Inclusión: requisito para una sociedad inteligente

Por: Cesar Viloria Nuñez.

Desde hace algún tiempo le hemos asignado el término de “sociedad inteligente” a aquella que utilice la tecnología para las distintas tareas que se desarrollan en ella. Esto ha sido una consecuencia de utilizar los términos de teléfonos inteligentes, televisores inteligentes, casas inteligentes, edificios inteligentes, etc. En conclusión, el término inteligente se asocia a la conexión a Internet y a la automatización de las actividades.

Personalmente no pienso que esté mal utilizar el adjetivo inteligente cuando hablamos de aparatos, entidades y/o sociedades que utilicen el Internet y la tecnología en general para el desempeño. Sin embargo, ya entrados en gastos y habiéndoles dado semejante responsabilidad, pienso que debemos exigirle un poco más a una sociedad para llamarla inteligente.

Las tecnologías de información y comunicaciones deben utilizarse para un crecimiento en el desarrollo de las personas y esa ha sido mi convicción desde hace mucho tiempo. Es lo que he dejado plasmado en la mayoría de estos escritos. Ahora bien, una sociedad inteligente, además de utilizar las TIC para automatizar sus procesos, debe tener un trasfondo social que la haga digna realmente de llamarse inteligente.

Una de las tareas en las que debemos como utilizar la tecnología para un crecimiento y un impacto social es la inclusión a los discapacitados. Con el paso del tiempo, la humanidad ha tratado de buscar la forma de facilitarle la vida a quienes tienen alguna discapacidad, logrando grandes cosas, pero aún faltando un largo camino por recorrer.

En Colombia, existe ya la posibilidad de facilitar a través de las TIC la inclusión a personas con discapacidades visuales y auditivas. La primera con el impulso del gobierno central y la segunda con el surgimiento de ideas de emprendedores colombianos.

Sin duda alguna, tener acceso a Internet representa una gran ventaja para cualquier ser humano. Comunicarse con amigos, estudiar, realización de trámites, entre muchas otras más son las ventajas que trae consigo el acceder a la gran red. Ventajas a las que aparentemente los 1.200.000 discapacitados visuales del país (entre ciegos y personas con baja visión) no podrían acceder por obvias razones.

El Ministerio de las TIC ha adquirido y puesto a disposición el software Convertic, que contiene un lector de pantalla para transformar la información de los sistemas operativos y las aplicaciones en sonido. También posee un magnificador que permite aumentar hasta 16 veces el tamaño de las letras de la pantalla.

Por su parte, emprendedores barranquilleros crearon HablameAPP: una aplicación que permitiría a los más de 450.000 sordos que hay en Colombia (de los cuales el 35% no sabe leer y escribir), comunicarse de una manera más ágil con los demás. La aplicación recibe información auditiva, escrita o de un escáner, y la convierte en lenguaje de señas para que el discapacitado auditivo la comprenda.

Hasta ahora, en cuestión de adquisición o desarrollo de tecnologías para la inclusión de discapacitados vamos por buen camino. Falta entonces que nosotros como sociedad, permitamos la masificación y la apropiación de esta tecnología para que cumpla a cabalidad su función. Por su puesto, es responsabilidad de los gobiernos locales y departamentales brindar las condiciones necesarias para esta labor.

Qué dicha sería que en todas y cada una de las escuelas, bibliotecas, puntos de acceso a Internet y demás centros de estudios se contara con la disponibilidad de estas dos aplicaciones para la inclusión social de los discapacitados visuales y auditivos a través de las TIC.


 

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