Salud, el incalculable valor del conocimiento

Por: Alvaro Villanueva, MD.

Tratar de conocer el funcionamiento para lograr con la ayuda de los medios diagnósticos, laboratorio clínico, imágenes etc., desde la prevención, hasta el tratamiento médico y quirúrgico la curación o el alivio de las enfermedades, no es tan fácil como muchos creen, leyendo únicamente unos minutos al Dr. Google, o recogiendo terapias que llenan ahora todos los sistemas de comunicaciones.

Vemos disolver bloques de grasa, cicatrizar y borrar arrugas por accidente. Hierbas que curan el cáncer, detienen el crecimiento de la próstata, mejoran la erección, hacen fértiles las parejas, detienen la hipertensión y siguen usos interminables, que recogen en incrédulos ofertas creadas para el enriquecimiento de aquellos que cuando van a revisarles sus diplomas, ninguno es válido para practicar la medicina y mucho menos la especialidad requerida por los funcionarios del gobierno que persiguen a los profesionales y dejan por fuera los bandidos.

Con el permiso de las autoridades esta cultura viene mostrando nuestra gran deficiencia cultural, y el abandono de una población que necesita ser protegida de las graves consecuencias derivadas de tan malas y falsas actuaciones médicas.

Todo esto me lleva a reflexionar, de aquellos sacrificios, que atravesamos para encontrar la mejor opción terapéutica para los pacientes, largos años de estudio y de trasnochos en turnos, con seguimiento de una profesión que no da tregua, no solo en la práctica si no en la actualización de nuevas alternativas de manejo para los pacientes.

El conocimiento fundamental en el alma mater de medicina nos lleva al juramento hipocrático, que por encima de religiones o creencias debe siempre buscar la curación, mejoría o alivio de la enfermedad. Si nos equivocamos, nos castigan, y sin esperarlo, recibimos muchas veces el agradecimiento de aquellos que dicen, ese fue el doctor que me salvó la vida.

De esta forma, justificamos tantos años de estudio, porque la verdad, la profesión médica no tiene comparación con la de deportistas famosos, abogados, y otras aún más rentables como las de los que trabajan en la política o en los estrados judiciales. No estoy en contra de lo justo, pero si reclamo sobre todo para los nuevos profesionales de la medicina, que le reconozcan el valor de los conocimientos que se obtienen con grandes sacrificios.

Que estos se respeten y, que no continuemos con la dilatación de EPS a través de las famosas juntas, para autorizar laboratorios, imágenes, tratamientos y procedimientos que con su demora afectan gravemente al paciente. Al médico reconocido y mayormente al especializado, no se le debe entorpecer su labor, si se duda de su idoneidad debe ser denunciado, pero si no, se constituye este accionar en una falta de respeto y un delito contra los pacientes.

Finalmente si al conocimiento le agregamos la buena intención, la buena fe y el entendimiento con los dueños de la salud de las personas más desprotegidas, deberíamos tener al final, el respeto y el reconocimiento en los honorarios profesionales merecidos. De lo contrario seguiremos encontrando como me ocurrió en una ocasión, a mi estudiante, medico, conduciendo un taxi para sobrevivir.


 

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