Me cabrea la igualdad

Por: Eduardo Lleras Losada.

En la película Lincoln, el gran Tommy Lee Jones interpreta a Thaddeus Stevens, un Republicano Radical representante al congreso de los Estados Unidos por Pensilvania. Stevens no solo era un acérrimo abolicionista sino un convencido de la igualdad de las razas y su tratamiento como tal ante la ley.

La película está llena de historias y frases impactantes. Para mí una de las mejores escenas, es la que contiene el debate en el congreso entre el representante Stevens con George Pendleton, también representante por el estado de Ohio y en donde se debate la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos. Me permito transcribir los diálogos a continuación:

George Pendleton: Es cierto si o no que usted durante mucho tiempo ha insistido que la raza negra no es distinta de la raza blanca?

Thaddeus Stevens: Yo no defiendo la igualdad frente a todas las cosas, tan solo la igualdad ante la ley y nada mas.

George Pendleton: Su frenético intento de engañarnos ahora, es indigno de un representante. Es, de hecho, indigno de un hombre blanco!

Thaddeus Stevens: Cómo puedo sostener que todos los hombres son creados iguales, cuando aquí, ante mí, se presenta la apestosa carcasa moral del representante por Ohio. Prueba de que algunos hombres son inferiores, dotados por su Creador de un ingenio tenue, impermeables a la razón y con el frío y pálido limo que corre por sus venas en lugar de sangre rojo vivo! Usted es más reptil que hombre, George! tan bajo y tan insignificante, que el pie de un hombre es incapaz de aplastarlo!

George Pendleton: Cómo se atreve!

Thaddeus Stevens: Sin embargo, incluso usted Pendleton, que debería haber ido al patíbulo por traición mucho antes que hoy, incluso usted indigno y sin valor alguno, merece ser tratado con igualdad ante la ley! Y así, una vez más señor, y una y otra vez y otra vez digo: yo no sostengo la igualdad en todas las cosas. Sólo la igualdad ante la ley.

No sé si la conversación existió como la recrea la película o es simplemente una creación de los guionistas. Sea cual sea su fuente la hallo brillante y vigente frente a las realidades de estos tiempos.

Me gusta y me identifico con el trasfondo del debate que no es otro que la aceptación profunda de nuestra individualidad y la igualdad con la que debemos ser tratados por la ley y las instituciones.

Me identifico porque desde hace algún tiempo vengo sosteniendo que no es solo un derecho, sino un deber del ser humano, desarrollar a plenitud su individualidad y sobre ella soportar el impacto que se quiere tener en este mundo. No en vano siento que nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, nuestras preferencias, nuestras almas y nuestras propias esencias de seres humanos nos pertenecen solo a cada uno de nosotros y nos corresponde solo a nosotros descubrirlas, desarrollarlas y ponerlas al servicio de lo que valoramos como verdaderamente importante. Valoro por convicción a los líderes auténticos, a aquellos que se atreven a separarse del pensamiento y actuar colectivos que matan en vida las almas y mentes libres e independientes con las que nacemos.

Tan solo creo en los modelos de comportamiento humano que expresan la refrescante y natural esencia de lo que cada quién es y solo en ellos le doy sentido a la resbaladiza palabra coherencia. Me irritan la copia, la falta de autenticidad, la adoración y adulación de otros como modelos a seguir y las almas secas y marchitas de aquellos que no logran expresar lo que son. Y por último me cabrea el alma que me traten de vender la idea de la igualdad, de que somos iguales, cuando no hay tal, no somos iguales, tan solo ante la ley.

Y si es solo ante la ley que somos iguales, pues es el deber de quienes legislan e interpretan las leyes de hacernos iguales. Igualdad que se expresa en exactamente los mismos derechos, deberes y oportunidades de aquellos que no siendo iguales, quieren ser tratados como iguales por la sociedad. Y en este, el único y mas grande ejercicio de igualdad que podemos tener, entender que si bien queremos ser tratados como iguales, no somos iguales


 

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