El rol del líder y el arte de la paz – Parte II

Por: Francisco Manrique.

Leer El rol del líder y el arte de la paz – Parte I


En procesos de paz, como es el caso colombiano, donde los cambios deberán ser parte  una pieza clave de los acuerdos, los líderes son fundamentales. El proceso puede ser muy fácilmente descarrilado por aquellas personas que tienen ese rol, porque tienen el respaldo de una base importante, y no quieren que estos cambios se den, o están en desacuerdo con el como se logren.

Recordemos que dejar el pasado no es una tarea nada fácil, y por ende, esto explica la fragilidad de este tipo de procesos, donde la sociedad en su conjunto, tiene que tomar tiempo para aprender a manejar sus instintos y a hacer cosas nuevas. Por estas razones, se necesitan líderes que asuman el riesgo de mostrar el camino hacia lo desconocido, porque valoran los beneficios de la paz. Entienden que, el costo de no hacerlo, es muy superior a los costos de construir un mejor futuro para todos.

Halvonson nos recuerda que “se requieren líderes que pueden entender el valor de la paz en lugar de estar enfocados en sus propios entornos y en proteger a su gente, buscando hacerle daño a los otros, con el fin de lograr su derrota. Se necesitan personas que entienden que, el mejor resultado para su propio grupo y para su país, es estar incluidos en un proceso colectivo donde todos ganen, en un proceso de paz de largo plazo. Para lograrlo, requieren de  cosas muy específicas para contribuir a este resultado, Y entender que, una victoria individual, puede ser una victoria pírrica que mantenga el conflicto”.

El mensaje anterior, sí que le serviría a Santos y a Uribe, en la guerra de egos en la que están empeñados, con menoscabo de los daños que le generan a la sociedad colombiana.


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AFP PHOTO / GUILLERMO LEGARIA


Ahora bien, el lograr un resultado donde todos ganen, no es una tarea fácil.  Se requiere que este sea un propósito intencionado y consciente, acompañado de  comportamientos asociados  que lo respalden y que permita obtener el resultado deseado. Se necesita que las partes entiendan la importancia que juega la honestidad, el respeto mutuo, y el tener un entendimiento sólido de lo que está en juego.

Y aunque suene irracional, hay situaciones donde los líderes prefieren seleccionar estrategias donde el resultado es una pérdida para todos, porque están tan indignados y obsesionados, que no son capaces de entender que hay otras opciones y resultados mejores para todos. Este comportamiento, que conduce a decisiones equivocadas, también atrapa a estas personas en una posición muy difícil. El resultado claramente no beneficia los intereses de los miembros de su grupo. En estos casos se aplica el dicho: ” que muera Sansón con todos los filisteos”.

En el mundo actual, estamos viendo con inmensa preocupación que hay personas, que aspiran a la Jefatura del Estado,  o ya la ejercieron y siguen activos en la política, promoviendo de manera consciente el odio entre los grupos, como su prioridad principal. Acudiendo a los instintos más bajos, y cubiertos de un ropaje populista,  buscan hacerle  daño,  a cualquier costo, a otros grupos que no piensan como ellos, o son distintos, así sea a costa de sus propios intereses. El ejemplo de Trump en los Estados Unidos, Le Pen en Francia o Uribe en Colombia. Mucho líderes  prefieren el conflicto, y aún la guerra, como su contexto para ejercer el liderazgo.

Para algunos conflictos, la participación de personas “guerreras” pueden ayudar mucho para lograr la paz. Han conocido de cerca los costos del conflicto. Este es el caso del General Mora en representación de las Fuerzas Armadas en La Habana. Personas como él,  por su experiencia, credibilidad y la sensibilidad, tienen el respaldo y respeto de su gente, lo que le permite representar sus intereses en el contexto de una negociación tal difícil  para acabar con sesenta años de  conflicto. El, como nadie ha visto y vívido el dolor y la destrucción generada por la violencia.

Sin embargo, hay situaciones que, para lograr la paz, se necesita un tipo diferente de liderazgo que puede hacer más fácilmente la transición de los tiempos de guerra a los tiempos de paz. Para lograrlo, se necesita un fuerte apoyo político, y la tranquilidad de que no van a ser acusados de traidores. El liderazgo que se necesita, debe de asumir los riesgos de mostrar el camino hacia un nuevo futuro, creando muchos acuerdos en el proceso, para darle el sustento y la legitimidad requerida.

Finalmente, Halvonson nos recuerda algo muy importante. La guerra se gana por parte de los generales que entienden el terreno físico donde tienen que actuar. La paz se gana por parte de los líderes que entienden el terreno de comportamiento que es creado y canalizado por nuestros instintos.

Una estrategia para la paz exitosa, debe tomar en cuenta todos aquellos temas instintivos que son claves, así como los valores y los comportamientos que se derriban de ellos, para generar un sentido colectivo de “Nosotros”, que nos permita estar en paz con nosotros mismos y los demás.


 

 

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