Impulsar la tecnología con perspectiva de género para promover la salud y los derechos sexuales y reproductivos

perspectiva de género ONU Mujeres

Ayesha Amin, de Pakistán, es una activista tecnológica y de género y fundadora de Baithak—Challenging Taboos. Foto cortesía de Ayesha Amin


Ayesha Amin es una emprendedora y activista en los campos de la tecnología y el género que vive en Pakistán. Es la fundadora de la organización Baithak-Challenging Taboos, dirigida por jóvenes y mujeres, que trabaja para ampliar el acceso a la información sobre la salud y los derechos sexuales y reproductivos. Tras haber experimentado de primera mano la estructura discriminatoria del mundo de la tecnología, Ayesha hace hincapié en la urgencia de implicar a la juventud –y a las mujeres jóvenes en particular– en los procesos de toma de decisiones que repercutirán en su futuro: “no hay alternativa”, afirma.

¡Fuera límites!

El tabú en torno a la salud y los derechos sexuales y reproductivos ha mantenido históricamente a muchas mujeres en la ignorancia sobre su propio cuerpo. Esto las priva de autonomía corporal: “cuando las mujeres no tienen acceso a la información, no pueden tomar decisiones con conocimiento de causa sobre su cuerpo”, señala Ayesha. Además del estigma, las restricciones de movilidad y la falta de recursos impiden a muchas mujeres acceder a servicios sanitarios cruciales.

La FemTech –término con el que se designa la tecnología diseñada en apoyo a la salud de las mujeres– puede ayudar a eliminar los obstáculos que dificultan el acceso a la información y la asistencia. Sin embargo, esta tecnología tiende a excluir a quienes más la necesitan: “la mayoría de las aplicaciones FemTech que existen en la actualidad benefician a mujeres que pertenecen a grupos privilegiados desde el punto de vista social y económico”, explica Ayesha.

Para las mujeres que viven en comunidades rurales, las que carecen de alfabetización digital o aquellas que no tienen ingresos suficientes para adquirir aplicaciones de pago, incluso estas modalidades alternativas de atención de la salud siguen estando fuera de su alcance. Mientras luchamos por cerrar la brecha de género en el acceso a la tecnología digital, “estamos dejando muy, muy atrás a las mujeres y niñas de las comunidades marginadas”, subraya Ayesha. Esta “brecha dentro de la brecha” significa que las mujeres marginadas quedan excluidas incluso de la tecnología considerada accesible. “Hay una enorme necesidad de invertir en soluciones que puedan adecuar la tecnología a la realidad local y hacer que los modelos tecnológicos sean inclusivos para las niñas y las mujeres de estas comunidades marginadas”, afirma.

Apoyo tecnológico

El proyecto más reciente de Baithak es Gul, un asistente de voz con inteligencia artificial que utilizará WhatsApp para ayudar a educar a la juventud en cuestiones de salud reproductiva en las lenguas locales. El equipo encargado de su desarrollo bautizó su asistente de voz con un nombre común de género neutro, con la idea de que la gente “pueda utilizar este asistente de voz como una amiga o un amigo a quien pedir esta información”, dice Ayesha. Gul forma parte del esfuerzo de Baithak por lograr una repercusión mayor a través de la tecnología.

La organización empezó celebrando sesiones presenciales en comunidades de toda la región: “la idea era crear espacios seguros para que las mujeres se reunieran, debatieran y aprendieran sobre temas relacionados con su salud sexual y reproductiva”, explica Ayesha. Pero había muchas comunidades a las que aún no podían llegar. “Sabíamos que nuestro acceso era muy limitado”, manifiesta. “No podíamos estar en todas partes, de modo que nos propusimos crear un sistema a través del cual las mujeres y las niñas de las comunidades marginadas pudieran acceder a información de calidad con un alto nivel de privacidad”.

La necesidad de recursos virtuales se puso de manifiesto con el estallido de la pandemia de COVID-19. “Las mujeres de las distintas comunidades empezaron a ponerse en contacto con nosotras muy activamente por Whatsapp, ya que no podíamos desplazarnos físicamente hasta allí”, explica Ayesha. La urgencia del proyecto se acentuó el año pasado, durante las inundaciones que asolaron amplias zonas de Pakistán.

Este tipo de crisis no van a desaparecer, pero las soluciones tecnológicas pueden ayudar a mitigar sus peores consecuencias. “En el futuro, la idea es utilizar este asistente de voz para ayudar a las mujeres en situaciones de emergencia climática, en las que el acceso a información de calidad y la capacidad para tomar decisiones fundamentadas en torno a la salud reproductiva se reducen de forma muy importante”, señala Ayesha.

Ocupar espacio

El espacio tecnológico, afirma Ayesha, está dominado por hombres. Sin embargo, las mujeres activistas no pueden dejar que esto las disuada: “Al principio puedes parecer una inadaptada”, pero “esa es precisamente la razón por la debemos estar ahí”. Ayesha sigue creyendo en un futuro mejor para la tecnología. “Existe un gran potencial para que estos espacios sean más inclusivos y más seguros para todos los géneros, no solo para las mujeres. El margen para mejorar la empatía en estos espacios es muy amplio”.

Nota publicada en ONU Mujeres, reproducida en PCNPost con autorización


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