Preparándonos para los cambios después del coronavirus

Por: Francisco Manrique

Uno de los temas que más me ha interesado investigar durante este proceso de aislamiento, de los muchos sobre los cuales ya he escrito, son los posibles cambios que se darán una vez se haya controlado la pandemia. La pregunta relevante, que nos debemos de hacer a todos los niveles de la sociedad, es la siguiente: ¿qué va a cambiar y que va a permanecer? En este blog y en los próximos, voy a concentrarme en este tema para tratar de resumir lo que he encontrado sobre el futuro que nos espera.

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Pixabay

Para comenzar, voy a utilizar una entrevista que le hicieran a la novelista Octavia Butler respecto a dos de sus obras: La Parábola de la Siembra y la Parábola de los Talentos. En ellas se muestran, en un futuro no muy lejano, el incremento de la drogadicción y el analfabetismo, la brecha creciente entre los más pudientes y los más pobres, y los problemas que se anticipan del calentamiento global. Podríamos decir, que las dos novelas describen posibles escenarios de futuro, leyendo las tendencias actuales, y utilizando varias tramas y protagonistas, que le dan su carácter literario.

Me parece que esta escritora presenta una visión, y unas reflexiones que invitan a la cautela, para abordar los cambios que se pueden producir en el futuro. Sus recomendaciones nos pueden servir para analizar las predicciones, que hoy se están haciendo, sobre los efectos que se van a producir como consecuencia de esta crisis.

Regresando a la entrevista, la autora recordaba  la pregunta que le hicieran en una sesión para firmar sus libros, sobre si creía que, lo que ella describía en sus novelas, se iba a presentar en el futuro. Su respuesta me pareció muy interesante: “Lo único que hice en mis dos obras, fue mirar a mi al rededor los problemas que estamos descuidando ahora, y darles 30 años para crecer y convertirse en verdaderos desastres”

El mensaje de esta novelista es muy retante. Predecir el futuro no es posible, pero si es útil ver los comportamientos pasados y presentes, como posibles guías para proyectar el mundo que nuestros actos están creando. Ella mencionaba en la entrevista como “el pasado muestra ciclos repetidos de fortalezas y debilidades, de momentos sabios y estúpidos. Estudiar la historia es estudiar la humanidad. E intentar pronosticar el futuro, sin estudiar la historia, es como tratar de leer sin preocuparse por aprender el alfabeto”.

Para escribir sus novelas, donde se presenta unos escenarios complejos, estuvo estudiando la historia de la Alemania después de la I Guerra. Este proceso histórico, estuvo caracterizado por grandes problemas sociales y económicos, cuyo impacto cambió a ese país de manera profunda. Se abrieron las compuertas al Nazismo que sedujo y manipuló a la población. Es muy interesante observar, como un pueblo culto, se comió sus propias mentiras para no ver el horror de lo que estaba sucediendo a su alrededor.

Lo interesante es que la historia de Alemania no es única. Se ha repetido en otras épocas y en diferentes países. Los más recientes: Rwanda, Bosnia, y Kosovo, donde se vieron dinámicas que convirtieron a los vecinos en extraños y enemigos. La lección que nos da esta novelista es la importancia de ponerle la atención a la historia, si queremos identificar las pistas de lo que nos puede deparar el futuro. Especialmente si se trata de situaciones, que se han descuidado, y que más adelante se pueden salir totalmente de control.

Unos ejemplos de lo anterior: el crecimiento económico sin tener en cuenta las brechas de la desigualdad, o el proceso de deterioro ambiental y sus impactos en la calidad de vida de la gente. En el primer caso, las manifestaciones de descontento de finales del año anterior en diferentes países. En el segundo caso, las más altas temperaturas registradas en el sur oeste de los Estados Unidos en el mismo periodo.

Pero hay otras reflexiones qué hay que hacerse cuando tratemos de imaginarnos los cambios que va a traer esta crisis del coronavirus.

Olvidarse de la historia puede ser muy costoso hacia adelante. Lo cual no significa que ésta determine nuestro futuro inexorablemente, porque podemos leerla, entenderla y actuar para cambiar su trayectoria. Sin ignorar otra lección de la historia: toda acción trae una reacción y unas consecuencias no esperadas,

En las novelas de la señora Butler hay implícita una pregunta muy importante: cuántas combinaciones se necesitan, de consecuencias no esperadas y de las reacciones humanas que se producen, para cambiar una tendencia que parecía obvia. Según esta autora no son muchas, y de hecho en la vida real, son muy fácil de que sucedan.

Esta consideración dificulta mucho el predecir el futuro. Por esta razón, el error más común que se comete cuando se busca hacerlo, es no tener en cuenta las consecuencias inesperadas, que siempre están presentes, y las reacciones emocionales de los seres humanos que no obedecen a ninguna lógica. Se asume que lo que hoy está pasando se puede proyectar en línea recta hacia el futuro sin tenerlas en cuenta.

Un clásico ejemplo, fue la decisión del gobierno chino hace cuarenta años, de prohibirle a una pareja tener más de un hijo, para controlar la explosión demográfica. Pues bien, el efecto no esperado de esa decisión es que ahora ese país, enfrenta un problema de envejecimiento acelerado, y un cambio de actitud de las nuevas generaciones hacia no querer hijos, a pesar de que no hace mucho se levantó la restricción.

Hoy estamos viviendo un momento histórico con consecuencias serias para la salud, pero probablemente aún mayores para la economía. Las predicciones, en estas condiciones, están marcadas por el estado emocional imperante, y que nubla la posibilidad de ver con alguna claridad hacia adelante.

Otra reflexión muy importante. El lugar donde se pare el observador determina lo que este puede ver y las decisiones que se tomen. No es lo mismo predecir lo va a suceder, y actuar parado en NY en medio del caos de muertes e infectados, que hacerlo analizando el panorama en un lugar aislado.

En ambos casos, las predicciones y las actuaciones no pueden descuidar las consecuencias no esperadas que se pueden producir. Porque a pesar de ser el resultado de las decisiones hechas con la mejor voluntad de acertar, como por ejemplo, para reducir las restricciones del aislamiento, al no poderlas ver, mañana sus resultados nos pueden sorprender muy negativamente.

Espero haber aportado en este Post algunas consideraciones que nos pueden ayudar para tener un mejor criterio para evaluar, con beneficio de inventario, muchas de las predicciones que se comienzan a hacer, sobre los potenciales cambios que el coronavirus va a producir a nivel global y en nuestro país, en las dimensiones sociales, políticas y económicas, que van a afectarnos a todos. Los espero en mis próximos blogs para ver la multiplicidad de frentes donde vamos a ver cambios.


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