Alquimia local

Por: Pascual Gaviria Uribe.

La política fragua las más extravagantes amalgamas. Deformar los materiales en busca de una apariencia sólida es parte de su alquimia torcida. También suele presentar como nueva una pieza que ha sido rastrillada una y mil veces contra las barandas de los edificios públicos, por no hablar de la sencilla falsificación que es su estrategia más corriente: bañar con un material noble a la simple quincalla. De modo que el ciudadano debe posar de joyero, ponerse el monóculo e ir descartando algunas piezas que se exhiben en la vitrina.

En Antioquia cada cuatro años se meten más o menos los mismos materiales en una centrifugadora y el resultado –endeble y arrevesado– se somete a consideración de los electores. El ejercicio de este año ha decantado en primer lugar una partícula de gran resistencia, formada en los primeros sismos y con un magnetismo frente a las impurezas. Juan Gómez Martínez, con ochenta años bien cumplidos, suena para ser el número uno en la lista del Centro Democrático al concejo. Gómez Martínez ha dejado de ser azul –godo es y seguirá siendo– y se ha convertido en una reliquia del Uribismo. Fabio Valencia Cossio, cuyo material corrugado se encuentra en todos los municipios del departamento, ha terminado por llevar sus mayorías al Centro Democrático. De modo que la renovación de Uribe en Antioquia significa solo unos golpes de martillo a los viejos fortines azules. La fantasía de Luis Alfredo Ramos también hizo se aleación con en el Uribismo, reducida luego de su mezcla con mercurio y otros elementos peligrosos en los socavones de Bello y Urabá. Liliana Rendón es parte de la bolsa que llevó Ramos al Centro Democrático, pero ni el alquimista mayor del partido cree en sus bondades. Tal vez la negocien por debajo de la mesa.

En partido Liberal siguen arrastrando a Horacio Serpa de feria en feria. Serpa es maleable y ha pelado el cobre en múltiples ocasiones. Ahora se toma fotos con Viviane Morales, una vendedora de cruces de la suerte. Esas dos figuras nacionales presentaron hace unos días la candidatura de Luis Pérez para la gobernación y Eugenio Prieto para la alcaldía. Pérez tiene su fusión con plomo desde la campaña pasada cuando el propio liberalismo lo señaló de estar aliado con los combos. Pero el señor se lavó con soda cáustica durante cuatro años y ahora, con corbata azul, es candidato del liberalismo. Prieto es una especie de moneda providencial que se lleva siempre en el bolsillo por si algo se presenta. Sofía Gaviria, hermana del alcalde, es la encargada de avivar el fuego sobre los materiales con el fuelle de la burocracia local. Desde la presidencia les da pudor poner sus adornos sobre Pérez, pero para un súper ministro que juega sin partido y en todos los partidos no hay problemas con la fatiga de materiales.

En otra orilla está Gabriel Jaime Rico, hombre de iglesia y palacio de convenciones que se refugió en un cargo público bajo el ala de su rival y ahora recoge a los díscolos de todas las orillas: Luis Fernando Duque, Julián Bedoya, José Ignacio Mesa, Olga Suárez Mira. Una candidatura “independiente” que hay que manejar con pinzas y mascarilla. Su gran ideólogo es Mauricio ‘El Chicho’ Serna, hombre de otra cantera. El ex gerente de la campaña de Santos le sirve como aval en los mercados nacionales.

Mientras tanto en el fajardismo intentan aleccionar a un uribista emancipado, mostrar una pieza todavía escondida bajo el lecho de la burocracia o pulir a un pupilo descarriado.


 

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