles que hoy Colombia cuente con 33 nuevos laboratorios sociales, espacios donde libre de prejuicios se ha comenzado a construir un mejor país.

“Paga” para el gobierno

La política es un ejercicio complejo, entre otras razones, por la necesidad de priorizar el gasto público entre las innumerables necesidades de un país como el nuestro. Es por ello que el primer punto que ganó el gobierno es resultado de haberle apostado a la educación superior de calidad, sin quedarse estancado en el tradicional debate entre las universidades públicas y privadas (el cual hay que seguir dando, pero de forma más constructiva).

Y es que apostarle a la educación en Colombia no es fácil, pero si es indispensable y prioritario. Basta con observar casos como Corea del Sur, Singapur y Finlandia para darse cuenta que el ingrediente “secreto” de sus recetas para el desarrollo ha sido la educación. Quizás la arista más interesante de esta apuesta es el haber pensado nuestra propia receta, puesto que el programa Ser Pilo Paga está cimentado en las conclusiones del investigador quindiano Juan Felipe Penagos Haber; ya era hora de dejar de importar modelos extranjeros para luego preguntarnos por qué no tenían los mismos efectos que en otros países.

El gobierno nacional ganó al traducir en pocos meses esta propuesta en realidad, destinado una considerable inversión cercana a los 155 mil millones de pesos, a la primera cohorte, cuyos resultados han causado beneplácito hasta en los más férreos detractores de la iniciativa.

“Paga” para la sociedad

Si solo pueden vivir en paz los hombres que dejan a un lado las confrontaciones para dar paso a la razón de sus argumentos, no hay mejor mecanismo para alcanzar un estadio de paz duradero que la educación.

En unos años los egresados, tanto los becarios del programa como sus compañeros de clase, serán embajadores de una nueva realidad social, aquella que se demostró a si misma que el estrato no es más que un número, y que lo importante es la persona, sus sueños y su trabajo.

Sin entrar en las sinergias económicas que hacen rentable la inversión en educación, tanto a nivel individual como colectivo, es probable que dentro de unas décadas el único reproche que hagamos sea “Y, ¿por qué nos demoramos tanto en apostarle a la educación?”.

Los invito a soñar con una Colombia, donde dentro de pocos años, ya nuestros jóvenes no busquen ser los más vivos sino los más pilos; y es que, por lo consignado en esta columna, me permito afirmar sin miedos ni contemplaciones que Ser Pilo Paga.


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