La chequera ganará

Por: Andrés Quintero Olmos.

Este domingo 25 de octubre, día de elecciones locales, quizás como nunca antes, ganará nuevamente la chequera, especialmente en nuestra región Caribe. Nadie se sorprenderá de que ganen otra vez los políticos indecentes, las lechonas, las compras de votos y los cacicazgos expertos en contrataciones estatales.

Por tanto, otra vez serán reelectos nuestros honestos y sobre-diplomados representantes. Y nada cambiará. En 4 años nos morderemos la cola y de nuevo volveremos a comenzar todo desde su origen: regresaremos a calentar la olla de sancocho, a emitir facturas de nóminas paralelas, a pegar afiches en los cementerios para que los muertos ejerzan su derecho, a pintar los burros de políticos, a trashumar, a desfilar por las calles con pancartas de mesías, a organizar conciertos políticos y a proponer nuevamente un cambio radical en pro de la unidad nacional o, en su defecto, en pro de la unidad regional en defensa de los recursos, pero no de los humanos.

Pero, ¿cuáles son, hoy por hoy, los pronósticos?

En Sucre, no hay por qué ir, la cuña ya está esposada. En Córdoba, las cosas parecen reñidas y enredadas pero de ñoño-manías electorales. En Bolívar, Cartagena seguirá comiendo menos que Bocagrande y el sur del Departamento continuará llorando e inundando a La Mojana. En Atlántico, el verano podría no llegar, pero nunca habrá sequía para aprovechar, acolchar y fechar al 2018 como objetivo único del Junior.

En el Magdalena, como lo escribí hace 4 semanas, seguirá con rosa parranda a punta de acordeón desafinado e inexperiencia. En la Guajira, la sed seguirá en hambruna y la botella del contrabando permanecerá sin fondos, pero, tranquilos, que pinto sí estará el ratón Pérez con cada muela que caiga.

En el Cesar, todo depende del padrino que apadrine, como en el tríptico de esa saga cinematográfica del mismo nombre. Normalmente los más inteligentes y preparados, que son Sergio Araujo y Pedro Norberto Castro, deberían ganar los escrutinios de Valledupar, pero como estamos en Macondo, puede que gane Tuto Uhía bajo el horizonte de su proyecto de despulpadora de mango. Da miedo ver cómo una persona como Franco Ovalle, de idiosincrática familia cesarense, haya tenido la osadía de unirse para la Gobernación con el apellido Gnecco, hipotecando su suerte al vaivén de los reembolsos contractuales y a las compras de las conciencias. Pero ¿cómo no hacerlo si el Gobernador Monsalvo Gnecco es uno de los más populares políticos de este país?

Es así como suceden las cosas inverosímiles de nuestra tierra, donde las obras publicitarias lo pueden todo y ocultan el analfabetismo de un pueblo. Sí ese mismo que está en ayuno de conocimiento y que no puede ver al Leviatán dormido, sobre la punta del iceberg de su putrefacción, filosofando sobre su nutriente principal: “prefiero uno que robe pero que deje ver cosas, a uno que robe y no haga nada”.

Voten informados. Buen fin de semana.


 

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