“Estamos creando la nueva historia de las expediciones de aves en Colombia”: Instituto Humboldt

Hace más de 100 años, científicos del Museo Americano de Historia Natural realizaron las primeras expediciones sobre la avifauna colombiana en 74 localidades del país.

Un siglo después, expertos del Instituto Humboldt y la Universidad Nacional recorren esas huellas del pasado en cinco municipios con BIO: Alas, Cantos y Colores, expedición que revelará los cambios en las aves y el paisaje y creará una ruta de aviturismo.

Fusagasugá y Honda ya cuentan con datos preliminares, como 170 y 167 especies de aves respectivamente.


aves Instituto Humboldt

Expertos del Instituto Humboldt y la Universidad Nacional recorren cinco municipios para estudiar el estado de las aves. Acá Natalia Ocampo, líder del proyecto, con un pico de plata (Ramphocelus dimidiatus). Foto: Sebastián Didomenico.


Colombia ostenta el título del país con mayor cantidad de aves en el planeta. Según el Sistema de Información sobre Biodiversidad (SiB), en el territorio nacional se han registrado 1.999 especies de avifauna, de las cuales 82 son endémicas o únicas y 158 hacen presencia en su ruta migratoria.

Uno de los principales insumos para llegar a este dictamen biodiverso, cifra que varía constantemente debido a los avistamientos de ornitólogos y ciudadanos amantes de las aves, se registró hace más de 100 años, cuando el Museo Americano de Historia Natural de los Estados Unidos realizó la primera gran expedición sobre la avifauna en el país.

Entre 1911 y 1915, el ornitólogo Frank M. Chapman lideró ocho expediciones por 74 localidades colombianas, en las cuales fueron recolectadas cerca de 16.000 especímenes de 1.300 especies de aves que hoy en día reposan en las colecciones ornitológicas del museo y la Universidad de Cornell.

Según la doctora Natalia Ocampo, ecóloga y experta en conservación de aves del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, el trabajo liderado por Chapman fue, para la época y pese a las limitaciones de tiempo, una de las más completas que se haya realizado en territorio colombiano. Chapman y su equipo, quienes destinaron cerca de cuatro años al análisis de lo que encontraron,  generaron una base de datos que aún sigue vigente.

“Llegaron al país tres o cuatro ornitólogos de Estados Unidos que trabajaban en el museo, hombres blancos muy elegantes vestidos de saco y corbata que recorrieron los caminos antiguos en mula o a pie y se hospedaron en las posadas de las comunidades locales”, relata Ocampo.

Para recolectar las aves, los expedicionarios norteamericanos hacían uso de escopetas. “Es difícil saber qué tanto se movían en el terreno, ya que esos datos no hacen parte de los textos de la expedición. Llegaban al sitio, reportaban el tiempo y recolectaban las aves. Luego preparaban las pieles para que se pudieran conservar y las llevaban al museo para estudiar y describir las especies y su distribución; todo ese conocimiento se iba del país y era publicado por los expertos extranjeros”, aseguró Ocampo.

Con el paso de los años, los expertos han realizado diversas expediciones sobre aves en el territorio nacional, como las lideradas por el Programa Colombia BIO recientemente.

Tras las huellas del pasado

Un siglo después del trabajo del Museo Americano de Historia Natural sobre aves en Colombia, el Instituto Humboldt y el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia ya dieron marcha a una nueva expedición.

Se trata de BIO: Alas, Cantos y Colores, una alianza con la Universidad de los Andes, la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, la Universidad de Cornell y el Museo de Historia Natural, que cuenta con la financiación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en el marco de Colombia BIO.

El objetivo de esta nueva expedición es estudiar los cambios presentados en la avifauna durante los últimos 100 años en cinco lugares del país que fueron recorridos por Chapman y su equipo: Fusagasugá (Cundinamarca), Honda (Tolima), San Agustín (Huila), Morelia (Caquetá), y Barbacoas (Nariño), además de informar sobre prácticas de desarrollo sostenible como el ecoturismo.

