¿Y si se secan los páramos de Colombia?

Para entender los efectos futuros del cambio climático en los páramos, un equipo liderado por Jaime Escobar, investigador y profesor de la Universidad del Norte, está trabajando en la reconstrucción del clima de los últimos 5 mil años en esta zona, utilizando microorganismos llamados amebas testadas.

Este ecosistema de alta montaña es una pieza clave para la regulación de flujos hídricos y es el responsable de gran parte del agua que se consume en el país. Sin embargo, debido al cambio climático se pronostica que en las próximas décadas contará con sequías más largas y fuertes.

Con el fin de entender el impacto que esto tendrá en la ecología e hidrología de los páramos en un futuro, un equipo liderado por Jaime Escobar, investigador y profesor del departamento de Ingeniería Civil y Ambiental, está trabajando en la reconstrucción del clima de los últimos 5 mil años en esta zona, utilizando microorganismos llamados amebas testadas.

Esta fue una nueva herramienta que usaron en la última salida de campo que hicieron, del 12 al 22 de enero, a la Laguna del Triunfo en Manizales y a dos en Boyacá, casualmente llamadas igual: la Laguna Negra en la cuenca del lago de Tota, en el Páramo de las Alfombras, y la Laguna Negra en el municipio de Mongua, en el Páramo de Ocetá.


páramos

Los investigadores Mark Brenner, Robert Booth, Jaime Escobar y Jason Curtis. Comunicaciones Universidad del Norte


Si bien este equipo de investigación, conformado también por Mark Brenner y Jason Curtis, de la Universidad de la Florida, lleva en este trabajo alrededor de cuatro años, el uso de las amebas testadas se dio gracias a Robert Booth, proveniente de la Universidad de Lehigh, quien se unió recientemente al equipo de investigadores.

“Con la ayuda de estos microrganismos vamos a poder reconstruir cómo ha cambiado la tabla de humedad o el grado de humedad de los suelos, de los depósitos de turba en los últimos 5 mil años”, manifestó Escobar.

De acuerdo con lo que explicó, las amebas testadas se preservan en el registro fósil y son a su vez bioindicadores que muestran cómo cambia la tabla de agua o el grado de humedad de los suelos. Esto es debido a que diferentes especies de estos microorganismos prefieren diferentes cantidades de humedad.

Lo primero que se hizo fue buscar en los lugares visitados a ver si allí existían esas micro especies y recoger muestras superficiales para analizarlas. “Al saber la ecología de esas diferentes especies modernas en ese momento que aún están vivas, podemos transmitir ese conocimiento y llevarlo al pasado”, puntualizó.

Para llegar a conclusiones, se hará un análisis de las especies de amebas testadas actuales, que extrajeron de distintas partes del páramo, y se aplicará a lo que encontraron en un núcleo de sedimento de 7,25 metros que extrajeron de la Laguna Negra, en el Páramo de Ocetá.

“Al tener esa información podemos saber si a determinados periodos de tiempo ese suelo estaba más seco o más húmedo y eso nos permite reconstruir cómo ha cambiado la precipitación y la humedad, a través del tiempo, en estos lugares que son fuente de creación de agua. Esto es supremamente importante para poder saber qué nos espera en un futuro”, aclaró.

Así mismo, añadió que “son ecosistemas que hay que cuidar mucho porque están bajo presión de muchas actividades humanas como la ganadería, la agricultura y la minería”.


Por: Oriana Lewis, Comunicaciones Universidad del Norte


 

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