Las universidades enfrentan un tsunami de cambios

Por: Francisco Manrique

El sector de la Educación Superior está enfrentando un tsunami de cambios como se vio en el Post anterior. La crisis actual va aumentar aceleradamente la presión para controlar, y aún bajar, los costos de la carreras profesionales, presionados por la inconformidad de los estudiantes, y sus familias, que cuestionan cada vez más la relación beneficio costo de su inversión.

Pero también hay tendencias que aumentarán la velocidad de otros cambios. El problema es que estos se están moviendo mucho más rápido que la capacidad de adaptación de muchas universidades para enfrentarlos. Veamos cuál es el panorama hacia adelante.

Hay una realidad: las fronteras entre el mundo físico, biológico y digital se están esfumando. Nuevas ramas del saber, como la Inteligencia Artificial, la robótica, la biotecnología, la computación cuántica, las energías limpias, muestran el impacto que están teniendo la ciencia y la tecnología para enfrentar los múltiples retos de una sociedad, cada vez más compleja e inter  relacionada.


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StockSnap / Pixabay


Estas nuevas tecnologías y avances científicos, están generando una demanda creciente de personas con capacidades diferentes que no existían hace pocos años. Las proyecciones muestran que hoy, más del 60% de los estudiantes que inician su edad escolar, tendrán trabajos en actividades que no existen en la actualidad.

Según un informe reciente de la OECD 2030 Futuro de la Educación, “es necesario remplazar los estándares tradicionales de educación por un marco que combine el conocimiento con las habilidades del siglo XXI : creatividad, pensamiento crítico, comunicación y colaboración”. Esto implica unos cambios radicales que van más allá de la educación virtual.

Sin embargo, quienes están viendo el impacto que está teniendo la pandemia en la Educación Superior,  le están apostando a que  se aumentará el uso de los programas virtuales, que en la actualidad vinculan a más de 110 millones de estudiantes en el mundo. Hoy, universidades como MIT, Harvard y Stanford, ofrecen acceso a los mejores profesores sin costo, salvo que se quiera una certificación.

Estos cambios en marcha, están obligado a las universidades a desarrollar muy rápidamente los cursos virtuales, y la utilización de nuevas tecnologías pedagógicas. Esta dinámica va a permitir cada vez más, la personalización de la oferta al estudiante, y así responder a las necesidades de las empresas y la competencia que viene de afuera del sector.

Estas dinámicas han abierto al sector de la educación a más cambios. Así, como las nuevas empresas FinTech, están produciendo grandes disrupciones en el sector bancario tradicional, las EduTech, son nuevas startups que lo están haciendo en el sector de la educacion a todos los niveles, respondiendo a nuevas demandas del mercado.

Empresas líderes como Google, desde hace ya algunos años para contratar nuevas personas comenzaron a poner el énfasis  en lo que la persona sabe hacer y lo que es, más que los títulos que tenga. Esta tendencia está siendo adoptada por muchas más organizaciones.

Según un rector, a quien consulté para este artículo, la tendencia anterior se verá reflejada en los currículos muy flexibles, tipo Netflix, hechos a la medida del interés del estudiante y con énfasis específicos. Y esto se va a traducir en una tendencia cada vez mayor hacia los micro grados y las nano certificaciones específicas, que se harán de manera virtual. Esta posibilidad impactará a la educación continuada.

Estos cambios flexibles, también van orientados a facilitar la educación dual como sucede en Alemania, donde el estudiante puede trabajar mientras estudia simultáneamente. Esto responde al cambio de preferencias de las nuevas generaciones, que buscan tener experiencia mientras están estudiando, pero además, que les permite sufragar el costo de su educación.

En un artículo de la revista INC: “Google tiene planes para generar la disrupción en los grados de las universidades”, muestra cómo este gigante de la tecnología, comienza a ofrecer certificados que solo toman seis meses para obtenerlos y a una fracción del costo de un título universitario tradicional. Es una oferta, de una serie de cursos profesionales, que buscan  enseñar a los estudiantes a desempeñarse rápidamente en cargos que están en gran demanda.

Ofertas como las de Google, se podrían implementar para dar respuesta a una necesidad que tenemos en países como el nuestro, donde hay mucha gente que trabaja en pequeñas empresas, y  que hoy en día no reciben ninguna capacitación. Son personas que no pueden tener educación presencial porque tienen que trabajar para comer. La formación, con módulos cortos y muy económicos, sería la respuesta para atender a este gran mercado laboral que hoy no tiene una oferta, usando el Extensionismo Tecnológico, para aprender haciendo en el terreno.