“Estamos estudiando las aves a profundidad y repitiendo los recorridos realizados hace más de un siglo. Esa manera estandarizada y juiciosa de hacer expediciones en varios lugares con el mismo método no había pasado desde la llegada de Chapman y su equipo. Estamos creando la nueva historia de las expediciones de aves, un nuevo hito para la ciencia”, precisó Ocampo, coordinadora de BIO: Alas, Cantos y Colores.

Diez expedicionarios hacen parte de este viaje al pasado: cinco ornitólogos expertos del proyecto y cinco ornitólogos invitados locales, como estudiantes de biología y personas de la comunidad con conocimiento sobre las aves.

“Alas, Cantos y Colores también realiza un proceso social de diálogo y apropiación social con las comunidades. El ideal es entender científicamente qué ha pasado con las aves en los últimos 100 años y diseñar una estrategia de aviturismo con las comunidades, que será una ruta a nivel nacional en estos lugares”, anotó Ocampo.

Dos de cinco

Los cinco municipios que hacen parte de las nuevas expediciones sobre aves no fueron escogidos al azar. Cada uno cuenta con ecosistemas distintos e historias de trayectoria de cambio del paisaje.

Morelia hace parte de las tierras bajas de la Amazonia y Barbacoas de las bajas del Pacífico. Los municipios andinos, Fusagasugá y San Agustín, albergan bosque alto andino y andino respectivamente, mientras que Honda es el único con bosque seco que fue visitado por Chapman.

“Hay regiones que antes tenían mucho bosque, un recurso que han perdido a gran escala en el último siglo. Tal es el caso de Morelia en Caquetá, un lugar que los expedicionarios del Museo Americano de Historia Natural describían como un bosque que no tenía fin y ahora hace parte de la frontera de deforestación en Colombia”, informó la coordinadora de Alas, Cantos y Colores.

Barbacoas en Nariño es un sitio donde ha sobrevivido gran parte de la cobertura boscosa que fue apreciada por Chapman y su equipo, mientras que en San Agustín el bosque ahora cuenta con paisajes productivos de café.

“Fusagasugá es un lugar bastante habitado y fragmentado donde es difícil encontrar bosque. Cada sitio tiene una historia diferente que nos permitirá entender cómo las aves responden a los cambios en el paisaje de los últimos 100 años”, dijo Ocampo.

En septiembre de 2020 arrancaron las expediciones en Fusagasugá, municipio donde el Humboldt y la Universidad Nacional ya culminaron el proceso social. A finales del 2020 los expedicionarios terminaron el estudio de aves en Honda, y este año el turno será para San Agustín, Morelia y Barbacoas.

Primeros resultados

Aunque los datos de los dos primeros municipios donde ya culminaron las expediciones aún son procesados por los expertos, Ocampo cuenta con varios resultados preliminares. En Fusagasugá van 170 especies de aves reportadas y en Honda 167, algunas de las cuales no aparecen en la expedición de Chapman, “presumiblemente porque abandonaron el lugar al necesitar grandes cantidades de bosque”.

Sin embargo, también aparecieron nuevas especies que no estaban incluidas en la expedición histórica, algo que la experta relaciona con los nuevos métodos utilizados para los registros. “En el pasado sólo utilizaban una escopeta para la recolecta de aves. Nosotros hacemos censos de observación, estudiamos los datos que ya existen y realizamos una expedición de colecta más exhaustiva”, complementó la ecóloga.

Uno de los principales resultados en Fusagasugá fue una gran cantidad de especies de aves generalistas que se caracterizan por habitar en zonas abiertas o de cultivos, las cuales fueron identificadas en los fragmentos boscosos del municipio.

En Honda, donde este año se llevará a cabo la socialización con las comunidades, uno de los sitios más estudiados fue la hacienda El Triunfo, predio que ha pertenecido a la misma familia durante 130 años y la cual fue recorrida por Chapman.

“Esta hacienda, ubicada en el Magdalena Medio, cuenta con una de las manchas más grandes de bosque seco en Colombia. Analizando muy por encima los datos recolectados podemos ver que sí aparecieron muchas de las especies de aves registradas hace más de 100 años, lo que está relacionado a la estabilidad de la cobertura boscosa”, indicó Ocampo.

Lo social como protagonista

En las diversas expediciones BIO realizadas por el Instituto Humboldt en el país, uno de los grandes aprendizajes es la importancia de la participación de las comunidades y los expertos locales.

