Siete excelentes preguntas que hemos recibido en relación al informe de Oxfam sobre desigualdad

El nuevo informe de Oxfam sobre desigualdad acapara titulares en todo el mundo. Este informe revela que la fortuna de los milmillonarios se incrementó en 2500 millones de dólares diarios el pasado año, mientras los 3800 millones de personas que constituyen la mitad más pobre de la humanidad se empobrecieron aún más. 



Desde su lanzamiento, hemos recibido numerosas preguntas.  A continuación, respondemos a las siete más frecuentes.

1. ¿Por qué ataca Oxfam a los milmillonarios? Son empresarios con talento que generan empleo y riqueza. Bill Gates y otros milmillonarios incluso donan grandes sumas de dinero a entidades benéficas.

En Oxfam no estamos en contra de la riqueza, sino de la pobreza. Sacamos a la luz la creciente riqueza que acaparan los milmillonarios con el fin de llamar la atención sobre los problemas que presenta nuestro sistema económico fallido. Nuestras economías permiten que unas pocas personas acumulen una riqueza inmensa pagando unos impuestos relativamente bajos, mientras servicios públicos básicos como la sanidad y la educación están fuertemente subfinanciados. No tiene ningún sentido.

Es cierto que algunos milmillonarios han erigido grandes imperios comerciales de la nada, generando empleo y prosperidad tanto para ellos mismos como para otras personas, pero no es el caso de la mayoría de ellos. Oxfam estima que dos tercios de los milmillonarios han heredado su fortuna o la han ganado gracias a monopolios y su influencia sobre los Gobiernos. Además, no todos garantizan que sus trabajadoras y trabajadores reciban una parte justa de los beneficios que generan con sus negocios, por ejemplo pagándoles un salario digno.

También es cierto que otros milmillonarios, como Bill Gates, utilizan su fortuna para ayudar a otras personas y habría que felicitarles por ello. Sin embargo, las donaciones benéficas no sustituyen la responsabilidad de las empresas y las personas de pagar los impuestos que les corresponden justamente.

Muchas personas ricas están de acuerdo con esta afirmación. Bill Gates defiende que la primera responsabilidad de los súper ricos es pagar los impuestos que les corresponden, y Warren Buffet ha instado a que se suban los impuestos que deben pagar.

2. ¿Acaso no funciona el capitalismo? ¿El crecimiento de la economía global y la reducción de la pobreza no son prueba de ello?

Es cierto que el número de personas que viven en la pobreza extrema, es decir, con menos de 1,90 dólares al día, se ha reducido a nivel mundial. Esto es motivo de celebración. Sin embargo, la tasa de disminución de la pobreza extrema se ha ralentizado y, en algunas partes del mundo, el número de personas que vive por debajo del umbral de la pobreza extrema está aumentando.

Pero eso no es todo. Casi la mitad de la humanidad vive con menos de 5,50 dólares al día. Estas personas no viven por debajo del umbral de la pobreza extrema, pero sus recursos siguen siendo muy reducidos. Tienen enormes dificultades para salir adelante, y una simple factura médica puede sumirles en la pobreza extrema. Es este grupo de personas, mucho más numeroso, el que está perdiendo recursos.

El problema es que los beneficios del crecimiento económico no se comparten de manera equitativa. La riqueza que se crea dentro de los modelos económicos actuales es acaparada por aquellos que ya son ricos, mientras las personas pobres apenas se benefician de ella. Así, la fortuna de los milmillonarios se incrementó en un 12% el año pasado (2500 millones de dólares diarios), mientras que los 3800 millones de personas que constituyen la mitad más pobre de la humanidad perdieron el 11% de sus recursos económicos.

Resumiendo: nuestros modelos económicos han fallado. Por esta razón, Oxfam pide a los Gobiernos que construyan modelos económicos que funcionen para todas las personas y no solo para una privilegiada élite.

3. ¿No es bueno que se apliquen impuestos bajos? ¿Subir los impuestos no hará que se estanque el crecimiento económico y la creación de empleo? 

La idea de que aplicar unos impuestos bajos para los más ricos es favorable para el crecimiento económico y la creación de empleo ha sido ampliamente cuestionada. Incluso el Fondo Monetario Internacional afirma que existe un amplio margen para llevar a cabo una redistribución de la riqueza sin afectar al desarrollo económico.

No tiene sentido que las facturas fiscales de las empresas y personas más ricas se hayan ido reduciendo sistemáticamente mientras servicios públicos básicos como la salud y la educación, que benefician al conjunto de la sociedad, estén subfinanciados. Necesitamos más escuelas, no yates de lujo.

4. ¿Qué tienen de malo la salud y la educación privadas? En un gran número de países, la calidad de la salud y la educación públicas es deficiente y los servicios privados ofrecen una alternativa a la población.

La falta de inversión en servicios públicos hace que, en muchos países, la calidad de la educación y la atención médica que estos proporcionan sea muy limitada. Sin embargo, la solución a este problema es invertir más en los servicios públicos, y no subcontratarlos a empresas privadas.

