La corrupción y la Ética

Por: Francisco Manrique

La imagen que me despierta la palabra “corrupción” es similar a la del cáncer. Al igual que esta enfermedad, la corrupción poco a poco va minando las defensas de la sociedad, hasta acabarla.  Esto es especialmente grave cuando invade las instituciones que han sido diseñadas para proteger a la comunidad, como es el caso del sistema judicial, el de la salud, o el de la seguridad. Pero también, cuando succiona los recursos siempre escasos mediante el saqueo de los dineros públicos. Es el resultado de una ausencia increíble de comportamientos éticos a todos los niveles.

De todos los problemas que hoy afectan a la sociedad colombiana, no es exagerado afirmar que la CORRUPCIÓN en mayúsculas, está hoy en el centro de los más grandes retos que pueden comprometer la posibilidad de nuestro desarrollo, hacia adelante. La falta de la Ética está en el corazón del problema. A pesar de las evidencias crecientes del avance de este mal, no deja de sorprender el bajo perfil que tiene este tema en la agenda del Gobierno y la falta de una sanción social muy fuerte por parte de la sociedad. La corrupción se nos volvió como parte del paisaje. Las defensas abajo y la enfermedad galopando.

El rosario de perlas en este campo es aterrador. No hay día que no nos atropellen las noticias con los múltiples escándalos en las Altas Cortes cabeza del Poder Judicial. A esto se suman los descarados robos de algunos contratistas de obras públicas, con la complicidad de los políticos, como fue el caso de los Nule y los Morenos. Para rematar, vemos a más de 60 congresistas que hoy están en la cárcel, acompañados de miembros de las Fuerzas Armadas,  por sus nexos con los paramilitares.

Y si en el sector público llueve en el sector privado no escampa. InterBolsa es un caso emblemático de corrupción y de pérdida del Norte ético de unos empresarios considerados muy exitosos por la sociedad. Mientras todos los aplaudían, abusaron de la confianza del público que ingenuamente les depositaba sus ahorros, hasta que estalló la bomba y lo perdieron todo. Este es un caso más refinado, que el escándalo de las pirámides como DNG, donde se esquilmaron a miles de incautos movidos por el afán del enriquecimiento instantáneo.

Hace unos años me tocó tomar la decisión de cerrar mi empresa en México, porque no quise someterme a “las mordidas”, que se veían como una práctica aceptada en el medio, y por mis socios mexicanos . Esa indiferencia me aterraba en esa época. Hoy, veo con horror los mismos síntomas en muchos empresarios de nuestro país. La corrupción en el sector público siempre tiene su pareja en el otro lado. Difícil de aceptar pero es la triste realidad.

A la luz de lo anterior, no es de extrañar que hubiera una gran convergencia sobre el tema de la Ética en un gran evento promovido por el Foro de Presidentes hace tres semanas, para escuchar a líderes empresariales y universitarios. En el panel donde estuvieron los rectores de algunas de las principales universidades de Bogotá, la conversación se centró en la necesidad de la formación en este tema y lo que algunos de ellos están haciendo al respecto.

Sin embargo, me llamó mucho la atención que no se hiciera una explicación de qué se entiende por Ética y su relación con el tema de la corrupción. Esta omisión me generó la curiosidad para desenterrar unas notas, que tomara en una conferencia hace unos años con la filosofa Adela Cortina, española de nacimiento y reconocida autoridad internacional sobre la materia. Leyendo mis apuntes, e investigando sobre el tema, quiero compartir con el lector lo que he descubierto  y que espero le sea  de utilidad.

¿Qué es la Ética y cúal es su importancia? ¿Porqué se debe entender el marco conceptual que explica este término?. Estas y otras preguntas son las que quiero tratar de responder a continuación.

Ética viene de la la palabra griega “ethos” que significa carácter, o el modo de ser de una persona.  Para Ereclito de Efeso: “el carácter es para el hombre su destino”. Y de acuerdo a esto, una persona enfrentará su vida de manera optimista o pesimista, alegre o triste, con esperanza o sin ella. Es importante entender que ética y moral significan lo mismo, ya que esta última tiene sus raíces en la palabra latina “mor” que es el modo de ser.

Sin embargo, la Dra Cortina menciona que: ” la moral y la ética son dos palabras que se refieren a lo mismo, pero la primera se tiende a mirar como la moral vivida, y la segunda como la moral pensada o filosofía moral. Esta última busca aclarar lo que es moral, cuáles son sus fundamentos, y como se aplican”.

