En los últimos años, las preocupaciones y visiones del mundo de los adultos jóvenes han ido ocupando cada vez más un lugar central en los debates mundiales. Y deberían hacerlo. La energía, los sueños y las demandas de los jóvenes del mundo (adultos jóvenes de 15 a 24 años de edad) pueden ser los impulsores de cambios masivos en los ámbitos político, social y económico. Algunas de las tendencias más importantes que se espera que den forma a nuestra realidad global durante el siglo XXI —como las oportunidades y los desafíos de la cada vez más numerosa población de jóvenes africanos y la continua explosión de la clase media asiática—ponen este hecho en evidencia.


pobreza extrema FIDA


Pero, ¿qué ocurrirá con los jóvenes que dediquen sus energías únicamente a la búsqueda de un sustento en lugar de movilizar a la opinión pública mundial? Hoy, con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, es importante considerar las perspectivas de los jóvenes más pobres del mundo.

Gracias a su colaboración con el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la empresa World Data Lab ha sido pionera en la elaboración de un modelo mundial de pobreza. A partir de datos de encuestas y pronósticos de distribución del gasto nacional, hemos desarrollado un método para aplicar las curvas de Lorenz y los modelos de regresión a fin de obtener tasas de crecimiento del gasto específicas para cada edad. Basándonos en estas tasas de crecimiento y en las tendencias demográficas nacionales, podemos calcular la incidencia de la pobreza a nivel de país por edad. Los datos nos brindan nuevas aproximaciones al panorama de la pobreza al que se enfrentan los jóvenes en todo el mundo.

De los 1 200 millones de personas con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, 104 millones —alrededor del 9 %— viven con menos de USD 1,90 al día (dólares en PPA en 2011). Esto equivale a la suma total de las poblaciones de Alemania y Australia. En su conjunto, representan una quinta parte de las personas más pobres del mundo y, aunque se espera que su número absoluto disminuya en unos 20 millones para el año 2030, su proporción en el total de la pobreza extrema mundial permanecerá invariable. Este carácter “estructural” de la pobreza juvenil se debe en parte a la relativa escasez de oportunidades disponibles para aprovechar su productividad, conectividad y capacidad de acción. Cabe destacar que unos 500 millones de jóvenes viven en zonas rurales, relativamente poco desarrolladas, donde las oportunidades de empleo son escasas.

Los 80 millones de jóvenes africanos que viven en situación de pobreza extrema representan más de las tres cuartas partes del total mundial (véase el gráfico 1). La buena noticia para África es que, para 2030, se espera que esta cifra disminuya, aunque solo modestamente, a 73 millones. Gracias a la mejora de las condiciones económicas, se espera que un puñado de países africanos reduzcan de forma masiva el número de jóvenes pobres para 2030. Los principales serán Etiopía (una reducción de 4 millones), Mozambique (2 millones), Kenya (1 millón) y Uganda (900 000). Sin embargo, otros países —Nigeria, Burundi, el Sudán y Zambia— tendrán al menos medio millón de jóvenes pobres cada uno. Teniendo en cuenta que sus poblaciones de jóvenes son considerables, los países subsaharianos tienen la oportunidad de cosechar el posible beneficio demográfico y, en consecuencia, de fomentar el crecimiento económico. Para aprovechar esta oportunidad se requieren inversiones eficaces que den prioridad a los jóvenes del medio rural —especialmente a las mujeres jóvenes—, ya que la mayoría de ellos viven en esas zonas.

Más allá de las oportunidades y consecuencias del crecimiento sin precedentes de la población joven en África, las perspectivas para otras regiones son marcadamente variadas. En Asia, el número de jóvenes que viven en situación de pobreza extrema disminuirá de manera drástica de 14 millones a unos 5 millones de personas para 2030. La mitad de esta disminución total se producirá en la India, mientras que las poblaciones totales de Indonesia, Filipinas y Bangladesh experimentarán respectivamente un descenso de unos 800 000 jóvenes pobres. Aunque viven en contextos económicos y políticos muy diferentes, las tendencias de las poblaciones de jóvenes pobres de América Latina, Oriente Medio y África del Norte son similares. Cada región presenta un aspecto negativo atípico —Venezuela y el Yemen, respectivamente— que explica por qué cada región seguirá teniendo una población de unos cuatro millones de jóvenes extremadamente pobres.>

Los datos expuestos anteriormente ofrecen un panorama deprimente de lo que probablemente sucederá en caso de que continúen las tendencias actuales. En un esfuerzo por cambiar esta situación, algunos países están creando oportunidades para las poblaciones de jóvenes del medio rural con el objetivo de lograr el equilibrio adecuado entre las intervenciones más amplias para todos y las inversiones específicas para los jóvenes.

De cara al horizonte de 2030, las perspectivas de los jóvenes más pobres del mundo también se verán afectadas por dos realidades económicas muy diferentes, a saber: el rápido aumento de las tasas de urbanización, por un lado, y la persistencia de un legado de pobreza rural en varios países, por otro. Convertir este paisaje cambiante en vías más amplias para liberar el potencial económico de los jóvenes es tanto un problema como un premio para los líderes del sector del desarrollo. De hecho, cuando solo quedan 10 años para que los encargados de la formulación de políticas alcancen las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cada segundo cuenta.


Nota publicada en FIDA, reproducida en PCNPost con autorización.


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