Según Ocampo, las expediciones históricas empezaron con un equipo de expertos que estudiaba la especies en el territorio sin interactuar con la comunidad. “Aunque se descubrían nuevas especies, este trabajo tenía poco impacto en el territorio. A medida que aumentó el programa Colombia BIO fue incorporándose el componente social, como sucedió en Boyacá BIO y Santander BIO”.

Alas, Cantos y Colores tomó esos aprendizajes, tanto así que dos de los tres componentes del proyecto son sociales. “Uno de ellos es sobre aviturismo, algo innovador que pretende utilizar la información científica para generar una alternativa económica a las poblaciones rurales donde habitan las aves. La mitad de nuestro equipo en cada expedición es local”.

Los científicos locales son protagonistas en las expediciones, profesionales que tienen un gran conocimiento sobre las aves de los territorios. “En Fusagasugá y Honda contamos con ornitólogos de Cundinamarca y Tolima. Esto nos aporta mucho en términos de biodiversidad y en la relación con las comunidades”, afirmó Ocampo.

Antes de cada expedición, el Instituto Humboldt realiza una pre-salida de campo al territorio para conocer a las autoridades locales, juntas de acción comunal, líderes ambientales y dueños de los predios. Luego, en varias reuniones, los expertos socializan a la comunidad los detalles del proyecto y los guías locales que participarán.

“Cuando culminan las expediciones y analizamos todos los datos recolectados, regresamos al territorio para realizar los talleres de diálogo y apropiación social con la comunidad. Con las personas que tienen el conocimiento sobre las aves estamos haciendo mapeos comunitarios tanto visuales como sonoros. Esto nos permitirá construir un mapa interactivo con el sonido de las aves identificado por la población”, informó la experta.

Además de conocer los cambios en la avifauna durante el último siglo, las comunidades de los cinco municipios que hacen parte de Alas, Cantos y Colores contarán con una nueva alternativa: una ruta nacional de aviturismo.

Según Ocampo, esto será posible a través de alianzas estratégicas con guías o proveedores comunitarios que hacen aviturismo en las zonas y diversas organizaciones de nivel nacional como Procolombia y la Sociedad Estadounidense Audubon.

“Queremos crear un tour único en el mercado con un componente de historia y ciencia a medida que se observan las aves. Es decir que narre, por ejemplo, que un pájaro fue descubierto por Chapman hace 100 años y hoy le están secuenciando el genoma para ver cómo ha cambiado su población. Esto no existe actualmente en el mercado”.

¡Un día con las aves!

Los expedicionarios inician su jornada diaria para identificar las aves antes de que salga el sol. A las 4:30 de la mañana, mientras se toman un tinto cargado, preparan la maleta para perderse entre el espesor del bosque antes de desayunar.

“Salimos con linternas de cabeza porque aún está oscuro. Esperamos a que aclare un poco para que se dispersen los murciélagos y luego abrimos las redes de niebla en el bosque, que han permanecido cerradas durante toda la noche”, cuenta Ocampo.

Ya con las aves en las redes, los expertos se dirigen hacia el campamento para analizar los especímenes. “Esto lo repetimos cada 40 minutos durante todo el día. Las redes son invisibles y las aves quedan enredadas sin sufrir daños. Primero medimos los más pequeños como los colibríes”.

A las 5:30 de la tarde, antes del atardecer, los expedicionarios realizan el último muestreo en las redes antes de cerrarlas. “Sin embargo, seguimos analizando lo recolectado hasta las 10 de la noche en el campamento y hacemos la planeación del día siguiente. Esa es nuestra rutina durante 10 días”.

En las dos expediciones en Fusagasugá y Honda, los expertos capturaron una gran diversidad de aves incluyendo varias especies migratorias, únicas de estos ecosistemas y hasta halcones migratorios y tucanes, pájaros que son bastante complicados de recolectar en campo.

“Hemos tenido un buen muestreo con las redes. El éxito de las expediciones está en el equipo de trabajo que se apropia del proyecto y aprende a diario de todo lo que encontramos, y en la participación de la comunidad y los científicos locales”, concluye Ocampo. Instituto Humboldt


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