Hay que hacer otra distinción importante  entre el temperamento y el carácter de una persona. El primero viene desde su nacimiento, no lo escoge y tampoco se pueden cambiar. Se refleja en los sentimientos y las actitudes que demuestra durante toda su vida. Mientras que el carácter es el resultado de las escogencias y de las decisiones que toma la persona en el tiempo. El que pueda hacerlo, le da sentido al término de libertad, que distingue al ser humano.

Cuando hablamos de valores éticos o morales, es importante entender que estos son unos marcos de acción que norman nuestro comportamiento, y definen una actitud ante la vida. Los incorporamos a lo largo de los años, como resultado de las elecciones conscientes que hacemos.

La Dra Adela Cortina se refiere a la ética, como un tipo de saber que busca:  “orientar la acción humana en un sentido racional,  es decir, pretende que obremos racionalmente”. Por lo tanto, es algo muy práctico dirigido a la acción, que nos invita a discernir lo que debemos de hacer para orientar nuestra conducta. Esto implica el deliberar antes de tomar buenas decisiones, lo que significa elegir bien y  actuar consecuentemente.  Con el tiempo y la práctica, esto ayuda a forjar el carácter de una persona. De ahí su importancia.

Llamamos a una persona prudente cuando consistentemente hacer buenas elecciones y así vive su vida bien. Pero esto significa que tiene un propósito  claro al que quiere llegar, y define una serie de metas intermedias, para saber que va avanzando hacia el fin propuesto. Esta persona utiliza los valores éticos para tomar las mejores decisiones, cuando enfrenta los dilemas que se encuentran en cada bifurcación que hay en su camino. Con la práctica, lo interesante de este proceso de formación de carácter, es que permite incorporar los valores en las conductas diarias. Cada vez hay menos esfuerzo y desgaste con las decisiones difíciles que uno toma en la vida.

Como lo explica la Dra Cortina: “Actuar éticamente economiza una gran cantidad de energía, porque quien lo hace, ha ido desarrollando una forma de actuar que se refuerza sucesivamente con las decisiones que va tomando, usando los medios que más conviene, en función de los fines que se ha propuesto. De esta manera obra racionalmente”. Y complementa con el siguiente comentario: “Esto no implica que una persona no sea capaz de innovar y adaptarse, significa estar bien conscientes de los fines últimos que se persiguen, acostumbrándose a elegir en relación con ellos y tener la habilidad suficiente, como para optar por los medios mas apropiados para alcanzarlos. Tener conciencia de los fines es fundamental para la ética de las personas y la ética de las organizaciones”.

Como consecuencia de lo anterior, una persona es capaz de decidir sobre temas trascendentes para su vida: hábitos, prioridades, valores, y carácter para tomar las mejores decisiones. La conciencia de lo que debe hacer, como decía Kant, implica que se puede optar o no por un camino determinado, y de esta manera ejercer su libertad, aun en las condiciones más adversas. Esa capacidad de elegir conlleva una responsabilidad por las acciones o las omisiones, porque en cualquier caso, estaba en su poder optar o no por un camino determinado.

El caso de Mandela en la prisión, es un ejemplo extraordinario. Durante su estadía de 27 años tras las rejas, eligió no envenenarse con por el odio contra su captores, sino tomó la decisión de estudiarlos a fondo. Sabía que ese conocimiento, le iba a permitir mas adelante ser libre, como en efecto sucedió.

Otro caso es el de Victor Frankl mientras estuvo prisionero en Auschwitz. En su libro ” Search for meaning” decía: “Pero esa capacidad de elección le hacía sentirse libre, le concedía un atributo humano. La experiencia de la vida en un campo demuestra que el hombre tiene capacidad de elección”. Por esta razón decidió tener tres propósitos antes de entrar al campo de concentración: sobrevivir, aprender y servir a los demás. Con este proyecto de futuro, fue capaz de sobreponerse a todos las adversidades que vivió, y forjar en el camino, un carácter muy especial que se vio plasmado en su libro. Este ejemplo demuestra varias cosas, pero una en especial que vale la pena subrayar: un proyecto ético requiere de tiempo para su desarrollo.

En una sociedad como la nuestra, donde la falta de conciencia ética es cada día más patética, en especial por parte de los altos dignatarios de nuestra sociedad, la consecuencia inmediata es que no se  asume ninguna responsabilidad, tanto por los actos que tienen impacto personal, así como por aquellos que conllevan un perjuicio publico.

