La identidad joven a través del teléfono celular

Por: Mónica María Bermúdez Grajales.

Lo que a simple vista parecen conversaciones entre amigos por WhatsApp y mensajes a seguidores de redes sociales, son en realidad una muestra de las posiciones políticas, sociales, de clase y género que asumen los universitarios. Así lo revela una investigación javeriana de doctorado que comparó los textos digitales de jóvenes colombianos y argentinos para desentrañar sus mundos y cómo se muestran ante los demás.

Estudiar las escrituras de jóvenes universitarios en los espacios digitales tuvo como inspiración el lugar preponderante de la escritura en la época moderna, específicamente en el siglo XIX, cuando en la escuela se enseñaba a escribir para que las personas fueran más racionales y menos emotivas en sus interacciones sociales; se pretendía que con la escritura se borrara el estado bárbaro o salvaje de los estudiantes, todo con el fin de que la razón se impusiera como única vía en la construcción de ese sujeto político requerido para participar en la esfera pública y en las actividades instituidas por el Estado-nación. Hoy el sentido de la escritura moderna cambió: paralelamente a las transiciones económicas, sociales y tecnológicas, están surgiendo otros modos de escribir en los que las emociones y la informalidad se intensifican de cuenta del uso y apropiación que los más jóvenes realizan en espacios como Facebook y WhatsApp.

Esto a su vez está llevando a una producción más espontánea y pública que, como lo mostró la investigación doctoral que culminé en el año 2018, revela una condición de clase, de contextos culturales, de género, de conflictos a nivel local, nacional e internacional y del paso que los jóvenes están haciendo por la universidad.

Desde los espacios digitales se está produciendo una subjetividad política que se manifiesta biográfica y emocional, no solo por la influencia de las condiciones técnicas de los dispositivos digitales sino por las decisiones que los jóvenes toman en relación con lo que desean producir, tanto para sí mismos como para los otros con los que comparten afecto, amistad e intereses culturales y temáticos; esto a su vez conecta con sus sentidos de vida, con aquello que quieren ser, y en torno a lo cual se crea una experiencia política como oportunidad de encuentro-desencuentro en la que sus gustos y proyecciones se perciben como el inicio de una apuesta colectiva.


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natureaddict / Pixabay


La investigación la llevé a cabo con ocho jóvenes, cuatro de ellos argentinos (dos mujeres, dos hombres) de la Universidad Nacional de Córdoba, y cuatro colombianos (dos mujeres, dos hombres) de la Pontificia Universidad Javeriana. En general son jóvenes urbanos universitarios, cuyos gustos personales se anudan al cine, a la música, a la lectura de textos académicos de su carrera, a la protección animalista, al apego por la tecnología y al compartir actividades de ocio en fines de semana. No están vinculados a ningún partido político ni organización o movimiento social. Para la recolección de la información utilicé algunas técnicas como biografías tecnológicas, grupos de discusión, entrevistas en profundidad y el análisis de 2.640 escrituras digitales compartidas por ellos en un periodo de ocho meses de trabajo.

Los textos producidos por los jóvenes en los espacios digitales, especialmente Facebook y WhatsApp, dejan ver que la escritura es una construcción expresiva que deriva de un deseo por socializarse, lo cual constituye posibilidades tanto para saberse como para activarse políticamente. Si bien el narrarse a sí mismo, que es uno de los mecanismos más influyentes en espacios como Facebook, puede ser un punto de partida en la producción escrita, esta intención se diluye en los jóvenes cuando los otros comienzan a aparecer para reafirmar, confrontar o contener, de ahí que la invitación escritural de los dispositivos digitales tenga como efecto relacional la exposición y socialización, lo cual a su vez puede traducirse en formas incluyentes o excluyentes, todo depende de los intereses y búsquedas que cada joven tenga.

La escritura toma dos versiones según el uso personal y las posibilidades técnicas. Facebook, como esfera pública más amplia, cuenta con audiencias múltiples y las autorizaciones del escenario para que se planteen y expongan opiniones y puntos de vista, así como los comentarios a las publicaciones de otros junto con compartir información, datos o gustos personales; así mismo, se torna en un espacio que provoca el deseo (participativo y libertario), de ahí que los jóvenes definan la escritura como expresión. En el caso de WhatsApp se tienen claramente elegidos los lectores y los grupos con fines concretos, búsquedas específicas y con la comunicación hacia los otros para resolver problemas de la vida cotidiana. En Facebook el sujeto queda envuelto en una red distinta de escrituras, mientras que en WhatsApp queda asociado de manera más singular, con referencias situadas y con funciones concretas.

