Gestión de paisajes forestales sostenibles desde la complejidad

Por: Rodrigo Arce Rojas.

Uno de los grandes retos que tenemos como países megadiversos es gestionar los paisajes forestales más allá de miradas fragmentarias desde los recursos (bosques, aguas, suelos, aire) o desde las dimensiones sociales, culturales, institucionales, legales, económicas o ambientales (entendida fundamentalmente como relativo a lo biofísico). En esta perspectiva se requiere avanzar desde los enfoques disciplinarios, a los enfoques interdisciplinarios, transdisciplinarios e incluso indisciplinarios.

La indisciplinariedad implica un nuevo paradigma del conocimiento que hace frente a la complejidad abordando la realidad no desde objetos de estudio sino trabajando con problemas de frontera. Esto significa trabajar con las totalidades, reconocer y gestionar la diversidad y realizar procesos de síntesis y sinergias de los enfoques empíricos analíticos e interpretativos (Hincapié, 2015).

Los paisajes forestales podrían ser catalogados como sistemas dinámicos no lineales, sistemas complejos no-lineales o sistemas complejos adaptativos (Maldonado, 2011) lo que da cuenta de su complejidad. En ellos se verifican una serie de características de la complejidad tales como auto organización, rupturas, inestabilidades, fluctuaciones, irreversibilidad, caos, evolución, sinergias, emergencias, recursividad, entre otras (Maldonado, 2011; Segura, 2009; Maldonado, 2003). Ello implica entonces superar visiones lineales y determinísticas de la gestión.

Queda corto entonces contentarse con la visión del árbol, con la visión del bosque, aunque siendo necesarios, se tiene que avanzar hacia una visión de las totalidades de los paisajes forestales que no significa verlo absolutamente todo sino tener la capacidad de identificar los fenómenos que atraen o convocan los fenómenos críticos. No es gratuito entonces la mirada de socioecosistemas y el reconocimiento de la ecología de paisajes y la biología de poblaciones como sistemas sociales naturales (Maldonado, 2009).

Un enfoque central de la gestión de paisajes forestales corresponde a los sistemas entendidos como conjunto de elementos interconectados o interrelacionados con un objetivo concreto (Segura, 2009). Específicamente estamos hablando de sistemas abiertos que importan y procesan elementos (energía, materia, información) de sus ambientes. Que un sistema sea abierto significa que establece intercambios permanentes con su ambiente, intercambios que determinan su equilibrio, capacidad reproductiva o continuidad, es decir, su viabilidad (entropía negativa, teleología, morfogénesis, equifinalidad) (Arnold y Osorio, 1998).

Como sistema abierto los paisajes forestales presentan algunas características como la no linealidad, interconexión estrecha, la auto organización, el cambio constante, la retroalimentación, la emergencia, entre otros. Asimismo, se resalta el hecho de ser contra intuitivos, no todo tiene necesariamente explicación causal e irrumpen hechos aparentemente sin conexión alguna. Así es que no solamente estamos hablando que no siempre existe una relación lineal de causa y efecto sino que las causas pueden convertirse en efectos y viceversa. 

En los paisajes forestales podemos apreciar una serie de dilemas o tensiones tales como orden-desorden, estabilidad-inestabilidad, equilibrio-no equilibrio, razón-emoción, producción-conservación, vida humana-vida silvestre, ingeniería-poesía, pasado-futuro, convivencia-conquista, formalidad-informalidad, legalidad-ilegalidad, entre otros. Desde la perspectiva del principio dialógico de la complejidad estos temas no se abordan como campos polarizados sino se les reconoce como términos complementarios y permite mantener la dualidad en el seno de la unidad (Castellanos, 2003). Estamos hablando entonces tanto desde la perspectiva del reconocimiento de diferentes lógicas que interactúan como la capacidad que tienen estos elementos para entrar en un proceso de encuentro dialógico. 

