Los viñedos de Burdeos preparan el futuro ante el calentamiento global

Archivo. Noviembre 6, 2015. Parcela experimental del Instituto de Ciencias de la Viña y del Vino de Burdeos, en Villenave-D'Ornon. AFP PHOTO / THIBAUD MORITZ

Archivo. Noviembre 6, 2015. Parcela experimental del Instituto de Ciencias de la Viña y del Vino de Burdeos, en Villenave-D’Ornon. AFP PHOTO / THIBAUD MORITZ


Los propietarios de los viñedos de Burdeos se plantean aumentar el número de racimos por vid, atrasar el ciclo vegetativo e introducir nuevas cepas para hacer frente al calentamiento global sin perder carácter ni calidad.

El calor y la aridez que marcaron la cosecha de 2015 y que deberían prevalecer en las futuras “no preocupan hoy a los viticultores porque las vendimias más precoces son más bien un factor de calidad”, explica el presidente del Comité Interprofesional del Vino de Burdeos (CIVB), Bernard Farges.

Pero en el futuro, las variedades de uva más precoces, como la Merlot tinta, tendrán dificultades. La producción del extenso viñedo de Burdeos se compone de un 80% de tintos y un 20% de blancos. La variedad Merlot es la más cultivada (50% de las vides), muy por delante de la uva Cabernet Sauvignon (23%).

“Dentro de 20 o 30 años, el Merlot podría madurar en agosto, lo que perjudicaría la calidad de los vinos”, señala Kees van Leeuwen, investigador y profesor de la Escuela Nacional Superior de Ciencias Agronómica de Burdeos. Los vinos podrían entonces “carecer de frescura, con una graduación alcohólica demasiado alta”, dice.

Para contrarrestar esos efectos hay que atrasar el ciclo vegetativo de la cepa Merlot a fin de que madure lentamente en medio de la frescura de las noches del principio del otoño. Aumentar el número de racimos por vid o proteger las uvas del sol sacando menos hojas de la planta son medidas realizables a corto plazo para retrasar levemente el ciclo vegetativo.

A mediano plazo, la idea es proponer a los viticultores nuevos portainjertos (la parte enterrada de la cepa que sirve de soporte al vástago) más tardíos y más resistentes a la sequía, pero también instarlos a aumentar la proporción de cepas tardías entre las que ya se cultivan en Burdeos.

El Cabernet Sauvignon, una “cepa que corresponde bien a las características de Burdeos”, madura cada vez mejor en un clima más cálido y “habría que plantar cada vez más”, estima el científico.

Van Leeuwen menciona asimismo la cepa “Petit Verdot”, una variedad también tardía y autorizada en las denominaciones de origen de la región vinícola de Burdeos, pero que pasó a ser marginal en los últimos 50 años.

Ambas podrían ocupar un lugar más importante en las combinaciones de diferentes variedades utilizadas para elaborar el Burdeos.

Introducir nuevas cepas:

Pero a largo plazo, tal vez será necesario ir aún más lejos: “hacia 2040-2050, quizá tengamos necesidad de introducir variedades que actualmente no se cultivan en Burdeos para tener una paleta de vides que maduren en el período óptimo para hacer grandes vinos”, estima van Leeuwen.

Esa es la dirección de las investigaciones que se llevan a cabo en una parcela del Instituto de Ciencias de la Viña y del Vino de Burdeos, en la que se cultivan 52 cepas distintas plantadas en 2009 para estudiar cuáles se acercan más al carácter típico de las variedades bordelesas.

En octubre, unas 20 cepas de esa parcela experimental fueron vinificadas para comparar esta producción con los vinos elaborados con las cepas tradicionales de la región. El objetivo es evaluar a cada candidata a una futura entrada en la composición de los vinos de Burdeos.

Se estudian, entre otras, la uva tinta Cao, variedad portuguesa que se utiliza hoy en los Oportos, indica Kees van Leeuwen, porque “el clima atlántico de Oporto se parecerá a lo que será Burdeos en 30 o 40 años, con dos o tres grados más”.

Estar preparado dentro de 10 años:

Numerosos viticultores bordeleses reivindican la posibilidad de hacer experimentos en el marco de la denominación de origen en 1% o 2% de sus parcelas.

“El gusto del Burdeos no se modificará si se cambia un 1% de las cepas y nosotros, en cambio, aprenderemos (…) pondremos en marcha nuevas técnicas para estar preparados dentro de 10 años para lanzarlas de manera oficial”, afirma Jérémy Ducourt, enólogo de las bodegas Ducourt, que acaban de empezar ensayos de nuevas cepas.

Bernard Farges espera obtener la luz verde europea: “Estamos trabajando en ello. Pensamos que podemos obtener el acuerdo de la Comisión Europea durante 2016 para que las reglas de la denominación de origen puedan integrar excepciones con fines de experimentación.Después, habrá que plantar vides que sólo producirán en 2019 y que sólo probaremos en 2020”, dice.

Esta cuestión no concierne solamente a Francia. Por eso hay un programa de investigación financiado por la Unión Europea, Adviclim, cuyo objetivo es evaluar las repercusiones del cambio climático en las viñas, estudiar posibilidades de adaptación y medir las emisiones de gases de efecto invernadero ligadas a las prácticas vinícolas.

El programa concierne cinco viñedos de Gran Bretaña (Sussex), Alemania (Rheingau), Rumania (Cotnari) y Francia (Burdeos y Valle del Loira). AFP

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