Todo esto deriva en una escritura rizomática, es decir, que no presenta una organización secuencial o lineal como sucede en escrituras análogas o impresas, sino, por el contrario, se caracteriza por ser: 1) desmontable, quiere decir no sistemática en el tiempo sino que surge de fines prácticos e inmediatos, y que además puede nacer en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia enunciativa y en un espacio personal de la plataforma como la opción “Comentar”, el “Muro” o el chat; 2) cambiante, cuando aparecen novedades discursivas que surgen de estados de ánimo, de eventos o informaciones que las personas construyen como producto de la vivencia o experiencia cotidiana, y 3) polifónica, pues en lo escrito se mezcla una multiplicidad de voces conocidas y no conocidas en formas dialogantes, con diversas intenciones comunicativas que jalonan el deseo para dejar huella, constituyendo modos de relación producidos por escrituras situadas y efímeras.

De todos modos, en medio de las posibilidades técnicas surgen límites que tensionan las realizaciones con los otros. Si antes se padecía por tener un nivel escritural para ser visible social y políticamente a través de un correlato emancipatorio al que aspiraba la modernidad, hoy se escribe como libertad de elección operante y definida por el mercado, pero también como compromiso individual al que nos introduce la política neoliberal.

Las conclusiones del estudio subrayan algunas diferencias entre el yo íntimo de la modernidad y el yo íntimo público de la sociedad actual. Las palabras salieron de las paredes y claustros donde se solía escribir para sí, y hoy vemos que la tecnificación de los medios jalona ese yo íntimo para ponerlo en una comunicación colectiva que, si bien este principio se enlaza a los intereses del capitalismo globalizado, también es la posibilidad que encuentran las subjetividades juveniles para arriesgarse y saberse a partir de lo que otros —de manera inmediata—les hacen decir.

En el caso de jóvenes argentinos, sus apuestas vitales están por un mundo más incluyente e igualitario, como intención expresiva y como forma de denuncia de las políticas neoliberales. Se deja ver también una sensibilidad sobre el feminicidio, la supervivencia de la universidad pública, los programas académicos que incursionan y el universo de los afectos. Sus textos mostraron formas identificatorias de lucha expresadas tanto en lo cotidiano de sus comunicaciones como en los vínculos que establecen, sobre todo aquellos de la actividad universitaria académica y cultural en la que se marca ese activismo político. La universidad pública y su espíritu reformista relacionan a estos jóvenes, además de las herencias ideológicas en las que un peronismo parece imponerse, es decir, la lucha por la constitución de derechos igualitarios y condiciones de vida digna para todos los sectores de la sociedad argentina

Para los jóvenes colombianos sus escrituras revelan militancia por estilos de vida devenidos de su condición de clase: distinción, exclusión social en algunas ocasiones (por la forma de escribir), menosprecio en otras por lo popular, y centralidad por ocuparse de su proyecto académico y círculo inmediato de afectos. Algunos jóvenes son muy dados a conservar el orden de su condición de clase y a subvertir en algunos momentos los dominios que, por cuenta de lo vivido digitalmente, atentan en contra de la gramática tradicional y la buena escritura. No obstante, también dejaron ver que sus intereses por la música, la emocionalidad compartida y el uso de la tecnología como artefacto para crear e innovar son los meandros de sentido que los movilizan y que ven en los dispositivos digitales posibilidades para su producción.

Para los jóvenes en la actualidad se cuenta con diversos espacios digitales de producción comunicativa, en los que la vida misma se pone en juego y a través de la cual se dejan ver los intereses, fines y satisfacciones personales. En cada uno la escritura informal media para la configuración de relaciones, de procesos cotidianos que se van alimentando y reforzando en medio de una alteridad, que no resulta banal sino con sentido por las decisiones que cada quien produce para sí. Esto permitió leer las transiciones con respecto a una escritura moderna, pero sobre todo la comprensión de que hoy la escritura es otra, y esto se debe a que los sujetos son, como dice el filósofo e historiador francés Michel Serres, pulgarcitos cuyas escrituras brotan de los pulgares, dejando huellas por donde pasan.


Mónica María Bermúdez Grajales es Doctora en Educación; profesora de planta de la Facultad de Educación de la Javeriana, donde integra el grupo de investigación Educación y Cibercultura.


Nota publicada en Pesquisa Javeriana, reproducida en PCNPost con autorización


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SOURCE: Pesquisa Universidad Javeriana

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