Con el principio Hologramático se concibe a la parte en el todo y al todo en cada parte (Castellanos, 2003). Este principio se aplica a todo nivel como por ejemplo la célula que contiene al individuo y el individuo que contiene a las células, la persona que está contenida en la sociedad y la sociedad que contiene a las personas. Así es que podemos decir que el ecosistema contiene al paisaje y el paisaje contiene al ecosistema. En buena cuenta este principio nos describe la estrecha interrelación que existe entre el micro mundo y el macro mundo. 

El principio de recursividad considera que los productos y los efectos son al mismo tiempo causa y productores de aquello que los produce. Esta tesis derrumba la causalidad lineal propia del positivismo (Castellanos, 2003). Ello nos da cuenta de los límites del marco lógico como herramienta de gestión. Necesitamos marcos metodológicos que den cuenta de las estrechas interrelaciones de los factores presentes en un problema.  Este principio es de especial consideración cuando hablamos de los grandes problemas que enfrentamos como la tala ilegal, la minería ilegal, los cultivos ilícitos, entre otros. 

Por todo ello, la gestión de paisajes forestales requiere fortalecer las capacidades de pensamiento sistémico y pensamiento crítico. El pensamiento sistémico alude a la capacidad de comprender las relaciones entre los diversos componentes de un sistema organizacional que obtiene resultados deseados e indeseados (Aljure, 2007). Es una disciplina para ver totalidades, un marco para ver interrelaciones en vez de cosas aisladas. Es la habilidad de encontrar patrones de cambio y de entender cómo las partes afectan al todo (Senge, 1999). El pensamiento crítico alude a la capacidad de irse más allá de las explicaciones hegemónicas.  

La forma cómo abordamos la gestión de paisajes forestales está muy influenciado por los marcos epistemológicos de la dominación del hombre a la naturaleza.  Latinoamérica necesita definir con qué marco epistemológico va a gestionar sus paisajes forestales para una relación de convivencia antes que de explotación. Se precisa entonces enfoques de descolonización epistemológica para construir alternativas al desarrollo y no seguir únicamente en la senda del progreso que se realiza a costa del ambiente y de las culturas. Requerimos que la construcción del conocimiento para la gestión sostenible de los paisajes implique la construcción participativa de un discurso y prácticas comunes de solidaridad y reciprocidad. No se trata de negar la economía sino de sincerarla, humanizarla a la vez dialogante con la naturaleza y el cosmos. 


Bibliografía revisada:

Aljure, J. (2007). Pensamiento sistémico: la clave para la creación de futuros realmente deseados. ELEGIR (9).

Arnold, M. y Osorio, F. (1998). Introducción a los Conceptos Básicos de la Teoría General de Sistemas. Cinta de Moebio [en linea]  [Fecha de consulta: 10 de mayo de 2016]

Castellanos, R. (2003). Metodología sobre el desarrollo del ser como personalidad. Caracas: Universidad Nacional Experimental de Guayana (UNEG).

Maldonado, C. (2011). Termodinámica y complejidad. Una introducción para las ciencias sociales y humanas. Bogotá: Ediciones desde abajo.

Maldonado, C. (2009). Complejidad de los Sistemas Sociales: Un reto para las ciencias sociales Cinta Moebio 36:146-157

Maldonado, C. (diciembre 2003). El problema de la filosofía del conocimiento y el estudio de los sistemas complejos. En: Praxis Filosófica, Universidad del Valle, No. 17, págs. 103-120

Segura, F. (2009). ¿Puede gestionarse la complejidad de los problemas sociales? Aportaciones desde la teoría de la complejidad en la formulación de políticas públicas. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Instituto Tecnológico de San Luis – Potosí, México.  23 (2009.3)

Senge, P. (1999). La Quinta Disciplina El Arte y la Práctica de las Organizaciones que Aprenden. Barcelona: Editorial Granica (Grupo Editorial Norma), Colección Management y contexto, 1999, pp. 494.


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