Médico y amigo

Por: Francisco Manrique.

Uno de los problemas más graves que se tiene en Colombia, es su sistema de Salud. Los cambios introducidos en 1993, durante la Administración Gaviria, aumentaron la cobertura pero no la calidad. Para no mencionar el tema de la corrupción, que a nivel regional, ha hecho ferias y fiestas con los recursos destinados para atender la salud de los colombianos.

La Salud ha sido un tema crítico sobre el cual se ha escrito mucho, y discutido la necesidad de corregir aspectos fundamentales del sistema vigente. Sin embargo, hay un aspecto que ha pasado de agache, y que en mi concepto, es tan urgente como los temas legales y organizacionales, que afectan tan profundamente la calidad de vida de todos nosotros. Me refiero a la sensibilidad humana en la formación de los médicos.

Hace unos meses, publique un Post, Agradecimiento con la vida, relacionado con la experiencia de mi esposa, quien tuvo que someterse a una intervención quirúrgica para extraerle un tumor muy raro en el pulmón. Después de su operación, se sometió a una quimioterapia muy fuerte, con el fin de disminuir el riesgo de una metástasis posterior. Y quien ha pasado por un proceso similar, sabe que este tipo de tratamiento es una gran paradoja: hay que intoxicar al cuerpo para salvar la salud del paciente.

Pues bien, el problema de una quimioterapia son sus efectos posteriores. En el caso de mi esposa, su cuerpo fue sometido a una bomba atómica, y su sanación ha tomado tiempo y esfuerzo para recuperarse. Para lograrlo, ella se ha sometido a varios tratamientos basados  en vitaminas, y otros refuerzos, para que su cuerpo se pueda recuperar lo más rápido posible. Y hasta aquí, no hay nada nuevo, en relación al proceso por el cual pasan miles de personas que han padecido un cáncer.

A los dos meses de terminar su tratamiento de quimioterapia, su energía comenzó a decaer. “Estoy abatida” se convirtió en la frase que volví a escuchar, común cuando estaba en pleno tratamiento, y que era una situación muy extraña para una persona tremendamente vital y activa toda su vida. El tema era muy preocupante, al punto que buscamos recurrir a los médicos que la habían tratado, para pedirles su concejo y apoyo profesional.

Para sorpresa nuestra, los mensajes de texto y de voz, que les enviamos en el curso de varias semanas, no fueron respondidos. Uno de ellos si lo hizo, comprometiéndose en llamar rápidamente, “y hasta el sol de los venados” como decía mi abuela.

Ante esta situación angustiosa, tomamos la decisión de llamar a otro médico muy cercano, quien no había tenido que ver directamente con el tratamiento de mi esposa. A diferencia de sus colegas, su respuesta fue inmediata, empatíca y efectiva. Nos recomendó a un médico internista, quien evaluó la situación, y descubrió que se había generado una intoxicación por exceso en el refuerzo de calcio y vitamina D. Afortunadamente, gracias a su intervención, la situación ha mejorado al suspender su uso, y volverla a ver con la energía de siempre.

Al comentar esta experiencia reciente con mi familia, me nació la necesidad de escribir este blog. En situaciones difíciles de salud, donde la persona se siente muy vulnerable, y deprimida por no sentirse bien, lo más importante es poder contar con la presencia del médico y el amigo.

Una primera reflexión que me surgió tiene que ver con la calidad de la atención humana que recibe el común de la gente. Si a personas privilegiadas, que cuentan con los recursos y los contactos, como es nuestro caso, tenemos que enfrentar una situación como la descrita, ¿que le sucede a quienes tienen que hacer horas de espera en centros de salud, para no ser atendidos oportunamente?.

El papel del médico y el amigo es crítico  en la atención de un paciente.  En el primer rol, el médico  brinda su conocimiento para ayudarlo en la parte técnica del problema de salud. En el segundo rol, el médico ofrece el apoyo sicológico y humano, que es tal vez más importante en los momentos duros de la recuperación de una persona después de un proceso difícil. Se requiere la empatía y cercanía,  para responder rápidamente a un llamado de ayuda. Esto le da al paciente un sentido de seguridad y que está cuidado, lo que es vital para acelerar su recuperación.

Y aquí quiero introducir un tema cada vez más crítico y menos tratado en los temas de la salud. Es el factor humano que no parece ser parte fundamental de la formación médica en la actualidad. Hoy, muchos médicos tratan a sus pacientes, como si fueran mecánicos interviniendo un vehículo que llega al taller. Brilla por su ausencia el calor humano, tan crítico para quien ha perdido su salud.

Estar todos los días muy cerca del dolor humano, no debe ser nada fácil. Se requiere unas condiciones especiales para no perder la sensibilidad por el otro. Lamentablemente, lo que percibimos quienes hemos tenido problemas de salud, es una creciente insensibilidad que explica la respuesta mecánica y fría de muchos galenos con sus pacientes.

Al escribir estas líneas, me recordaba la experiencia en la Cleveland Clinic hace diez años. Después de un largo proceso, también por un cancer, durante dos años recibí llamadas cada tres meses para averiguar cómo me estaba sintiendo y recordándome que podía recurrir a ellos en cualquier momento. También, entendí que era la manera en que la clínica obtenía información estadística muy valiosa de sus pacientes.

El  gesto de este centro hospitalario americano, me hizo sentir cuidado. Pero aún más importante, yo no era un simple número, sino una persona que había estado bajo su cuidado, que había pasado por una situación muy difícil . Nunca lo olvidaré y no dudo en recomendar a esta clínica, para quienes puedan acudir a sus excelentes servicios médicos.

En contraste con lo anterior, el problema se ve magnificado en los centros de urgencias, donde las fallas del sistema de salud, aumentan la sensación de abandono del paciente. No es más que ir a los hospitales, donde las personas tienen que asistir, sin un seguro privado, para ver el horror de personas literalmente botadas en los pasillos, por donde circulan los médicos ya acostumbrados a vivir esta realidad, y ante la cual, se han creado una coraza para que no los toque.

He querido compartir un caso personal, para llamar la atención sobre un problema que hace mucho más grave, las deficiencias que hoy tiene el sistema de la Salud en Colombia.

Los médicos tienen que entender, que el cuidado de un paciente, tiene un componente humano demasiado importante, y son ellos los que tienen la responsabilidad de ofrecerlo, respondiendo a las llamadas, y demostrando la empatía. Ambos son gestos mínimos, y muy importantes,  para la recuperación de la salud de quienes ponen sus vidas, a su cuidado.


 Imagen en página principal cortesía de Stockimages en FreeDigitalPhotos.net


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