En río revuelto ganancia de pezcadores

Por: Francisco Manrique.

“El gran tema de fondo ya no es hoy cómo ganar la guerra sino cómo construir la paz.”: Grl O. Naranjo

La semana pasada escuchaba una entrevista radial al Dr. Humberto De la Calle, jefe negociador del proceso de paz que concluyó con la entrega de las armas por parte de la FARC. Me impresionó mucho cuando manifestaba su desconcierto, porque no entendía cómo había un sector de colombianos que seguían insistiendo en el miedo del pasado, y no veían las oportunidades que se nos abrían hacia el futuro, gracias al acuerdo logrado.

De la Calle reconocía que lo pactado no era perfecto, pero que había sido lo mejor que se había podido conseguir, después de cinco años de arduas y difíciles negociaciones. Se logró lo que no pudieron siete de los antecesores de Santos en el pasado: negociar con las FARC,.

Tres días después, se publicó en diario El Tiempo, otra entrevista hecha al recién posicionado Vicepresidente Oscar Naranjo. El titular de la misma era muy disiente: “Estoy aterrado con la política colombiana”. Entre las razones que expone, dice lo siguiente: “La política no puede girar alrededor de 2 o 3 nombres, tiene que ser más amplia, más profunda, y debe de estar centrada en la discusión de ideas…”. Y más adelante mencionaba: “lo que si rechazo es que la política sea perversa y esté sellada con la marca del resentimiento, del odio o de la descalificación” y pone en perspectiva el reto hacia adelante: “El gran tema de fondo ya no es hoy cómo ganar la guerra sino cómo construir la paz”.  Ver entrevista completa aquí.


 

Colombia FARC James Robinson

Archivo. Mayo 27, 2017. AFP PHOTO / RAUL ARBOLEDA


El punto de convergencia de estas dos entrevistas es muy preocupante: en un pais fragmentado, hay personas como ellos dos, que piensan que ha llegado la hora de mirar hacia el futuro y levantar las anclas que nos han mantenido atados en una historia violenta de mucho años. Mientras que hay otros dirigentes, como Uribe, que insisten en  buscar réditos electorales enfatizando el pasado, dentro de un sistema político personalista y degradado, que usa el miedo y la mentira como herramienta para volver al poder. (Confesión del gerente de la campaña del NO después del Plebiscito de octubre 2).

Y todo esto sucede en un entorno de partidos políticos desprestigiados, y con un Estado tremendamente débil que no está a la altura de los retos del Posconflicto, ni del futuro que se necesita construir, para sacarle los beneficios a la desmovilización del grupo guerrillero más antiguo de AL.

Pero ahora veamos una visión externa de alguien que ha estudiado a Colombia a profundidad, y que ha hecho un análisis muy juicioso de la situación actual. En una entrevista hecha por el portal La Silla Vacia, el polémico profesor James Robinson, ponía nuevamente el dedo en la llaga de nuestra esquizofrénica realidad, al señalar las cosas obvias que nos están impidiendo capitalizar el acuerdo con las FARC y proyectarnos hacia el futuro al que nos invita mirar De la Calle.

Cuando le preguntaban a Robinson sobre la criticas que generaron sus comentarios en El Espectador hace unos meses, mencionaba que estas no se enfocaron sobre algunos aspectos claves. Por ejemplo, no concuerda con que el problema de la distribución de tierras, sea la causa de los males de Colombia. La ausencia de un Estado moderno es mucho más crítica para explicar nuestra situación.

