La verdad tiene pocos amantes

Por: Andrés Quintero Olmos.

La última columna de León Valencia me tiene boquiabierto. Lo bueno es que gracias a esta he podido entender un poquito más cómo funciona este país y su gente. Creo que somos el pueblo más cínico del mundo: nos silenciamos con complicidad o aplaudimos cuando nos beneficia o cuando alguien piensa igual a uno y escupimos y deslegitimamos cuando alguien piensa diferente. Esa es nuestra naturaleza, y este columnista lo demostró de manera impecable.

Podría ser un colombiano más y deslegitimar a la persona para realzar mi argumento, diciendo -por ejemplo- que el tono de su escrito me recordó el cinismo de sus antiguos colegas del ELN, pero no lo haré. Aplaudo que hoy León Valencia haya querido tomar esta bandera de la imparcialidad que nutre al periodismo de credibilidad y lo fortalece. Lo malo es que lo dijo él y no otra persona con más autoridad moral. León Valencia, el analista que crítica a los periodistas que actúan de manera subjetiva. Verlo para creerlo o, como diría Gabo, vivirlo para contarlo.

Según este opinador, Claudia Gurisatti es una periodista parcializada por la simple y llana razón que le está haciendo control político al Gobierno y, especialmente, al proceso de paz debido a que le tiene una animadversión personal a las FARC, de las cuales fue víctima.

Primero, hacerle control político al Gobierno de turno, ¿ese no es la misión de todo periodismo político? ¿Ese no es el famoso cuarto poder? ¿O es que lo único que cabe, como lo ha querido este Gobierno, es elogio y unanimidad? Si Gurisatti hubiese sido cercana al Gobierno, ¿alguien hubiese dicho algo?

Segundo, el año pasado el mejor periodista de este país, Juan Gossaín, decía lo siguiente: “hemos venido observando en las últimas semanas que…la noticia depende de a quién afecta o a quién beneficia. Esa es la manipulación…el uso político de la noticia se está presentando en lo que a mí candidato, lo beneficia, lo exalto, lo que lo perjudica, lo minimizo”. En ese entonces, ¿dónde estaba León Valencia para defender la objetividad periodística?

Tercero, no creo que Gurisatti sea subjetiva en su trabajo periodístico, como tampoco lo creo que lo sea Hassan Nassar, a pesar de tener éstos más afinidades con el pensamiento uribista que el resto de los periodistas prime time. Creo más bien que nos acostumbramos tanto a tener los medios entregados a Santos que nos desacostumbramos a las críticas.

No me preocupa tanto que Gurisatti tenga hoy una línea editorial más cercana al uribismo en tiempos de santismo porque simplemente le hace un sano contrapoder a éste. Sin embargo, sí me preocuparía tener a Gurisatti de uribista bajo un Gobierno uribista. Y ese es el meollo del asunto: el periodismo puede tener tendencias ideológicas pero no puede tener favoritismos y siempre tiene que hacerle oposición a cualquier concentración de poder.

Mientras Gurisatti informe realidades en el marco de su libertad de prensa tendrá pocos amantes en la Unidad Nacional de Prensa y Política de este Gobierno por el simple hecho que, como decía Albert Camus, “la verdad y la libertad son dos amantes exigentes y por eso tienen pocos amantes”.


 

 

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