Por qué no podemos permitirnos descuidar la educación de los niños

De brecha de género a dividendo: por qué no podemos permitirnos descuidar la educación de los niños.

Iniciativa de las Naciones Unidas para la Educación de las Niñas (UNGEI).


La brecha de género es un fenómeno mundial generalmente asociado con desigualdades profundamente arraigadas que obstaculizan a las mujeres y a las niñas en muchas esferas de la vida. Sin embargo, en el contexto de la educación, ha evolucionado y significa diferentes cosas en diferentes partes del mundo.

Hay 15 millones de niñas en edad de ir a la escuela primaria que ni siquiera tendrán la oportunidad de aprender a leer o escribir, en comparación con 10 millones de niños. Por ello, la atención lógicamente se ha centrado en las niñas de las regiones más pobres, como África Subsahariana, donde la educación es inaccesible para demasiadas de ellas.

Sin embargo, a nivel mundial, de los 264 millones de niños y jóvenes que no asisten a la escuela, la mitad son niños. En vista de ello, el recientemente publicado Documento de Política (35) del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM) resalta disparidades menos reconocidas en regiones donde la brecha de género es a costa de los niños. La investigación señala una tendencia emergente de que cuando finalmente se logra la paridad entre los géneros en la educación básica, en muchos países son las niñas las que permanecen en la escuela por más tiempo y superan a los niños en el nivel secundario y terciario.


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Por qué es importante invertir la brecha de género

En vista de las múltiples y agravantes barreras que las niñas han enfrentado históricamente al acceder a la educación, ¿no debería ser motivo de celebración el haber invertido la brecha de género? Dado que la situación de las mujeres es peor en casi todas las demás esferas, sobre todo en el mercado laboral, ¿por qué debería ser motivo de preocupación la desventaja de los niños en la educación en algunas regiones?

En pocas palabras, porque no abordar el bajo nivel educativo de los niños puede tener consecuencias graves no solo para su propio bienestar, sino también para el de las mujeres y las niñas. Además, como uno de los catalizadores más poderosos para la igualdad de género, la educación puede desempeñar un papel fundamental en el empoderamiento de niñas y niños para desafiar las normas discriminatorias.

La evidencia del dividendo de igualdad de género que se genera a través de la progresión de los niños en la escuela se puede ver en los hallazgos de la Encuesta Internacional de Hombres e Igualdad de Género (IMAGES, por sus siglas en inglés) llevada a cabo en cuatro continentes. Era más probable que los hombres con mayores niveles de educación apoyaran la igualdad de género y la vivieran en su vida, mientras que entre los hombres con menor educación era más común la perpetración de la violencia física y sexual y menos común la participación en el cuidado infantil, o los exámenes de VIH.

Por lo tanto, para acelerar el progreso hacia una sociedad justa en temas de género no podemos permitirnos descuidar a los niños en la búsqueda de una educación de calidad inclusiva y equitativa para todos. Para abordar la desventaja de los niños, que se ha observado en el gran número de ellos que no progresa y completa la escuela secundaria en regiones como América Latina, el Sudeste de Asia y el Caribe, tenemos que entender las causas de la desconexión y la deserción escolar.

El documento de política del Informe GEM apunta a dos factores generales, ambos con base en las normas de género imperantes.

En primer lugar, al igual que en el caso de las niñas, la pobreza es una causa importante de marginación para los niños en edad escolar. La investigación sugiere que, en muchos países de América Latina y el Caribe, las normas de masculinidad que enfatizan el rol de sustentador familiar, combinadas con oportunidades para que los adolescentes obtengan un trabajo no calificado que no requiere la finalización de la escuela secundaria, pueden generar presiones para que abandonen.

En segundo lugar, debido a que las escuelas reflejan las normas de género de la sociedad en general, las prácticas discriminatorias se replican con frecuencia en el entorno de aprendizaje a través de enfoques de enseñanza que refuerzan los estereotipos de género, la presión de grupo, la violencia arraigada y más. Todos estos problemas pueden aumentar la desafección de los niños con la escuela.

Aprovechar la educación para lograr el dividendo de igualdad de género:

A diferencia de la desventaja femenina, no es tan probable que la desventaja de los hombres en la educación sea el resultado de la marginación estructural o histórica. Más bien, en gran medida, es un producto de las normas, actitudes y comportamientos de género que condicionan las identidades de los niños y les imponen expectativas sociales.

Al ser espacios en los que las normas de género establecidas se pueden absorber y moldear, las escuelas presentan desafíos y oportunidades para que los educadores ayuden a replantear las nociones de masculinidad entre los niños. Al exponer a los niños a ideas nuevas que desafían las normas de género establecidas, se pueden mejorar los resultados del aprendizaje, lo que aumenta el potencial para avanzar hacia una sociedad más igualitaria.

El documento de política del Informe GEM destaca varios programas de educación grupal participativa, como el Movimiento de Igualdad de Género en las Escuelas y el Programa H de Promundo diseñado para alentar a los estudiantes a examinar críticamente, cuestionar y desafiar las normas y relaciones de poder que apuntalan las brechas de género. Integradas dentro de un entorno escolar equitativo en temas de género, la investigación indica que tales iniciativas pueden contribuir a cultivar principios de igualdad de género en los estudiantes, lo que a su vez desafía las suposiciones sobre la “naturalidad” de los roles de género.

Durante décadas, la comunidad educativa mundial se ha centrado en las barreras que enfrentan las niñas marginadas en el Sur Mundial, y los enormes beneficios que se obtendrían si todas las niñas pudieran acceder a la educación que necesitan. Pero no se ha prestado suficiente atención a los beneficios de garantizar que los niños también permanezcan y continúen en la escuela secundaria. Para acelerar el progreso hacia la igualdad de género en, y mediante, la educación, como aboga el documento de política del Informe GEM, no podemos permitirnos olvidar a los niños.

Sin perder el enfoque en los problemas estructurales que mantienen a muchos niños fuera de la escuela, una prioridad clave debe ser desarrollar entornos de aprendizaje y currículos que tengan en cuenta las cuestiones de género y que ayuden a los estudiantes a adquirir habilidades de pensamiento crítico que fomenten una cosmovisión más igualitaria. De esta forma, el dividendo de igualdad de género de la educación finalmente podrá realizarse.


Nota publicada en el Blog de la Educación Mundial de la UNESCO, reproducida en PCNPost con autorización


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