Pero además, subraya que hay otras dimensiones que no se tienen en cuenta:
  1. Si la distribución de tierras fuera la fuente del problema, el Estado colombiano no tiene la capacidad de resolverlo, independientemente de los acuerdo en La Habana, o de las leyes que se pasen en el Congreso, pues no serán implementadas. A estas palabras hay que volver dentro de un tiempo porque pueden ser premonitorias de lo nos puede pasar.
  2. Las críticas al Estado, se catalogan como “conservadoras”, porque se está en contra de que este juegue un rol en la sociedad. “Se pierde de vista que el asunto es la capacidad del Estado y cómo concebir un plan viable para mejorar la situación, o para hacerle el quite el problema .Sin ese plan, que no se ve, nada va a pasar”. Y yo añadiría algo más importante: sin la capacidad de ejecución en el largo plazo , no se puede sostener ni esperar resultados distintos a los que hemos construido hasta la fecha.
  3. Refiriéndose a la fijación por la reforma agraria en Cuba, menciona que es una mirada retrograda. “Colombia necesita reinventarse y superar su pasado en lugar de pelear las mismas batallas otra vez”. Tenemos una incapacidad de innovar y de buscar nuevos caminos. Insistimos en regresar a las soluciones que no nos han funcionado.
  4. Ante la oposición de algunas élites regionales a los acuerdo con las FARC, su comportamiento  se explica porque “les asusta tener un Estado moderno y efectivo, en dónde tengan que pagar impuestos y obedecer la ley”. Y como dice el dicho popular: “la ley es para los de ruana”.
  5. A pesar de reconocerle a Santos el crédito de haberse jugado su capital político por la negociación con las FARC, al contrario de lo que piensan muchos analistas nacionales, considera que no va a pasar a la historia porque este no entendió lo que se necesita para construir una “sociedad distinta”. Como líder que debió ser del proceso, no formuló una visión positiva e incluyente para el país. En este tema coincidimos con Robinson como lo he escrito en blogs anteriores.
  6. El mismo problema lo tuvo y lo tiene Uribe, que a pesar de haber facilitado el proceso, se quedó anclado en su historia. Ninguno de los dos supieron proponer el como “construir una Colombia diferente”. De hecho, en el caso de Uribe, “este estuvo dispuesto a corromper y debilitar las instituciones para cimentarse en el poder”. Al comparar Robinson a estos dos dirigentes políticos con Carlos Lleras Restrepo, mencionaba que este ultimo tenia al menos la visión de intentar hacer de Colombia un lugar diferente, a pesar de no lograrlo al final.
  7. Transformar a Colombia  en un país diferente, a partir de imaginarnos una nueva narrativa de futuro, requiere de enfoques más radicales, promovidos por un movimiento colectivo realmente comprometido, y sustentados en un buen análisis de los problemas a enfrentar. Esto implica la movilización de muchos agentes de cambio, que ejerzan el liderazgo colectivo necesario. Los medios de comunicación son fundamentales para darles voz y amplificar estas iniciativas. En palabras de Robinson, “este es el camino para evitar políticas e instituciones extractivas y promover las inclusivas”. Hay que tener en cuenta que, la calidad de las instituciones políticas, definen las decisiones económicas que afectan a toda la sociedad. A nivel macro, Colombia ha hecho un trabajo reconocido,  pero no lo ha sabido hacer a nivel micro. Esta y otras contradicciones de nuestra sociedad,  se pueden explicar según Robinson,  por la resistencia de la élites regionales, y el pacto que han hecho con el Gobierno central, de dar sus votos a cambio de que las dejen operar a nivel local. Este es el freno, para tener un Estado moderno y capaz de orientar nuestro desarrollo, en función de los retos del siglo XXI y no del siglo XIX, como ha pasado a nivel rural.
  8. Y finalmente Robinson toca el tema del liderazgo de los dirigentes políticos y económicos en Colombia, tema que he tratado recientemente en varios blogs. Según su opinión, a pesar de que hay ejemplos interesantes, considera que hay un vacío de parte de quienes ven el panorama desde Bogotá. Según sus palabras: “viven en una burbuja desconectada de los problemas del país. Hay líderes nefastos que quieren hacer retroceder al país, como los que se oponen al proceso de paz y los que manejan la maquinaria política. Sin embargo, también hay excelentes líderes, en la sociedad civil y a nivel local, que intentan luchar por los derechos y las oportunidades del ciudadano común”.
En este punto no se vislumbra en el ramillete de precandidatos que están llegando al partidor de la carrera por la Presidencia en el 2018, una persona con la capacidad de “liderar” el camino hacia esa “Colombia diferente”, inclusiva y que acoja su diversidad como un gran activo nacional. No se ve en el panorama el líder que acabe con la division apostándole al futuro, que multiplique y no divida, y que le devuelva la majestad al ejercicio de la política.

Tres entrevistas desde ángulos diferentes pero un solo Dios verdadero: para cambiar la realidad en Colombia, se necesita tener una visión de futuro que defina un norte, y que sea promovida por líderes en diferentes niveles de la sociedad.

Pero también se requiere un Estado moderno, que tenga la capacidad de ejecutar y sostener la apuesta en el largo plazo, innovando y atreviéndose a experimentar. Y necesitamos con urgencia unos partidos políticos que promuevan una coalición alrededor de esa visión, porque reconocen que de esta forma, el acuerdo con las FARC si puede abrir una extraordinaria oportunidad para la sociedad colombiana. Pero para ello hay que sacar a la actividad política del fango donde se encuentra cortesía de nuestro “ilustres dirigentes”.

Y finalmente, reconocer que estamos corriendo un peligro mucho más grave que el que se le quiere endilgar al acuerdo con las FARC.

Es evidente que si seguimos por el camino de la degradación en el ejercicio de la política para llegar al poder, utilizando el miedo, las mentiras, y los insultos personales, amplificados por las redes sociales, estamos condenados a que se convierta en realidad la auto profecía de quienes se han opuesto al proceso con las FARC.  Llevarán a Colombia por el despeñadero, a imagen y semejanza de nuestro vecino Venezuela., porque como dice otro dicho popular: “en río revuelto ganancia de pescadores”.


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