Nueva York vista por aviones… de papel, recolectados por el excéntrico Harry Smith

AFP PHOTO / FREDERIC J. BROWN

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Coleccionista iconoclasta despreciado de la generación beat, Harry Smith recolectó durante casi 30 años aviones de papel encontrados en las aceras de Nueva York, con un objetivo todavía desconocido.

“Nadie comprende realmente qué lo llevó a embarcarse en esta colección” de aviones de papel, confiesa Andrew Lampert, que junto a John Klacsmann reunió las fotografías de 251 de estas aeronaves tomadas por Jason Fulford, en un libro lanzado el 27 de octubre.

Fue editado por J&L Books y los Anthology Film Archives, que conservaron estos aviones en Nueva York hasta 2012, antes que viajaran al Getty Research Institute, en Los Ángeles.

Con sus fuselajes a lunares o de un solo color, narices afiladas o aplastadas, los aviones reunidos por Harry Smith entre 1961 y 1987 conforman “la mayor colección de aviones de papel hallados” reunida por una sola persona, explica Klacsmann.

Sin embargo, Smith “no estaba especialmente fascinado por la aviación ni había tomado muchos aviones”, según Lampert.

Vivía “como un vagabundo” en hoteles o en casas de amigos, entre los cuales el poeta de la generación beat Allen Ginsberg, y “acumulaba un montón de objetos vinculados con sus diversas manías”.

El artista deambulaba así durante horas por las calles de la Gran Manzana, un poco como algunos de los “espigadores” filmados en 2000 por la francesa Agnès Varda, que juntaban objetos o desechos de las aceras.

Pero a diferencia de los recolectores de Varda, Harry Smith no volvía a darle vida a los aviones. Los almacenaba en un armario, el apartamento de un amigo o el subsuelo de un museo “como objetos de estudio (…) culturales”, explica Lampert.

“Harry Smith se interesaba mucho en los motivos que atraviesan las distintas culturas, a las cosas vinculadas a la conciencia de los hombres que se encuentran en las distintas culturas del mundo”, dice la directora de sus archivos, Rani Singh, que fue su asistente desde 1989 hasta su muerte en 1991.

“Iconoclasta”:

Además de los aviones, este cineasta de vanguardia, experto musicólogo y adepto a la cosmología, coleccionaba huevos de Pascua pintados ucranianos, cuyos motivos comparó con los ‘patchworks’ de los indios seminolas de Florida.

Amigo de los poetas Allen Ginsberg y Gregory Corso, del fotógrafo Robert Frank o el realizador Jonas Mekas, integraba la generación beat de artistas estadounidenses de vanguardia de los años 1950.

Algunos aviones son testimonio de esta época palpitante, como una aeronave psicodélica violeta, anaranjada y verde, hecha con un afiche del Café Au Go-Go de Greenwich Village donde actuaban músicos folk y encontrado por Harry Smith en 1967. O como ese otro avión plegado con un volante que llamaba a manifestarse contra la guerra de Vietnam.

Harry Smith era “un total iconoclasta, cuyas actividades intelectuales y creativas lo apartan” de la generación beat, según Lampert, ya que “nadie se embarcó en estas actividades antropológicas y este tipo de colecciones esotéricas”. Sus aviones muestran también la faceta turística de la metrópoli, como el confeccionado con un folleto turístico del Empire State Building, hallado en enero de 1968 a pocas cuadras del famoso rascacielos.

Según Jan Bender, del Gerry Research Institute, podrían ser el equivalente “visual” de otro proyecto de Smith en los años 1980 y que buscaba registrar los ruidos cotidianos de la ciudad: los pasos, los maullidos de los gatos, el estruendo del tráfico y… el soplido del viento. AFP


 

 

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