Este último comentario le da sentido creciente al término de “responsabilidad social” de las empresas, porque tienen como último fin servir a la sociedad, y así lograr legitimidad. Las organizaciones también desarrollan hábitos que le definen un carácter y se plasman en códigos éticos de conducta, en unos valores incorporados, y en unas prácticas aceptadas de deliberación. Esto le permite a la organización tomar decisiones acertadas, cuyo uso cotidiano refuerza su carácter.

Como resultado de actuar correctamente, el carácter de una organización, es percibido y valorado por quienes interactúan con ella, llámense clientes, proveedores, accionistas, o la comunidad ampliada donde operan. Es una organización confiable que siempre toma decisiones acertadas ante situaciones éticas. Y la confianza es una moneda reputacional que vale oro en el largo plazo para la sostenibilidad y el éxito de cualquier organización. En búsqueda de la excelencia, no es solo el título de un libro muy conocido de Peters y Waterman sobre las organizaciones, es la consecuencia de que estas logren tener un comportamiento impecable dentro del marco ético del entorno donde actúan, pero inclusive, van mucho más allá de este.

Tomemos un ejemplo del caso de una empresa que opera en un país donde las coimas son aceptadas, pero que sin embargo, su código ético les impide aceptar esta práctica, aun a costa de perder un negocio. Cuando no lo hacen, terminan con un costo reputacional altísimo, como le sucedió a la Simens, hace algún tiempo, por los sobornos que pagó en Argentina. También están muy frescos los escándalos  de los grandes bancos como consecuencia de sus conductas indebidas, que dieron lugar  a la crisis del 2008. Moraleja: en la sociedad contemporánea el dinero no puede ser el fin último de una organización, porque si la cogen en fraganti la puede llevar a la quiebra: remember Enron en los Estados Unidos a principios de este siglo.

Con relación al tema, Adela Cortina mencionaba en una conferencia que le escuche, que “la organización debe desarrollar sus actividades teniendo en cuenta la sociedad en la cual actúa, y que tiene un grado determinado de conciencia moral, lo cual implica que se deben respetar los derechos de las personas a nivel interno y externo. Estos derechos no se pueden ver cómo obstáculos para el cumplimiento de los fines”. Hay una ética civil y otra empresarial, pero ambas son fundamentales para la legitimidad de la organización.

Y para terminar, retomando mis apuntes, me llamó mucho la atención cuando la Dra. Cortina hacía una distinción entre la prudencia, entendida como la capacidad de tomar decisiones éticamente correctas, y la justicia. Como decía ella: “van paralelas pero no siempre de la mano”. Esto aplica para las personas y las organizaciones. El tema es crítico para poder tomar decisiones racionalmente justas. Veamos.

Una empresa va a construir una planta cuyos residuos son altamente contaminantes, pero que sin embargo, las normas del lugar así lo permiten. ¿Debe la empresa en cuestión seguir adelante con la construcción y puesta en funcionamiento de su fabrica, dado que es una actividad muy rentable?. Si cuenta con un  código de ética bien hecho, y lo usan, es muy probable que no lo haga, así, en justicia, pudiera hacerlo.

Cortina es muy clara en señalar lo siguiente: “El punto anterior implica que no es suficiente respetar la legalidad vigente, ni siquiera respetar la conciencia moral alcanzada por una sociedad, sino que es preciso averiguar qué valores y derechos han de ser racionalmente respetados, es decir, es preciso encontrar un criterio racional , tarea de la que se ocupa la ética entendida ahora, no ya como un saber que pretende orientar directamente la acción para forjar buen carácter, sino dirigida directamente como filosofía moral”.

Para una mejor comprensión veamos lo siguiente. Una decisión puede respetar una norma según la legalidad vigente, y por lo tanto ser legítima, pero sin embargo, puede no ser justa. El tribunal de Nuremberg, condenó por crímenes de lesa humanidad a muchos nazis. Se entendía que existe una moral universal que permite condenar como injustas las leyes que se hayan promulgado en un país, pero que sin embargo, vayan en contra de los derechos humanos, así como también a quienes las aplican. Como dice Cortina: “Por esta razón es conveniente distinguir muy bien entre el derecho positivo que está vigente en un país determinado, de una moral crítica universal, que desde criterios morales de justicia, puede poner en cuestión y condenar normas vigentes”.

Como se puede observar con lo descrito anteriormente, a la sociedad colombiana le hace falta una alta dosis de pedagogía sobre la Ética, cuyos fundamentos son tremendamente prácticos, pero que su desconocimiento o menosprecio, está en el fondo de la tremenda crisis de corrupción y de violencia que hoy nos carcome como sociedad.


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