El sector privado no cubre a las personas en mayor situación de pobreza, ya que existen pocos incentivos para que las empresas privadas ofrezcan servicios a las personas que no pueden pagar por ellos.  Además, como los proveedores de servicios privados de salud y educación a menudo reciben subvenciones del Gobierno, por lo que a menudo este dinero público se desvía para satisfacer las necesidades de las personas más ricas de la sociedad, a costa de las que se encuentran en mayor situación de pobreza. Por ejemplo, una alianza público-privada para construir un hospital en Lesoto acabó por consumir el 51% del presupuesto total de sanidad de todo el país para 2014, lo que privó a las clínicas de las zonas rurales de los fondos que tanto necesitaban.

Los Gobiernos solo podrán proporcionar una sanidad y educación de calidad al conjunto de la sociedad si se invierte en unos servicios públicos que sean gratuitos y universales. 

5. Los cálculos de Oxfam son erróneos: los datos son incompletos y la manera en que se ha calculado la riqueza sitúa a las personas con elevados ingresos, pero altamente endeudadas, entre aquellas en mayor situación de pobreza.

Oxfam basa sus cálculos en los datos más recientes y fiables que hay disponibles en el momento, es decir, el informe anual de CreditSuisse sobre la riqueza mundial, y la lista anual de milmillonarios de Forbes. Aunque es evidente que los datos no son perfectos, ya que la calidad de los datos disponibles varía según el país, cada año los datos son más fiables y completos.

Uno de los principales problemas es que las personas más ricas suelen ocultar su riqueza en jurisdicciones offshore para eludir el pago de impuestos, por lo que es posible que los datos subestimen significativamente sus fortunas. A pesar de estos problemas, la mayoría de los expertos está de acuerdo en que los datos son lo suficientemente fiables y afirma que proporcionan una visión general relativamente precisa de cómo se distribuye globalmente la riqueza.

También es cierto que, según el modo en que se ha calculado la riqueza, las personas con elevados ingresos, pero altamente endeudadas (como deudas de estudio) se sitúan en la misma categoría que aquellas en gran situación de pobreza.   Sin embargo, estas personas representan únicamente una pequeña fracción, por lo que esto apenas tiene un impacto mínimo en las cifras calculadas.

La gran mayoría de las personas que pertenecen a la mitad más pobre de la humanidad está sumida en la pobreza y tiene enormes dificultades para salir adelante. Las personas endeudadas suelen ser personas en situación de pobreza que se ven obligadas a pedir préstamos para mantenerse a flote, como las madres solteras que se ven forzadas a recurrir a usureros para pagar los gastos médicos en Estados Unidos, o las pequeñas productoras y productores de India que reciben préstamos con enormes intereses.

Ningún conjunto de datos ni metodología llegan a ser 100% perfectos y es posible que las cifras varíen ligeramente de un año a otro a medida que haya disponibles datos más recientes y fiables. Sin embargo, podemos ver un patrón constante y preocupante: la brecha entre ricos y pobres está aumentando a un ritmo acelerado y un pequeño número de personas acumula grandes fortunas pagando una cantidad relativamente pequeña de impuestos, mientras servicios públicos básicos, como la sanidad y la educación, están fuertemente subfinanciados.

6. La desigualdad no agrava la pobreza. 

Los datos empíricos y la experiencia de millones de personas indican lo contrario. En países como Kenia, una niña o niño perteneciente a una familia rica estudia, en promedio, el doble de años que una niña o niño de una familia pobre, por lo que tendrá más posibilidades de conseguir un trabajo bien remunerado al concluir sus estudios.

Al reducir la brecha entre ricos y pobres aplicando unos impuestos sobre la riqueza más justos, e invirtiendo el dinero recaudado en educación y sanidad para el conjunto de la sociedad, los Gobiernos pueden garantizar que a ninguna niña o niño se le niegue un futuro más próspero por el mero hecho de provenir de una familia pobre.

El Banco Mundial está de acuerdo en que no será posible eliminar la pobreza extrema a menos que cerremos la brecha entre personas ricas y pobres, ya que 200 millones de personas seguirán viviendo con 1,90 dólares al día o menos en 2030.

7.  ¿No está Oxfam politizándose demasiado?

Las decisiones que toman los Gobiernos tienen un gran impacto en la vida de las personas, por lo que, en ese sentido, la pobreza es una cuestión política. Personas de todo el mundo están perdiendo la confianza en nuestro sistema político porque los Gobiernos anteponen las peticiones de las grandes empresas y las élites más ricas a las necesidades de sus propias ciudadanas y ciudadanos.

No tiene sentido que las facturas fiscales de los más ricos se hayan ido reduciendo sistemáticamente año tras año mientras servicios públicos básicos como la salud y la educación, que benefician al conjunto de la sociedad en tantos aspectos, estén subfinanciados. No se trata de una cuestión política o ideológica, sino de justicia y dignidad humana.


Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización


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SOURCE: Oxfam

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