Estos nuevos modelos de negocio, serán necesarios para dar una mejor respuesta a las necesidades de formación del capital humano, que requiere la sociedad en general y el sector real en particular. Pero también, permitirán ofrecer una propuesta más atractiva de valor al estudiante, que le genere un diferencial en el mercado laboral, y que se vea reflejado en unos mejores ingresos. La pandemia ha desnudado una realidad: el sistema actual se ha quedado muy corto para enfrentar estas necesidades, lo que explica la creciente insatisfacción y deserción estudiantil.

Los cambios que están en marcha, abren nuevas oportunidades para las universidades tradicionales en países como el nuestro. La tecnología va a permitir la internacionalización del modelo de negocio de las universidades locales, para unirse a la oferta de títulos con entidades internacionales.

El modelo pedagógico universitario también va a cambiar. Veremos cómo la educación más formal presencial, se concentrará cada día más en ofertas más cortas como respuesta a la competencia de empresas como Google, y en la formación de personas en temas como la cultura ciudadana, valores, competencias blandas, etc. Mientras que la  educación continua, va a complementar el proceso de formación con las otras habilidades y conocimientos específicos, en respuesta a la demande del mercado laboral.

Todos estos cambios que están en marcha, son una señal de alerta para las universidades, pero también para los profesores, que tienen que replantear su labor. Se necesita que respondan a las necesidades apremiantes de la sociedad, y del sector productivo en particular, que es el responsable de soportar el desarrollo económico del país.

La crisis sistémica que se está produciendo, es una oportunidad para el sector universitario, que en su conjunto, juega un papel tan importante. Pero a su vez, es un gran peligro para las instituciones que sean menos ágiles, ya que no van a poder competir, si no cambian muy rápidamente su modelo de negocio. El nombre del juego es la flexibilidad y la personalización, acompañados de experiencias relevantes a un costo razonable, a medida que el estudiante va avanzando a su ritmo de formación.

Como lo veíamos en el blog anterior, la pandemia ha tenido un impacto muy significativo en las finanzas de las instituciones universitarias. Para el segundo semestre de este año, han visto reducciones importantes en las matrículas, lo cual va afectar especialmente a las más pequeñas. Como va a ocurrir en otros sectores de la economía, lo que era impensable es posible que comience a suceder.

Forzadas por la situación, es factible que se vengan fusiones y se hagan alianzas, para ofrecer al mercado lo que está pidiendo, pero también, para optimizar las plantas físicas de muchas universidades donde se ha invertido mucho dinero en los últimos años.

Pero habrá otro cambio muy importante: la vinculación de las universidades tradicionales en  el campo de la formación técnica para el trabajo, para complementar la educación conceptual. Esto ya está sucediendo en Colombia y en otros países de la región como, es el caso muy exitoso  de la U Católica de Chile, calificada como la mejor de America Latina. Es una oportunidad de complementar los esfuerzos de otras entidades, como el SENA en Colombia, quien hasta ahora ha dominado este campo.

Otro cambio que se deberá reforzar hacia adelante, es la relación entre las universidades y las empresas, alrededor de proyectos que contribuyan a mejorar la competitividad productiva nacional. Los gremios, deberían de orientar mucho más esfuerzos para ayudar a apuntalar de manera más visible los esfuerzos de formación del talento, y las dinámicas de relacionamiento requeridas de sus afiliados con las universidades.

Pero también, el Estado tendrá que asumir una posición mucho más flexible, para facilitar normativamente la transformación del sector de Educación Superior y apoyar su relación con las empresas. Estas nuevas dinámicas, deberían ser entendidas  y reflejadas en políticas y recursos, entre los ministerios del Educacion, Industria y Comercio, Ciencia y Tecnología, y Comunicaciones.

En nuestro país, el nuevo Marco Nacional de Cualificaciones laborales, busca acelerar la tendencia hacia una formación más pertinente para el trabajo. Pero a su vez, es una oportunidad que implica aprender a hablar un nuevo idioma, alrededor de los catálogos formativos para cada tema. Es el reconocimiento, de que cada cargo en un sector productivo, tiene rutas formativas diferentes de aprendizaje, que requieren de unas certificaciones de competencias.

Producto de los movimientos sociales y el impacto económico de la pandemia, en Colombia ha ganado momento la presión por tener el acceso a las universidades públicas de manera gratuita. Ya no es solo un grupo de estudiantes los que están empujando el tema, sino un número importante de miembros del Congreso que la respaldan. En la medida que la crisis continúe , estas dinámicas van a aumentar y tener un impacto significativo en todo el sistema de Educación Superior.

En este Post he querido mostrar una buena lista de los cambios que van a afectar al sector de Educación Superior que tiene un impacto muy grande en el desarrollo hacia adelante de nuestro país, cuando el panorama económico se ve muy complejo, y cuando es evidente que Colombia no puede seguir dependiendo del petróleo y del carbón para sostener su desarrollo. La apuesta más inteligente es contar con un capital humano mucho más fuerte que lo sustente.


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